¿Por qué los protagonistas de las obras clásicas nunca sonríen?
No hace falta más que visitar cualquier museo o galería de arte para percatarse de que los protagonistas de las obras clásicas siempre aparecen retratados con un gesto serio. Existen varias versiones que explican el motivo de esta tendencia en la historia del arte. Los hay quienes sostienen que pintar una sonrisa es complejo, además […]
No hace falta más que visitar cualquier museo o galería de arte para percatarse de que los protagonistas de las obras clásicas siempre aparecen retratados con un gesto serio. Existen varias versiones que explican el motivo de esta tendencia en la historia del arte. Los hay quienes sostienen que pintar una sonrisa es complejo, además de agregar un elemento que complica la ejecución de una obra; además del rictus, los dientes también presentarían un desafío para el artista. Otra tesis sostiene un argumento más sencillo: la salud bucodental de nuestros ancestros no era rozagante; raras eran las personas que detentaban en buen estado sus piezas dentales, y en esto casi no había diferencia entre clases altas y bajas. Con estas premisas, y para celebrar medio siglo de existencia, Laboratorios Lacer organizó una curiosa visita de única vez, llamada El arte de sonreír, que recorría algunas obras del Museo del Prado para reflexionar sobre la evolución de la higiene oral a lo largo de la historia.
Un paseo por la historia del arte
Guiados por los especialistas de la casa y por el catedrático e historiador de la odontología Javier Sanz Serrulla, se realizaron algunas referencias técnicas e históricas ante piezas cuadros como Las tablas de Adán y Eva, de Durero; Las tres Gracias, de Rubens; Las meninas, de Velázquez; y Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci.
El recorrido finalizó con la sonrisa al óleo de El sacamuelas, de Alenza y Nieto, que desvela cómo se las gastaban siglos atrás -y no tantos- para realizar una extracción dentaria. Tal como remató Sanz Serrulla, "en aquella época sólo podían ejecutar esa acción aquellas personas que utilizaran pinzas como herramientas habituales, es decir herreros o carpinteros".
Celebremos, pues, el privilegio de esta época, que pese a algunos remilgados, es posible disfrutar de llevaderas visitas al dentista. Por cierto, quizá a alguien se le ocurra organizar una exposición más extensa, abierta al público, con el título propuesto para esta interesante experiencia.