¿Quién no ha oído hablar de St. Moritz (Suiza) como destino top para practicar el esquí? Esta pequeña localidad alpina aglutina a famosos de todo el mundo durante los meses de invierno atraídos por sus hoteles de cinco estrellas, restaurantes de lujo, su campeonato de polo en el lago o las tiendas de grandes firmas. Pero lejos de todo ello, existe otro St. Moritz, el de un pueblo de 3.000 habitantes (en invierno más del doble), al que se puede llegar en un tren desde Zúrich (además de en avión privado) que traviesa verdes prados, montañas majestuosas, pueblos alpinos y lagos cristalinos. Esta es la opción más sostenible y relajada con vagones panorámicos para aquellos viajeros que buscan reducir el impacto ambiental. Este recorrido, a bordo de los trenes del Ferrocarril Rético (Rhaetian Railway), reconocido como Patrimonio Mundial de la UNESCO, cruza por imponentes viaductos y túneles maravillas de la ingeniería. Es sin duda una de las rutas más pintorescas de Europa y una manera ideal de llegar a nuestro destino, el icónico Hotel Grace La Margna St. Moritz conectado con la estación.
Este elegante hotel boutique que, combina la herencia alpina con un diseño contemporáneo, nos recibe con unas vistas espectaculares al famoso lago que, en invierno se congela con un metro de hielo en profundidad y donde se juegan míticos partidos de polo. El hotel fue construido en 1906 por el prestigioso arquitecto Nicolaus Hartmann y, recientemente ha sido cuidadosamente restaurado para preservar su esencia histórica. Grace La Margna abre los 365 días del año y aquí se puede disfrutar de una experiencia gastronómica con cocina mediterránea y francesa (la raclette es su especialidad), además de su icónico cocktail bar y su elegante Living Room para relajarse junto a la chimenea con el té de la tarde o un cocktail de autor.
Al llegar al spa, nos detenemos especialmente en su piscina interior de 20 metros con vistas a la montaña unida a un jacuzzi y que se completa con sauna, baño turco, baño de hielo y cabinas con tratamientos basados en elementos de la naturaleza. Merece la pena destacar sus masajes deportivos especiales para desentumecer músculos agarrotados por las caminatas por la montaña, los trayectos en bicicleta o el esquí y las sesiones de yoga o Pilates al aire libre.
Aguas mineromedicinales y sol 322 días al año
St. Motiz, revela una cara igualmente fascinante en los meses de primavera, verano y otoño. Las nieves del invierno dan paso a paisajes verdes y cristalinos verdaderos santuario para los amantes de la naturaleza y la aventura. En estas estaciones se puede descubrir un abanico de experiencias al aire libre perfectas para quienes prefieren la montaña tranquila al bullicio y la masificación de las playas. St. Moritz presume de tener 322 días de sol año y su clima -dicen los nativos-, es como el champán; dorado, seco y fresco.
Y es que, desde el siglo XIX, cuando se documentaron oficialmente las propiedades medicinales de las aguas termales de esta zona, St. Moritz se consolidó como un destino de verano. Sus aguas, ricas en hierro y famosas por sus propiedades curativas desde la época romana, atrajeron a visitantes que buscaban bienestar y exclusividad. Este pequeño rincón alpino se convirtió en refugio para la élite europea. La llegada del ferrocarril Rético en 1889, facilitó el acceso al valle, marcando un auge en el turismo estival que no solo atrajo a aristócratas, sino también a artistas y personalidades influyentes, consolidando la reputación de St. Moritz como un lugar de veraneo cultural y sofisticado. A lo largo de las décadas, figuras icónicas como Brigitte Bardot, Coco Chanel y Charlie Chaplin, eligieron St. Moritz para disfrutar de sus veranos, atraídos por su atmósfera de sofisticación y serenidad. En invierno, Norman Foster (artífice de uno de los edificios más famosos de estas montañas), Elena Ochoa, Pablo de Grecia y Mari Chantal Miller o la familia de Mónaco, acuden atraídos por las pistas de esquí y el ambiente nevado.
¿Qué hacer fuera de la temporada alta?
Además de evitar aglomeraciones (la población aumenta de 3.000 a 8.000 habitantes en invierno), el acudir fuera de temporada, permite alojarse en los lujosos hoteles de cinco estrellas a un precio mucho más bajo. Pero esto no significa que el visitante pueda aburrirse, ¡todo lo contrario!
Desde el 15 de junio hasta el 15 de octubre, el lago Sils organiza navegaciones en barco de vela, una manera única de explorar los paisajes alpinos desde el agua. Y, el hotel Grace La Margna puede preparar un picnic gourmet junto al lago para completar esta experiencia.
Ciclismo con modernas bicis eléctricas para descubrir rutas de montaña y lagos escondidos donde es posible darse un baño terapéutico y nadar en sus aguas limpias, escalada y senderismo para todos los niveles (incluso en el glaciar Morteratsch), son otras opciones que también organiza el hotel. Para los más aventureros, una travesía por los rápidos del río Inn, parapente o vuelo en helicóptero para contemplar desde el cielo los picos de las montañas y los lagos cristalinos. La visita a una fábrica de quesos o la degustación de chocolates son otras excursiones más tranquilas pero no menos atractivas.
Pero, además, St. Moritz no solo es un destino de aventura, también es un tesoro cultural. Es famoso su Festival de Jazz, con artistas venidos de todo el mundo durante los meses de julio y agosto. Los conciertos se organizan en diferentes lugares de la ciudad y algunos son gratuitos. A primeros de julio y a finales de agosto, se congregan exhibiciones de coches antiguos británicos e italianos y el Country Polo Tournamet, se realiza el 27 y 28 de julio donde se combinan deporte y elegancia.
En el Cresta and Bob Museum, se puede descubrir los orígenes del turismo alpino y los deportes de invierno y, aprender sobre el papel de St. Moritz en los Juegos Olímpicos de 1928.
El Berry Museum (íntimo y fascinante), nos sumerge en el arte y la historia de la región y el famoso Museo Segantini alberga la obra del pintor italiano. Sus cuadros realistas, reflejan instantes de la vida cotidiana de los paisajes alpinos.
