No teman. La única revolución que leerán en estas líneas es la del arte. En esta ocasión, quien encabeza la rebelión es la londinense Royal Academy of Arts, que hasta el 17 de abril explora el que probablemente ha sido uno de los periodos más significativos de la historia moderna: la revolución rusa. A través de artistas como Kandinsky, Malevich, Chagall o Rodchenko -que vivieron en primera persona los acontecimientos-, la exposición aprovecha el centenario de la revolución para explicar los 15 años más tumultuosos del país (1917-1932).
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Sin embargo, cuando la sociedad rusa estaba sumida en la incertidumbre, el arte del país floreció para dar un nuevo color a una etapa gris que, por desgracia, se acentuó tras la llegada de Stalin al poder en 1932, con el arte como principal perjudicado. La exposición dibuja por primera vez el paisaje artístico de la Rusia postrevolucionaria, que abarca las siempre audaces innovaciones de Kandinsky, las abstracciones de Malevich y la aparición del realismo socialista, que llegaría a definir el arte comunista como único estilo aceptado por el Régimen.
La exhibición recoge también fotografía, escultura, cine de maestros como Eisenstein y carteles de propaganda evocadores de lo que fue una época de oro para el diseño gráfico.
Pero hagamos un ejercicio de imaginación. ¿Y si pudiesen viajar a la Rusia de la revolución? La exposición lo hace posible gracias a la recreación de un apartamento diseñado para la vida comunal y la presentación de objetos cotidianos que van desde cupones de ración y textiles a la porcelana soviética brillantemente original.
Pero más allá de las obras de arte, la exposición es capaz de captar tanto las aspiraciones idealistas como la dura realidad que vivió la población rusa durante aquellos años. Definitivamente, la revolución ha llegado.