La clave del Rosé es la calidad de la Pinot noir, y en 2005 no hay duda de que el potencial existía para crear una gran añada de Rosé. Aún más que en el caso del blanco, Dom Pérignon Rosé 2005 pone en tensión los principios estéticos de Dom Pérignon. Sorprende por su carácter vibrante y tónico de su paso por boca que desvelan la riqueza y la estructura. Un año de contrastes, globalmente cálido y con déficit hídrico. Si bien el mes de agosto fue canicular, las lluvias y el frío de Septiembre parecieron atemperar el entusiasmo inicial. Una selección drástica del viñedo nos permitió garantizar finalmente un volumen limitado pero de una calidad excepcional. La madurez aromática es inédita.
En nariz, las notas tropicales, la guayaba, la hoja de curry, se unen a aquellos aromas más clásicos a corteza de cítricos y frutos de hueso bien maduros. El cacao y las especias torrefactas completan el todo. En boca, la vinosidad es la tónica, la riqueza inicial se engrandece y se afirma, más física, sólida y estructurada. El final es remarcable, con ligeros toques a regaliz y sobre el amargo jugoso de la naranja sanguina.