Apple ha vuelto a batir récords en su último ejercicio fiscal. El cuarto trimestre ha sido el mejor de su historia con unos ingresos de 54.000 millones de euros, casi un 20% más que el mismo trimestre del año pasado, y unos beneficios de 12.200. Y ha vendido 46,9 millones de unidades del iPhone y 9,69 millones de iPad en ese periodo. Una barbaridad que tiene detrás a un líder llamado Tim Cook (Timothy Donald Cook), nacido en Alabama en 1960, director ejecutivo del grupo.
Cook es hijo de un obrero de los astilleros y de ama de casa. Se graduó en Ingeniería Industrial y en Administración de Empresas. Tras 12 años en IBM, llegó a Intelligent Electronics y luego a Compaq, donde recibió la llamada de Steve Jobs para ir a Apple. Corría 1998 y empezó una carrera meteórica haciéndose cargo de Operaciones Mundiales, donde destacó por el incremento de los márgenes empresariales.
En los sucesivos cargos que ocupó, tomó decisiones arriesgadas pero exitosas: logró que la compañía usase procesadores Intel, que siempre había rechazado, e hizo que Apple se desprendiera de la fabricación de sus ordenadores, delegándolos en contratas. En ese periodo sustituyó dos veces de forma interina a Jobs, por problemas de salud. Hasta que en 2011 entró a la junta directiva a propuesta de Jobs, al que sustituyó definitivamente.
Gran aficionado al ciclismo y la naturaleza, se despierta muy temprano, revisa el correo (cerca de mil diarios) y pelea contra el estrés en el gimnasio. Luego desayuna clara de huevo, cereales sin azúcares y leche de almendras. Es un jefe exigente, pero atiende todas las llamadas de los empleados. En 2014 anunció que era homosexual con el propósito, según sus palabras, de ayudar a los jóvenes que tengan tal orientación.