Cuando la idea de hacer algo parecido a una segunda parte de La niña de tus ojos empezó a rondarle en la cabeza, Fernando Trueba cogió el teléfono y llamó, uno por uno, a sus protagonistas. Para saber su disposición. Un año y medio después Penélope Cruz, Antonio Resines, Jorge Sanz, Santiago Segura, Loles León, Rosa María Sarda, Neus Asensi y Jesús Bonilla se reunían en torno a una comida para una lectura del guión, entonces una primera versión, en casa de Trueba. El rodaje, al que se incorporarían después nombres como Javier Cámara, Chino Darín y Ana Belén, tardaría aún un par de años en comenzar. La reina de España es la última creación de un director que a sus 61 años tiene en su vitrina un Oscar por Belle Époque (1992) y goyas varios, pero que ante todo es fiel a algunas de sus señas de identidad: un costumbrismo teñido de humor, o viceversa, fácil de digerir y entretenido; muy lejos de la polémica que algunos se empeñan en alimentar a su alrededor.
En la película salen a colación las conversaciones de Salamanca, de 1955, sobre las diferentes corrientes del cine y el papel que debía jugar. ¿Ha tenido este debate consigo mismo?
No. Yo más o menos he tenido claro siempre… Creo que el cine puede ser muchas cosas, más social, más fantástico, de humor, negro… ¿Por qué limitarlo a una cosa? Las posibilidades del cine son infinitas y, en el fondo, muchas inexploradas. El cine sigue siendo un entretenimiento de masas. Siempre ha tenido que lidiar con el dinero, que lo ha condicionado mucho, a veces artísticamente. Es curiosa esa especie de escisión, que no creo que sea buena, entre el cine de arte y el cine de puro comercio. En la edad de oro, los mejores directores clásicos hacían un cine que era arte y, sin embargo, era popular. Dígase John Ford, Dreyer (Carl Theodor) o Bergman (Ingmar), todos tenían que lidiar con eso de que lo fuera la gente a ver. Era parte del juego.
En su caso, el humor es uno de los ganadores de ese debate. ¿Se siente libre para hacerlo?
Yo sí me siento libre al hacer humor. Todo el mundo se puede equivocar, pero no me gustan los censores. O los que se dedican a juzgar. Juzgar es muy fácil. Lo difícil es hacer cosas que estén bien. Lo que tenemos que aprender es más tolerancia, más a dejar vivir y a escuchar a los demás, incluso si piensan cosas distintas. ¿Qué pasa en este país que nos siguen emocionando pequeños cortes de mangas al franquismo como el que cuenta la película? Este grupo de actores y técnicos que eran los protagonistas de La niña de tus ojos y ahora de esta son un grupo variopinto, no todos del mismo color. La película trata de la gente normal y de la lucha del día a día de gente que tiene miedo… Es una película de gente humilde, no son superhéroes. Eso sí, contado con el prisma de la comedia, que es una manera de redimirnos todos y pasárnoslo bien juntos.
Últimamente siempre se pide a los artistas que se posicionen políticamente…
Uff.
No le iba a preguntar por ello…
Me puedes preguntar. Te diré que he dejado de seguir el tema político porque estoy un poco…, creo que como todos. En las primeras elecciones había entusiasmo; en las segundas, un cierto desinfle, y ahora hemos tocado fondo.
Lo que le iba a preguntar es si deben de gustarnos menos las películas de Clint Eastwood al saber que apoya a Donald Trump.
No. Sus películas son las mismas apoye a quien apoye.
¿Le influye? ¿Separa el autor de la obra?
Me influye más una cosa que contaba su biógrafo: que el tío (Eastwood) es tan raca que el pavo de Acción de Gracias de su madre se lo pasa a la Warner. Casi eso me influye más, o hace que lo de Donald Trump ya no me sorprenda. Por otro lado, la única vez que estuve con él me pareció un tío encantador. Habíamos coincidido en una fiesta en la noche anterior a los Oscar, cuando Belle Epoque, y charlamos un rato. Al día siguiente, una vez que me lo habían dado, y mientras me llevaban de una sala de prensa a otra, de repente, cruzando un salón grandísimo a oscuras, veo la silueta de Clint Eastwood que viene hacia mí y me abraza, y me dice “felicidades, has ganado”… Y yo pensé, “hostia, qué vida esta”.
La protagonista, Macarena Granada, tiene mucho que ver con Penélope Cruz. Lanzada con La niña de tus ojos vuelve años después convertida en estrella.
Me apetecía que Macarena hubiera triunfado. Hubo gente que me decía, “no, es más bonito que vuelva siendo una fracasada”. Pero creo que da más variedad y riqueza a la película que a alguien le haya ido bien y sea una estrella, como lo eran en aquella época muchas europeas que habían triunfado en Hollywood, como Greta Garbo, Ingrid Bergman, Hedy Lamarr y muchas otras… Es divertido hacer algún guiño de acercar el personaje al actor.
¿Habrá una tercera entrega?
No me importaría. Veremos… Ya es milagroso que estemos aquí todos, casi a nivel estadístico es un gran triunfo. Cuando pasen los años, si estamos y nos apatece, desde luego, por qué no.
El director José Luis Cuerda denunciaba recientemente que veteranos como él, los más conocidos unos años, ya no hacían cine porque nadie les producía. ¿El cine es injusto o es una lógica que opera en todos los campos?
Estamos viviendo un momento difícil para la gente que intenta hacer un cine con una cierta ambición artística, una época muy de cine prefabricado, hecho por fórmulas comerciales. Y eso no es bueno, eso es empobrecedor, aunque siempre hay maneras si quieres hacer cosas. Ha habido un problema en este país que ha sido la desaparición casi simultánea de los productores, por muerte de muchos en pocos años y por quiebra de otros, que se han quedado fuera del negocio. Ahora hay una nueva generación, pero quizás demasiado sometida al poder de las televisioines, que son las que deciden…
Hablando de veteranos, ¿hay en esta película la intención de reivindicar a una generación de actores que ha perdido protagonismo?
Lo que quizás se reivindica es a la gente de este oficio, no solo a los actores, al que empuja el travelling, al que hace los trucos, al carpintero, a todos. Para mí es una especie de carta de amor al cine. Y también una invitación a la gente para que se asome a un rodaje, meterles ahí dentro, enseñarle cómo se hacían las películas antes. A veces, el cine es bonito cuando te asoma a una realidad a la que tú no puedes ir en un taxi, no puedes decir “lléveme a un rodaje de una película en los años 50, que me gustaría verlo”. Esta película, además de la diversión, ofrece eso, y está llena de pequeños homenajes…
¿Se ha enganchado al mundo de las series?
He visto muy pocas. Cada vez que te enganchas a una serie, si es buena, son 60 horas las que le dedicas. Y tengo tantas cosas que leer y tantas cosas que me apetece… Pero he disfrutado con algunas, sobre todo las de David Simon, The Wire y Treme, que me encanta.
Albert Serra, a su manera
Rubin de Celis