Él se familiarizó desde pequeño con las esencias, los mouillets (pequeñas tiras de papel secante), las flores y las plantas. Tras graduarse en Ciencias Químicas, empezó a trabajar para la marca de cosméticos y perfumería española GAL, y completó su formación entre París y Grasse (ciudad cuna del perfume) y visitando grandes empresas perfumistas como Roure Bertrand, Firmenich, Fils Mane, IFF y D’Argevill. Después, pasó a la casa Loewe, donde ha creado una docena de fragancias todas ellas líderes en ventas. La última: Loewe 001 Man & Woman.
¿Qué aficiones tiene un perfumista?
Cuando el clima lo permite, me gusta estar al aire libre, en contacto con la naturaleza; el campo me ayuda a mantener la nariz limpia. También me gusta viajar, porque en cada país descubro nuevos aromas que me inspiran. Cada lugar tiene su propio perfume.
¿Y a qué huele nuestro país?
España me huele a Mediterráneo que, para mí, es un acorde cítrico y fresco de naranja y limón con toques florales de neroli y petit grain sumados a unas notas agrestes de lavanda y romero. Precisamente España es uno de los principales productores de lavanda.
¿Su olor preferido?
El sándalo para un perfume masculino y todas las variantes de la rosa para uno femenino.
¿Es usted fiel a algún perfume?
No, tengo que probar la competencia y estar al día en moléculas e ingredientes novedosos. A diario no puedo llevar un perfume personal, solo en el que esté trabajando en ese momento. Únicamente el fin de semana podría utilizar algún otro…
¿Hacia donde va la moda en el perfume?
Las últimas tendencias se dirigen hacia los perfumes nicho, de fórmulas más concretas y sencillas, con menos componentes, pero más complicados de construir. El resultado son aromas inéditos, menos comerciales pero mucho más originales, quizás para entendidos o personas sofisticadas que quieren algo diferente y no oler igual que todo el mundo.
El número mágico de Loewe
Juan Parra