Sea como fuere la historia, lo cierto es que quien empieza a llevar tirantes y descubre su comodidad, ya no puede prescindir de ellos. Permiten una caída natural del pantalón, no aprietan, hacen que la raya del pantalón se mantenga impecable y que el dobladillo se apoye suavemente sobre el zapato. Hoy día, los tirantes más especiales son los de grosgrain, mientras que los más prácticos son los elásticos.
En París, Charver, en Place Vendôme, cuenta con los mejores de Francia, mientras que en Londres Fortnum & Mason es la meca del tirante. En Internet también pueden encontrarse piezas únicas. Las webs de Brucle y de Thurston no desmerecen a las físicas. Pero para sacar el máximo partido a los tirantes, hay que tener en cuenta algunas normas. Para que se enganchen mejor a los pantalones han de ir sujetos a tres puntos: uno por detrás y dos por delante (pese a que se encuentran a menudo tirantes con dos enganches también por detrás). No todos los pantalones sirven para los tirantes. Aquellos con ojales de piel, solo se pueden enganchar a pantalones que lleven los botones en el lugar adecuado, dos por cada punto de enganche (es decir, cuatro por delante y dos por detrás, si se usan tirantes en forma de ‘Y’).
Si los pantalones no tienen los botones adecuados, existen dos soluciones. La primera, comprar tirantes con pinzas en lugar de ojales, algo menos elegantes. La segunda consiste en comprar un singular accesorio a la venta en cualquier tienda especializada:una caja con seis pinzas, cada una provista de un botón. Las pinzas se aplican a los pantalones y los botones se abrochan al ojal de los tirantes. Y si no, siempre se puede optar por unos braces clips and buttons, (tipo de tirantes con ambos sistemas de enganche). Un amplio universo por descubrir…