Vive el cine, su profesión, con intensidad y también con perspectiva, la que le da una experiencia y un conocimiento del medio. Porque Elena Anaya ha demostrado suficientemente su versatilidad como actriz, su capacidad para ofrecer personajes muy variados y en los que poder aportar su personalidad. Ahora asume otro reto más: convertir su voz en la única protagonista con su incorporación al universo de la ficción sonora. Lo hace, además, con una obra cumbre de la distopía: 1984, de George Orwell, y de la mano de Audible. Da vida a Julia, que se incorpora al elenco de personajes que dan brillo a su carrera y donde no se decanta por ninguno de ellos: “Para mí todos ellos han marcado mi evolución como actriz. Todos son un pocos mis hijos, y son como 50: me acompañan siempre”. Del mismo modo, cuando se le pregunta qué personaje le gustaría interpretar, lo deja claro: “Todos los que me queden por hacer y espero que sean muchos”. Algunos ya están en marcha –en concreto dos– y forman parte del otro éxito de la actriz, su reconocimiento internacional.
¿Cómo ha sido la experiencia con Audible?
Muy especial. Llevaba tiempo fascinada por esta forma de hacer los audiolibros y he llegado a Audible –reconozco que solo había escuchado uno, porque soy más de leer– y la propuesta me pareció una oportunidad de poder contarlo todo con tu voz, la herramienta a la que quizás menos valor le doy, pero muy impactada de cómo se puede llegar a crear una ficción sonora con un equipo y a través de la voz.
¿Y cómo ha sido la transformación, o qué ha requerido en su forma de utilizar la voz?
Yo no sé impostar la voz y nunca cambio mi voz a no ser que lo exija porque es un personaje de una persona mayor o porque tiene la voz más grave. Cuando me llaman para grabar la voz de Julia, de contar con ese personaje hermoso, con esa inteligencia natural… la verdad es que era muy apetecible. Y me da igual si es una producción de un día o una ficción sonora; tienes que hacer un personaje, y entré en la realidad de Julia y quise hacerlo por el principio, aunque sabía que me rompería. Y me rompí en muchos pedazos y estuve dos días tocada…
¿Cuánto tiempo duró la grabación de esta ficción sonora?
Un par de semanas. Si se compara con rodar, es mucho más intenso; la grabación se hace en unas horas, va todo muy rápido, pero yo pedía volver, repetir y rectificar cosas… y ellos me decían que no se podía.
¿Eso también va con su personalidad?
Sí, así es. Y la verdad es que nos entendimos muy bien y todo fue muy fácil. Pero eso sí, exige trabajo y preparación. A mí me da igual que sea un libro…, tienes que interpretar y dar todo lo máximo que tú puedes para que la persona que apostará por esta ficción sonora se impacte y se impregne de lo que viven y sienten los personajes. Es mucho más que poner la voz.
¿Qué diferencia hay entre tener una cámara delante o un micrófono?
Para mí, ninguna; creo que no hay que poner más fuerza a la voz si no hay imagen. Creo que si la voz es coherente con lo que el personaje esté sintiendo, entonces es creíble. Yo hago el mismo proceso que si estuviera delante de una cámara, porque es interpretación, hay una atmósfera.
¿Ha descubierto una nueva vía de interpretación?
Estoy como loca… sin pasar frío (sonríe).
Quizás hay una cierta reticencia a pensar en la ficción sonora como un trabajo. ¿O es que con 1984 llegó el momento?
Para mí no, me parece un trabajo. Y personalmente me apetecía mucho. Cuando me llamaron y me lo contaron, era muy difícil encajar por fechas y dije que, por favor, había que hacerlo posible. Fue un esfuerzo por parte de todos para encajarlo y se consiguió. El motivo es la novela en sí: 30 millones de copias vendidas en todo el mundo. Me parece que es un libro formidable y cuando, además, te eligen a ti hay que dar valor a los proyectos. Me parece que es una lectura muy recomendable y revisitarla para quien no lo haya hecho en una ficción sonora es muy recomendable. Y para quien no haya leído el libro, es un buen momento porque estamos viviendo una situación que yo creo que Orwell, cuando se inventó hace 70 años este mundo distópico, no podía imaginar que la realidad pudiera ser tan terriblemente parecida a la ficción. [Y Elena Anaya hace un paralelismo entre ambas…]. Da mucho miedo; ahí tenemos el Gran Hermano, que nos lo han metido un poco en nuestras casas; y los dos minutos de odio, que para mí es lo que representan twitter y las redes sociales, donde la gente se desfoga. La diferencia es que en el libro lo hacen a cara descubierta y en las redes es anónimo, donde se sueltan la ira y el odio diariamente y lo lanzan contra el mundo. Pero hay más, como la música enlatada o el Ministerio de la Verdad, controlando lo que se dice y manipulando la verdad: aquí se cree lo que yo diga. Es lo que está pasando en el mundo y no quiero hablar de política, porque no nos corresponde.
