Jeff Goldblum, la voz única de Hollywood

Jeff Goldblum, la voz única de Hollywood
Jeff Goldblum, la voz única de Hollywood

Una entrevista con Jeff Goldblum (Pensilvania, 1952) es siempre impredecible. Agradablemente impredecible. Y lo es por eso que él mismo llama los ‘Goldblumismos’. Esa manera de hablar sin parar pero tomándose su tiempo. Llena de “Mmm, eh, uh, aaah, mmm, etc., etc.”. Porque mientras habla está pensando lo que dice y su cabeza va más rápido, pero él se toma todo con calma. Y además observa todo lo que pasa a su alrededor.
Sus amigos y compañeros de profesión le llaman “el alcalde de Hollywood” por su don de seducción y afabilidad. Él dice que solo es su sincero interés por la gente. Es capaz de decir el nombre y apellido de la persona que le peinó en ‘Jurassic World’ hace 20 años, y los de los maquilladores que se pasaron cinco horas diarias aplicándole capas y capas en ‘La mosca’ hace 30.
Cuando llega a una entrevista, muestra ese mismo interés y despliega todo su encanto siempre impecablemente vestido: traje azul celeste impoluto de rayas, polo de cuello alto, varios anillos que decoran unas manos que no puede parar de mover y sus ya míticas gafas de pasta negra. Si le dejas, puede pasarse hablando solo diez minutos, pasando de un tema a otro, comentando todo lo que observa, yendo de su infancia en Pittsburgh a la última anécdota de sus dos hijos pequeños. Es esa autenticidad la que le ha convertido en una celebridad de culto en la era de internet más allá de sus hitos ochenteros (‘La mosca’, ‘El reencuentro’) y de sus grandísimos éxitos noventeros (‘Jurassic World’, ‘Independence Day’).

Pero eso es lo que ha logrado que más de cuatro décadas después de su debut en el cine (‘El justiciero de la ciudad’, 1974) esté, o siga, en lo más alto de su carrera. Wes Anderson, con quien acaba de estrenar (20 de abril) su tercera película juntos, ‘Isla de perros’, también se ha encargado de que el siglo XXI no se olvidara de Jeff Goldblum, que en esta película de animación aporta su voz. Lo próximo, sin embargo, es con el español Juan Antonio Bayona, con quien estrena el 8 de junio ‘Jurassic World: El reino caído’, quinta entrega de la exitosa serie que él mismo inició en 1993.
Wes Anderson es, sin duda, un director importante ya en su carrera. ¿Recuerda cuándo se conocieron?

Hace 13 años, por ‘Life Aquatic’. Me dijeron que Wes quería reunirse conmigo, sin ningún proyecto en principio. Eligió un restaurante en Nueva York, un sitio muy bohemio, con estilo. Cenamos juntos, me dijo qué películas mías le gustaban y que quería contar contigo para algo “sobre un pez y el océano”. Pasó un tiempo y fui a la lectura del guion de ‘Life Aquatic’, con Bill Murray y otros actores que al final no acabaron en la película. Así que supongo que fue como una audición, y al parecer la pasé.

Después rodamos en Cinecittà y, como Wes está conectado con la gente más interesante del mundo y la gente más interesante del mundo le busca, conseguimos ir a la Villa de Gore Vidal en el sur de Italia… Fue algo muy especial. Después vino ‘El gran hotel Budapest’, donde nos alojó a todos en el mismo hotel y todas las noches un chef nos preparaba una cena especial y Wes nos tenía alguna sorpresa. Como Robert Altman, es de esos directores que hace del rodaje también una obra de arte.¿Qué significa en Hollywood tener una relación así de especial tantos años?

Es increíble. Estaría agradecido por haberlo conocido solo una vez, y haber hecho una única película con él. Si estuviera a punto de pasar a otra vida, mi deseo final sería cenar con Wes Anderson al menos una vez. Es un sueño hecho realidad para mí. Porque cuando era niño era una fantasía salvaje y romántica que fuera a hacer algo parecido a esto: soy de Pittsburgh, mi padre es médico… A los 10 años decidí ser actor, pero me lo guardé como el mayor de los secretos.En los dos últimos años que viví en Pittsburgh escribía cada día en la puerta de la ducha: “Por favor, dios, déjame ser actor”. Y luego lo borraba. Y me despertaba por la noche y miraba a la luna, etc. etc. Así que el hecho de que me haya pasado todo lo que me ha pasado, de que siga aquí trabajando con la gente más interesante después de varias décadas, me hace sentir aún en el umbral de mi carrera, porque soy un rezagado, y creo que ahora es cuando me está llegando lo mejor.En ese mirar atrás, ¿cómo es retomar uno de sus papeles más famosos, Ian Malcolm, en la próxima ‘Jurassic World: El reino caído’?

