Fawaz Gruosi, cuestión de talla

Fawaz Gruosi, cuestión de talla
Fawaz Gruosi, cuestión de talla

París, Grand Palais, jornada de apertura de la Bienal de Anticuarios, escaparate de las galerías de arte francesas y de los mayores consumidores de lujo del mundo. Muchos visitantes se acercan al stand de la joyería de De Grisogono, pero esta vez el centro de atención es él, Fawaz Gruosi, fundador y alma de la marca.

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Por dos razones básicamente: porque a su lado ha aparecido un joven manager John Leitao, que se encarga de los números de la empresa mientras Fawaz sigue dominando el lado creativo de la maison; y porque todas las miradas, sobre todo las de los guardias de seguridad que vigilan el evento, están dirigidas hacia una urna que guarda una piedrecita de más de 800 quilates: el diamante en bruto Constellation, que aún no brilla, pero promete destellar más que ninguno.

De momento, solo es el envoltorio que custodia una de las gemas flawless (sin intervenciones y por tanto purísima) más grandes del mundo: algo como el trozo de mármol sobre el que Miguel Ángel vio y esculpió el David. La cuestión ahora es saber dónde tallar y con qué ángulo para conseguir el mejor resultado: una o dos gemas de récord y otro centenar más pequeñas, desperdiciando la menor cantidad de material posible. Solo la mano de un habilísimo tallador podrá lograrlo: de momento solo se sabe que es de Amberes, centro mundial del diamante, y que se pondrá manos a la obra a principios de este año.

Al parecer, después de un análisis atento, ha decidido dividir la piedra en bruto en al menos dos diamantes principales de 300 y 100 quilates aproximadamente. Una vez tallado, será Fawaz, que ha comprado el Constellation junto con la sociedad de transacciones de diamantes Nemesis, quien convertirá el resultado en una joya. Aunque todavía no se sabe cómo.

“Me he pasado la noche mirando esta piedra, esperando que, como otras, me hablase. Pero, de momento, nada”. Un silencio que no sorprende a Nickolas Polak, director de Nemesis International: “Es bastante normal que por ahora la gema se quede muda: nos dirá qué hacer a lo largo de las diferentes fases de análisis y talla. De hecho, pese a los avances de la tecnología, todavía solo podemos avanzar previsiones, elaborar simulaciones 3D; solo cuando empecemos a tallar veremos cómo se orienta la explosión de luz encerrada en el diamante”.

El misterio puede esperar unos meses más. De momento, ya bastante deslumbrante es la cifra pagada por esta gema, más de 60 millones de euros, aunque tampoco se trata de una excepción aislada: hace unos meses, en el Festival de Cannes, Gruosi ha presentado un diamante en bruto de 400 quilates, y son muchas las piedras importantes, diamantes, esmeraldas, zafiros y rubíes que enriquecen la colección Folies, presentada en París junto a esa piedrecita de 813 quilates.

“Creía haber alcanzado ya la cumbre como creador de joyas –explica Gruosi–, hasta que se nos ha presentado la oportunidad de poner en marcha esta relación con Nemesis, que nos garantiza la prioridad sobre sus extraordinarias gemas. Así hemos empezado a mover valores de decenas de millones y, por tanto, a sacar colecciones extraordinarias. En nuestras boutiques, ya desde los primeros meses del año, están disponibles algunas piezas únicas y una red de vendedores privados ofrece nuestras creaciones a esos clientes a los que no les gusta acudir a las tiendas”.

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Un nicho todavía más alto de lo habitual, ya de nivel muy elevado, al que de De Grisogono aún no se había dirigido. “Hay pocos clientes con ese perfil, y ahora podemos llegar también a ellos. De hecho, siempre he trabajado por pasión y por el gusto de asumir riesgos y superar límites”. La joya que saldrá del Constellation todavía no tiene un comprador, “pero espero recibir algunas llamadas en los próximos días, en cuanto la noticia empiece a circular, aunque el nombre del comprador se quedará top secret”. Pero, ¿cómo se puede llevar puesta una piedra tan grande, incluso si solo fuese de 300 quilates? “Never say never –contesta Gruosi–. Será una joya y no una escultura para ponerla en casa, porque ese no es mi trabajo”.

Piezas con apellidos

Entre los principales diamantes por dimensión y valor, algunos han sido bautizados con el nombre de sus propietarios, como el Tiffany Yellow, el Taylor-Burton o el Graff Pink, por ejemplo. ¿El Constellation llegará a llamarse en algún momento ‘De Grisogono’ en honor a su actual dueño? “Si acaso, solo después de la talla –interviene John Leitao–, porque el primer nombre se lo pone el propietario de la mina, en el momento de la extracción”.

Claro que una compra de este tipo no tiene solo finalidad decorativa. “Quien lo compre –confirma Leitao–lo hará sobre todo para proporcionar a su familia un valor inalterable e indiscutible. Se lucirá una o dos veces al año, en la casa de los dueños o de amigos de máxima confianza. Diamantes de este nivel aumentan constantemente de valor. Un diamante con las cuatro ‘C’ en orden (carat, colour, clarity, cut: peso, color, pureza, talla), es una inversión pura, como un Picasso. Pero un cuadro puede deteriorarse, y un diamante no: cuando nos llega ya tiene varios millones de años; unos siglos más no le van a asustar”.

Por Redacción Gentleman

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