Jordi Mollà se mueve en un espacio creativo constante y paradójico. Interpreta, dirige, escribe, pinta, lee sin parar, pero también duerme la siesta y practica la contemplación. Se confiesa, además, un gran creyente.
Jordi Mollà se mueve en un espacio creativo constante y paradójico. Interpreta, dirige, escribe, pinta, lee sin parar, pero también duerme la siesta y practica la contemplación. Se confiesa, además, un gran creyente.