En 2001, en el epílogo de ‘Los Cuadernos de Lanzarote II’, el propio Saramago había anunciado que pronto vería la luz un «sexto cuaderno» que permanecía oculto en su ordenador y narraba «las ideas, los hechos y también las emociones con que el año 1998 me benefició y alguna vez me agredió».
Pero el frenesí de actividades a las que se vio abocado inmediatamente después de la concesión del Premio Nobel, más el hecho de que, justo en esa época, reemplazara su antiguo ordenador por otro que no estuviera tan cargado de asuntos pendientes, desterraron esas palabras tan esperadas al fondo de un disco duro.
Más tarde, cuando Saramago pudo retomar su relación con la escritura, hizo sospechar que tal vez ese misterioso diario, del que nadie había leído ninguna palabra, ya no aparecería.
Pero en febrero de este año, mientras se trabajaba en la recopilación de sus conferencias y discursos, se produjo un hallazgo extraordinario en el pozo sin fondo del disco duro del ordenador reemplazado: un archivo titulado Cuaderno 6. Y allí estaba. Doscientas páginas que, a veces en forma de apuntes sueltos, certeras y precisas reflexiones filosóficas, artículos políticos o literarios y ejemplos de la correspondencia con sus lectores, nos ofrecen una visión única de la vida y el pensamiento del autor.