Madrid ha sido el lugar escogido por Flor de Caña para iniciar su expansión por Europa y para ello ha creado en el número 19 de la calle Claudio Coello un espacio inmersivo a través del cual quiere que los visitantes se sumerjan en el mundo del ron.
La prestigiosa marca creada en Nicaragua propone desde este punto un recorrido multisensorial con el que conocer su origen, su compromiso con la sostenibilidad y los valores que han hecho de esta marca un referente global. Para ello se ha apoyado en la firma boutique de diseño y arquitectura de interiores AdeL fundada por Anouk de Lesparda, que es quien e ha encargado del diseño de este sitio que es mucho más que una simple tienda.
Cada uno de los rincones ha sido pensado para narrar la historia de este ron nacido a la sombra del volcán San Cristóbal. Desde la zona dedicada al añejamiento, por ejemplo, que es un homenaje al proceso de elaboración del ron y de la correcta manera de servirlo; hasta las barricas de roble, que al estar en penumbra con una luminosidad casi teatral crean una atmósfera mágica que transporta al visitante a las bodegas de la marca.
Aquí está también hay un área con barricas dispuestas verticalmente que contienen diferentes añadas, el cual está reservado para que los asistentes puedan participar en la creación de sus propias botellas jugando a ser mixólogos y maestros roneros por unas horas. La estantería que almacena los frascos vacíos se hizo a medida con antiguos rieles de tren y baldas de madera recicladas como un guiño al tren Ingenio de San Antonio que está muy ligado a la historia de Flor de Caña.
Un espacio sostenible
Dado que la sostenibilidad es uno de los pilares de esta destilería, el objetivo del estudio arquitectónico AdeL era lograr que este entorno respirara autenticidad y conexión con la tierra. Es por eso que cada detalle ha sido escogido por su capacidad de minimizar el impacto en el planeta y se ha optado por la recuperación de materiales originales así como por la integración de elementos naturales e implementación de sistemas de iluminación eficientes.
Esto es algo que se nota desde la entrada, donde la madera y la piedra se combinan con elementos reciclados como el ladrillo visto, para así crear una atmósfera auténtica y llena de carácter en la que también influye la luz natural.
El salón bautizado como 1890 también homenajea los orígenes de Flor de Caña. Las molduras alrededor de las puertas y los objetos antiguos transportan al visitante a una época pasada, mientras que los elementos contemporáneos incorporan un toque de modernidad. Un contraste entre lo antiguo y lo nuevo que refleja la evolución de la marca y su capacidad para adaptarse a los tiempos.
Aquí la mayoría del mobiliario y elementos decorativos provienen de tiendas físicas y plataformas de venta de segunda mano por lo que se pueden encontrar desde un conjunto de sofá y sillas isabelino, a un gramófono, pasando por un escritorio de acordeón o un perchero de pie.
Mucho más diáfana es la zona de cata o Masterclass, una cueva cóncava que genera un ambiente íntimo gracias a su barra central de un intenso azul cobalto inspirada en los tonos del mar Caribe, la cual invita a descubrir los matices de cada ron. Un espacio con iluminación tenue y cálida que acentúa la experiencia sensorial al permitir que los aromas y sabores se expresen plenamente.
El recorrido termina en el área ECO, en el cual la naturaleza se fusiona con el diseño al crear una sensación selvática con plantas naturales suspendidas en el falso techo que, al tiempo que purifican el aire, aportan una sensación de calma y bienestar.