La historia de Ferrari: cómo nace el mito de los mejores coches de competición
Los principios del siglo XX fueron los tiempos de los pioneros del automovilismo, pero ya se habían organizado carreras y en Italia, los primeros constructores , Fiat y Alfa Romeo, competían en velocidad y audacia. En 1908, cuando tenía diez años, el joven Enzo Ferrari (a la izquierda, en una imagen de su juventud) asistió […]
Los principios del siglo XX fueron los tiempos de los pioneros del automovilismo, pero ya se habían organizado carreras y en Italia, los primeros constructores , Fiat y Alfa Romeo, competían en velocidad y audacia. En 1908, cuando tenía diez años, el joven Enzo Ferrari (a la izquierda, en una imagen de su juventud) asistió con su padre a una de esas competiciones en la que corría el mismísimo Vincenzo Lancia y que finalmente ganó un conductor mítico de la época, Felipe Lazaro.
La velocidad, el estruendo y la dimensión mítica de aquellas proezas mecánicas sedujeron a quien se prometió en aquel momento dedicar su vida a esa industria. Las calamidades que trajo la Primera Guerra Mundial al joven Enzo, entre ellas la muerte de su hermano, que fue conductor de ambulancia durante la contienda, y el fallecimiento de su padre poco después, dejaron a Ferrari abatido, pero también liberado del yugo familiar que le dirigía profesionalmente hacia el taller que regentaba su padre. Viajó a Turín para buscar trabajo en Fiat. No se lo dieron, y según cuenta la historia, abatido y desolado, se juró que la marca italiana sufriría la humillación en sus propias manos. Lo conseguiría, con creces, dejando en evidencia a los ingenieros y mecánicos de los Agnelli en los años venideros.
El primer Gran Turismo de Ferrari se presentó en 1949. Pero serían los de la serie 250 los que más hondo calarían entre el gran público. En la imagen, el Ferrari 250 GT SWB Breadvan. La evolución del diseño de los coches de carrera está representada por el Ferrari 500 F2 (1952), que impulsó a Alberto Ascari a la victoria en el campeonato de F1 en 1952 y 1953 y el Ferrari F1-2000 (año 2000), ganador del campeonato conducido por Michael Schumacher.
El mítico 125
Para la historia quedará el fiasco de la primera carrera en la que compitió este modelo y aunque se dice que esa sería la razón por la que nunca más se acercaría a un circuito por el que corriesen sus bólidos, lo cierto es que tomó la decisión después de la muerte de su hijo Dino en 1956. Ciertamente, aquel 11 de julio de 1947, en Piacenza, el Ferrari 125 no terminó la competición, pero fue el prólogo de una colección de títulos que ningún otro conductor puede igualar. El Campeonato de Constructores se estableció en 1958 y es lo que hoy conocemos como la Fórmula 1.
Esa fue siempre la gran pasión de Enzo Ferrari y su único interés. Ganar las pruebas de velocidad que década tras década- a excepción de los años 80- dominó sin discusión alguna. "Yo me dediqué a hacer aquello que egoístamente me interesaba- explicaba el constructor en una entrevista a la Rai1 en los años 70-. Quería hacer algo que los demás no podían hacer y además, sacar provecho económico. En la imagen, el trabajo en equipo que explica los esfuerzos que hay detrás de los éxitos de la marca.
La exclusividad de la firma se refleja en la producción de solo 7.000 vehículos al año y en las listas de espera, para los coches más especiales son largas y tienen prioridad los clientes reincidentes. Es el mismo modelo que se da en el mundo del arte, en el que no por estar bien situado social o económicamente se tiene asegurado el acceso a una obra determinada. Ese tipo de exclusividad sigue siendo determinante para la escudería Ferrari.
Para celebrar el 70 aniversario de la marca, el Design Museum de Londres abrió una exposición p