Fue maravilloso trabajar en la primera con Steven Spielberg. Y ha sido muy divertido hacerlo con Juan Antonio Bayona. Es un director maravilloso, un tipo muy pasional y lleno de energía, estaba muy interesado en mi papel, en hacer de la ciencia el bueno y de la política el malo. Luego hice un anuncio de Jeep para la Superbowl dirigido por Colin Trevorrow, que dirigió la anterior ‘Jurassic World’, así que interpreté a Ian Malcolm también en ese anuncio, y me gustó darle otra vida… aunque ni él ni yo ya tenemos el mismo pelo.
¿Asusta verse en películas de hace 20 años?

La vida sigue (se ríe). Es una buena lección: aceptar el paso del tiempo. No me importa cumplir años. Aunque es fácil para mí decirlo porque todo me va bien, pero sé que todo puede desaparecer en un segundo. Es mejor aceptarlo que lucharlo o intentar mantenerse exactamente igual que antes.
La gente parece admirarle más que nunca, internet se ha vuelto loco con todo lo que le rodea. ¿Cómo lleva esta imagen de culto?

Es dulce. Probablemente efímero, pero divertido. La gente siempre ha sido muy amable conmigo. No dedico mucho tiempo a las redes sociales; ahora tengo Instagram y subo algunas cosas, pero lo que más me divierte y le divierte a mi mujer [la gimnasta y contorsionista Emilie Livingston, con la que lleva seis años y tiene sus dos hijos] es buscar en Instagram #JeffGoldblum y ver lo que sube la gente sobre mí: los tatuajes que se hacen de mi cara o las tazas o las cortinas de ducha. Es un poco estúpido pasar tanto tiempo viendo estas cosas.
Tampoco le quedará mucho tiempo libre ahora que ha sido padre por segunda vez. ¿Le ha cambiado mucho la vida?

Podría estar hablando horas sobre eso. Pero la respuesta es sí. Charlie Ocean tiene ahora dos años y medio y River Joe tiene 10 meses. Son maravillosos y estoy loco por ellos. Ha mejorado mi relación con Emilie. La paternidad juntos es maravillosa y exigente, te hace una persona más emocional.
Y roba mucha energía.

Sí mucha, pero por suerte, estoy bien. Soy bastante disciplinado, y desde hace dos años y algo tengo una razón real para levantarme cada día no solo por trabajo, cada día es un día de trabajo con Charlie despierto desde las siete. Así que me acuesto pronto y sobre las seis me levanto y toco el piano y canto durante unos 45 minutos, hago un poco de ejercicio, trabajo en el guion en el que esté, me arreglo y me voy con él.
¿La música ha sido tan importante como la interpretación?

Sí, la música para mí es todo. Me gusta hablar con los compositores de las películas, saber qué música van a usar en cada escena para prepararme. Creo que Fellini solía hacerlo, ponía música en el rodaje para que entraran en las sensaciones. Me pongo canciones antes de empezar a rodar. Y ensayo a diario porque cada miércoles toco el piano en una sesión de jazz en el club Rockwell en Los Ángeles. Todo el que vaya por la ciudad puede ir a verme.

¿Cuando empezó hubo alguien que le recomendara ser menos extravagante?

Mmm… no. Una de las cosas que aprendí enseguida de Sandy Meisner fue: “No copies a nadie”. Si alguien quisiera escucharme, yo le aconsejaría que encontrara su propia voz, eso es lo que ha guiado mi aventura. Además, nadie tenía que decírmelo, ya me lo decía yo, sabía que era un poco extraño. Tampoco quería ser Mr. Raro, quería conseguir papeles que incluyeran romance. Por supuesto, tuve que ajustarme un poco al apetito creativo del mercado. Y, ahora mismo, soy más dueño de una voz particular, de algo que he creado y que he disfrutado creando.
¿Le ha sorprendido lo que se ha destapado en Hollywood en los últimos meses?

Qué puedo decir. Como hombre, lo mejor que puedo hacer es escuchar y comprender. Apoyar y celebrar a las mujeres valientes que han hablado y resistido. Ser receptivo y estar dispuesto a aprender de mi propia experiencia para siempre ser capaz de mejorar en términos de respeto y civismo y sensibilidad.

Por Redacción Gentleman

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