La ópera es el arte de la emoción absoluta: una forma de unir música, palabra y drama en un mismo escenario. En el Café de la Ópera, esa misma ambición se traslada al plato. Aquí no hay divas ni tramoyas, pero sí una partitura de sabores que se interpretan con la misma precisión que un aria de Puccini.
Este sábado 25 de octubre, el emblemático restaurante frente al Teatro Real rendirá homenaje al género que le da nombre con una jornada que pone en escena toda la emoción de la ópera. Desde las 19:00 horas, las voces de la Compañía Lírica de El Café de la Ópera llenarán de música su gastrobar y su terraza, ofreciendo actuaciones gratuitas que transformarán la calle Arrieta en un pequeño escenario al aire libre, compartiendo el espíritu de la ópera con madrileños y visitantes.
A las 20:30 horas dará comienzo la esperada Cena de Gala del Día Mundial de la Ópera, una cita donde la gastronomía se viste de gala para compartir protagonismo con la lírica, entre sabores y notas musicales.
Bajo el título de la célebre ópera Euridice, el menú de gala se concibe como una partitura culinaria en cinco actos, cada plato una emoción, cada sabor una nota sostenida. Abre la velada una croqueta de centollo sobre mermelada de piquillos, que anticipa el juego entre la tradición y el refinamiento que guiará toda la cena. Le sigue una bisque de langostinos con caviar de wasabi— una armonía entre la intensidad marina y el punto oriental— antes de pasar al tercer “movimiento” en el que se sirve un taco de merluza al horno con verduritas baby salteadas al wok.
El plato principal, un lingote de cordero confitado en reducción de Pedro Ximénez con puré de apio nabo, culmina como una gran aria: denso, elegante, con esa mezcla de fuerza y dulzura que caracteriza a los grandes finales. Y el postre, una tarta cremosa de queso gallego con teja de chocolate negro y helado de violeta, baja el telón con notas florales acompañadas por una cuidada selección de vinos —José Pariente Verdejo, Beronia Reserva y cava Juvé & Camps— que completan la sinfonía.
Desde su fundación en 1997, El Café de la Ópera ha convertido la experiencia gastronómica en un espectáculo sensorial. Su propuesta de Cena Cantada, dirigida artísticamente por Manuel Ganchegui, reúne cada noche a voces líricas de reconocido prestigio y pianistas de primer nivel que interpretan arias, dúos y romanzas entre plato y plato. No hay telón ni distancia entre artistas y público: el comensal se convierte en espectador privilegiado, testigo de una magia que solo sucede cuando el arte y la emoción comparten mesa.
Más de 25 años después, el restaurante se ha consolidado como un referente internacional en la unión entre gastronomía y ópera. Su ubicación —frente al majestuoso Teatro Real— parece casi un guiño del destino, una prolongación natural de la gran casa de la lírica madrileña. En sus mesas, turistas y madrileños comparten ese mismo ritual: cenar, escuchar, sentir.
Además de las cenas cantadas, el Café de la Ópera ofrece momentos que prolongan la velada; su Ópera Brunch, sesiones de Piano Jazz y una terraza de cócteles invitan a dejarse llevar por la música y los sabores. En cada rincón del restaurante, la lírica se hace palpable y cada plato y cada nota musical se viven no solo con los oídos, sino también con el paladar.