¿Y qué opina de la Inteligencia Artificial?
Me da mucho miedo, como me da miedo meterme en este mundo de ficción. Y dije: “Madre mía, esta lectura debía ser casi recomendada para todo el mundo”.
Hablemos de su carrera; vemos personajes muy diferentes y también intensos en su caracterización. Pero también otros más amables… ¿Dónde se encuentra más cómoda?
Habría que preguntar a quienes me han llamado para hacer personajes que impactan porque contrastan con mi fisicidad o con mi voz o con mi cara más dulce. Yo puedo decir que me he sentido cómoda con todos los personajes que he hecho porque, antes de llegar al rodaje, tienes que hacer un trabajo muy grande. Algunos me han costado más que otros, porque ni todos los días son iguales ni todos requieren la misma preparación, y algunos necesitan un puente más largo para llegar a esa realidad. Siempre busco entender a los personajes, justificarlos independientemente de que sea la buena, la mala, la tonta o la lista. Intento, cuando los elijo, que sean personajes dignos de estar en la historia. A veces me han ofrecido personajes que les he dicho que la historia gana si lo quitas. E imagino que me han odiado, pero es que el personaje no aporta nada, no tiene nada que contar. Aunque a veces es mejor callarse y decir que no, salvo que sea de confianza. Me gusta llevar todos los personajes preparados para sentirme cómoda con lo que hago. Pero me sienta mejor la intensidad que la ligereza.
Ha sido muy intensa, en el buen sentido, desde niña, ¿no?
Bueno, creo que eso tiene más que ver con la hiperactividad que con la intensidad. Tengo mucho de hiperactiva, soy de circo de siete pistas, pero es que he crecido así, en una familia donde se hacía de todo, donde nos organizábamos, y me subía a los árboles y jugaba con mis cosas. Después, he cambiado la practicidad con la magia de la vida, con la ilusión, con la responsabilidad frente a un oficio, con la familia. De hacer un equilibrio, un balance. Me gustan mucho los móviles porque parece que mágicamente cada elemento soporta su peso, pero la realidad es que está todo sujeto en una cuerda y se mueven armoniosamente a su alrededor. Creo que es lo que busco, que todo esté en equilibrio.
¿Es de las que todavía puede elegir qué personajes hacer?
Lo he hecho toda la vida, pero cumplo años y el oficio es un poco cruel con las mujeres que crecemos y nos hacemos mayores. A mí, que me parece una maravilla y estoy enamorada y feliz conmigo misma, aunque a veces note la edad en mi espalda después de una jornada intensa… Aun así, me parece un excelente momento cuando estás a punto de cumplir los 50.
¿Y ayuda que haya formatos como Audible o las series en las plataformas, por mucho que para un actor quizás no sea lo mismo que una película o el teatro?
Mira, hablando por ejemplo de series, yo mantengo lo mismo: a mí me da igual rodar con Pedro Almodóvar que irme a Estados Unidos a hacer una superproducción tipo Wonder Woman, que rodar una serie de televisión. Lo que debo es hacerlo muy bien, como ha sido grabar a Julia en 1984, o cuando menos todo lo bien que tú puedas. También aprendes con los años a decir “jo, yo pensaba que esta secuencia me iba a salir mejor”, pero no pasa nada o lo que pasa es que soy muy exigente y vuelvo a casa ese día alicaída; eso sí, no me deprimo y lo que hago es prepararme el día siguiente y llegar hasta donde pueda.
Después de probar la ficción sonora, ¿qué cree que requiere más método, esta o el cine?
Tienes menos elementos, tan solo está la voz aparte de un equipo maravilloso que envuelve esa ficción sonora que atrapa al oyente. Yo solo cuento con mi voz y tienes que confiar en tu instinto. Me dicen que está muy bien, pero yo pido hacerlo otra vez, porque para mí merece la pena a veces una hora más de estudio. Recuerdo que hace muchos años tuve que doblar a mi personaje en una película, y yo ponía mi voz, y el director de rodaje me interrumpió para decirme que no podía hablar así porque los actores de doblaje no lo hacen de esa forma. Yo le respondí que lo sentía pero que era yo la que había hecho ese personaje y sabía cómo estaba ahí y lo iba a hacer lo mejor posible. Al tercero que me dijo eso, mi respuesta fue que lo hiciera otra persona, que lo sentía pero que mi voz no es de doblador y que conste que lo hacen fenomenal.
Tiene un excelente cartel fuera de España. De hecho, está trabajando o a punto de hacerlo en una producción internacional.
Tengo dos, pero solo puedo hablar de una de ellas que se llama Rosebush Pruning, de un director brasileño llamado Karim Aïnouz y con un guion que me dejó fascinada. El papel es pequeñito pero relevante y en el elenco se encuentra Pamela Anderson, que es la protagonista. El director es uno de los mejores que hay; la directora de fotografía es también una de las mejores que existen. Una producción súper cuidada, donde me siento muy bien.