Por mucho que la cocina de vanguardia y los locales modernos sigan en auge, los establecimientos tradicionales que ofrecen recetario clásico que ha ido pasando de generación en generación y que uno termina considerando casa siempre son garantía de éxito. Por eso la Guía Repsol ha querido reivindicarlos en su entrega de premios Soletes de este año.
En esta décima edición, la entidad ha reconocido la labor de todas esas casas de comida, bares, cafeterías, vinotecas y restaurantes con solera que resisten al paso del tiempo gracias a que llevan años apostando por lo auténtico. «Queremos celebrar a quienes se han mantenido fieles a los sabores en los que se reconocen varias generaciones. Estos Soletes con Solera comparten una filosofía común que se nutre del entorno y la herencia recibida, tan vigente en pueblos y ciudades pequeñas y que en los últimos tiempos ha contagiado de ese arraigo a las grandes urbes y a una parte de los que están estrenando sus negocios», ha explicado la directora de la Guía Repsol, María Ritter.
En total 330 negocios han entrado por primera vez en este recopilatorio que ha sido presentado en Córdoba como perfecto enclave que prueba su evolución desde el respeto de sus raíces y su mezcla de culturas.
En Madrid, por ejemplo, son 22 nombres los que han recibido esta distinción: Bora-Bora, Casa Enriqueta, Casa Labra, Casa Mingo, Doble y Gilda, El Bierzo, El Cangrejero, El Greco, El Nuevo Zaguán, La Andaluza, La Castañal, La Gran Tasca, La Mina, La Taberna Antonio Sánchez, La Tienta, La Violeta, Trabancos, El Corral de la Abuela, en Aranjuez; Jardín de Felipe, en Navacerrada; La Balconada”, en Chinchón; La Venta Vieja, en Cercedilla; y la Antigua Pastelería del Pozo, ya que en este 2024 se ha querido premiar también la labor de esos hornos en los que se pueden probar dulces típicos de cada zona.
La capital no es la única que ha centrado la atención entre los Soletes. Los expertos de la guía han trazado un listado donde todas las provincias están más representadas que nunca para así tratar de descubrir establecimientos que habitualmente no se conocen pero que merece la pena tener en el radar.
Se han repartido los premios entre las cocinas cuyas recetas se mantienen inalterables pero es la experiencia la que los enriquece año tras año. Sitios que han resistido durante décadas fieles a un mismo concepto como por ejemplo Casa Enrique en Granada, Casa Montoliu en Tremp (Lleida), Silvestre de Vila-Real, en Castellón; Hostel Pinós, en Lleida; Gafiq, en Benalcázar (Córdoba); o Taberna Terrón, en Badajoz, donde hasta la carta está en pesetas hoy en día.
Otros establecimientos no tienen tanta historia detrás pero parecen haberse tomado muy en serio lo de rescatar la memoria gustativa com concepto gastronómico. Es el el caso de restaurantes como El Txakoli de El Paladar, en Portugalete; Matria, en Jerez; La Majada, en Artenara (Las Palmas); o Chichalovers, en Santiago de Compostela; este último, un espacio con bocadillos de autor a partir de materia prima de ganadería propia y pan de obradores locales.