Rumbo a Svalbard: tierra de osos

Crucero de expedición Greg Mortimer cerca de Torellneset Alkefjellet, en el archipiélago de Svalbard.

Crucero de expedición Greg Mortimer cerca de Torellneset Alkefjellet, en el archipiélago de Svalbard, en el Océano Ártico, a medio camino entre Noruega y el Polo Norte.

Spitsbergen, o Svalbard como lo llaman en noruega, es un conjunto de islas en el Mar Ártico al norte del país, a medio camino del Polo Norte, con apenas 2.700 habitantes. En invierno, está cubierto de nieve y la temperatura promedio baja hasta los 15 grados negativos. El sol no hace acto de presencia, así que, durante el día, la luz más brillante es la de la luna cuando se deja ver y de unas estrellas que brillan como en pocos lugares.

Cada vez son más los cruceros con turistas que durante el verano boreal se atreven a llegar hasta estos confines. El Greg Mortimer de Aurora Expedition no es uno más: hablamos de un rompehielos de nueva generación, construido en 2019, de apenas 104 metros de eslora y 80 camarotes. Su nombre homenajea a Greg Mortimer, el alpinista y explorador polar australiano fundador de la naviera Aurora Expediciones. Dispone de una biblioteca surtida de libros de aventuras y está equipado con gimnasio, sauna, y dos jacuzzis al aire libre con increíbles vistas de los horizontes polares. Además, cuenta con 15 zódiacs para aventurarse en los rincones más remotos de este desierto helado.

Fotografía:Sergi Reboredo
Ballenas beluga y témpanos de hielo en Spitzbergen del Sur, Svalbard; e icebergs azules, que adquieren ese color porque apenas dejan espacio para que los rayos solares penetren entre las burbujas atrapadas en su interior.

Lilliehöökbreen, rumbo al Norte

El día es gris y las temperaturas, extremadamente bajas a pesar de ser junio. Decenas de gaviotas nos acompañan mientras dejamos atrás Longyearbyen, iniciando una ruta circular de 11 días. El primer lugar en el que recalamos es el impresionante glaciar Lilliehöökbreen, de 22 kilómetros de longitud. Desembarcamos las zódiacs y comprobamos los efectos del cambio climático: unos ensordecedores estruendos marcan la precipitación al mar de secciones de más de 100 metros de altura de enormes masas de hielo.

A medida que nos alejamos de Lilliehöökbreen, enormes y relucientes masas de hielo color azul zafiro, de peculiares formas, pasan por nuestro lado. Nuestro primer desembarco en tierra firme es en Signehamna, una bahía y puerto natural en Albert I Land, en el lado occidental de Lilliehöökfjorden, incluida en el Parque Nacional Nordvest-Spitsbergen, un lugar que todavía alberga reliquias como la primera estación meteorológica, llamada Knospe y construida en 1941. Howard Whelan es nuestro guía de expedición. Va armado con un fusil. Parte de la vida cotidiana es también la amenaza, siempre presente, de los osos polares, que superan en número a los lugareños. A nadie se le permite viajar por tierra sin los medios para defenderse de estas criaturas, que pueden llegar a pesar 700 kilos.

Fotografía:Sergi Reboredo
Familia de osos polares en Storoya, Svalbard. Su presencia, a veces amenazante, forma parte de la cotidianeidad de la vida en este archipiélago.

Smeerenberg, en la isla de Ámsterdam, es nuestra siguiente parada. Un grupo de morsas descansa plácidamente en la orilla de la playa mientras varios kayaks pasan justo a su lado. Antaño, Smeerensburg fue un asentamiento ballenero, fundado por daneses y holandeses en 1619 como uno de los puestos de avanzada más septentrionales de Europa. Con la población local de ballenas de Groenlandia pronto diezmada y la caza de ballenas convertida en una industria pelágica, Smeerenburg fue abandonada alrededor de 1660. Este inhóspito lugar saltó a la palestra gracias la película de animación Klaus (2019), escrita y dirigida por el español Sergio Pablos y nominada a los Oscars, en la que un cartero destinado en contra de su voluntad a esta isla del círculo polar se hace amigo de un misterioso carpintero llamado Klaus.

El viaje conduce hacia el norte, a un área con islas escarpadas, enormes acantilados glaciares, tundra amplia y un mundo animal único. La vegetación en este paisaje es bastante escasa, pero el mundo animal tiene una fascinante variedad de especies: por un lado, solo musgos y líquenes; por otro, renos, zorros árticos, focas, enormes colonias de aves y morsas, ballenas y osos polares que en el verano polar a menudo viven en los bordes de la banquisa frente a las siete islas itinerantes. La observación de los animales en su entorno natural y los magníficos espectáculos naturales hacen que este crucero de expedición entre el Círculo Polar Ártico y el Polo Norte sea inolvidable.

Fotografía:Sergi Reboredo
Aves polares volando cerca de Storoya, en el archipiélago de Svalbard.

¡Oso a la vista! La megafonía del Greg Mortimer lo anuncia claramente. Se paran máquinas y las cámaras de fotos se activan repetidamente. El animal se acerca hasta prácticamente olisquear el casco del bote; gira y emprende el camino de vuelta. No será el único oso que veamos: casi todos los días del circuito hubo avistamiento, incluso con familias al completo.

Las morsas de Torellneset

El acantilado de Alkefjelle, en Torellneset, es todo un espectáculo. Decenas de miles de araos de pico grueso habitan en estas escarpadas montañas. Son excelentes buceadores y pueden alcanzar profundidades de hasta 150 metros y permanecer bajo el agua hasta cuatro minutos. Las morsas parecen convivir en plena armonía con los renos a nuestra llegada a Faksevagen Fakse Bay, en la entrada al fiordo de Lomfjord. Ellas descansan en una cala apartada y ellos pasturan en la tundra a escasos metros.

Por la tarde, nuestro rompehielos pone rumbo al sur, atravesando las islas deshabitadas de Barentsøya y Edgeøya para recalar junto a las paredes del glaciar Samarinbreen. Un precioso paisaje montañoso al resguardo de una bahía, reflejada a la perfección en estas aguas cristalinas al sur del fiordo Hornsund. El glaciar lleva el nombre de Samarin, el nombre de un artesano, pescador y miembro de expediciones al Ártico entre 1899 y 1902. El cielo está despejado y el sol parece intentar calentar un paisaje gélido. Alguno aprovecha para darse una zambullida en el agua del mar casi congelada, casi un rito de iniciación para los visitantes al Ártico.

Fotografía:Sergi Reboredo
Colonia de morsas en Faksevagen Fakse Bay (Faksevagen). En algunas zonas, mientras la flora es escasa, a base de líquenes y musgos, la rica fauna incluye renos, zorros, focas, aves, ballenas u osos.

La última caminata la hacemos en Ingebrigtsenbukta, una bahía de tres kilómetros en la costa sur de Van Keulenfjorden dentro del Parque Nacional Sør-Spitsbergen. Antes de llegar a Longyearbyen de nuevo, desplegamos nuestras zódiacs en Gasbergkilen, donde cientos de pájaros anidan en las rocas. De repente aparece en escena un zorro polar que amenaza la bandada buscando alimento. Todos miramos atentos el desenlace.

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