Ben Foster: 30 años de cine y curiosidad infinita

El actor Ben Foster posa para Gentleman.

El actor Ben Foster posa para Gentleman.

En casi cada entrevista que Ben Foster (Boston, 1980) ha concedido en los últimos años, en algún momento se menciona su amor inicial por la actuación y por el cine a través de la comedia. Habla de Bugs Bunny, del héroe de su padre, Peter Sellers, y del trabajo soñado que siempre fue para él formar parte del elenco de Saturday Night Live. “Me gusta hacer reír y me gusta reír”, dice vía Zoom desde su casa en Nashville, Tennessee. “¿A quién no?”. Y, sin embargo, entre risas y aceptación sabe que, tras casi 30 años de carrera, la comedia aún se le resiste. Durante tres décadas, Foster se ha forjado una carrera de personajes intensos, duros, difíciles y también muy distintos entre ellos. El método, sus métodos, para habitar a estos personajes le han llevado por lugares desconocidos, por circunstancias esquivas y detalles inusuales. Su método (o métodos, porque en cada proyecto encuentra uno nuevo) ha atraído mucho la atención, como cuando probó las drogas que Lance Armstrong habría tomado en The Program (El ídolo) (2015) o cuando perdió más de 28 kilos para protagonizar la historia real de Harry Haft en El último superviviente de Auschwitz (2021).

El caso es que Foster es señalado ya como uno de los mejores actores de su generación y, aunque los premios importantes quizá aún se le resisten, las buenas críticas se acumulan. Para él, sobre todo, es la certeza de que ha ido creando su propio camino impulsado solo por su curiosidad inagotable de hacer las preguntas correctas e intentar encontrar las respuestas. Por ese senda, en la que la fama o el éxito no han pesado para él, ha ido del wéstern moderno (El tren de las 3:10 o Comanchería) al thriller de acción (Rampart, El único superviviente), el drama romántico (En un lugar sin ley), las grandes taquillas (X-Men: La decisión final, Warcraft, Inferno) y los pequeños filmes indies que se hacen grandes, como No dejes rastro. Con un buen puñado de películas pendientes de estreno y en producción, llega a España La casa al final de la curva, de Jason Buxton (Blackbird), un thriller psicológico con reverberaciones en el mundo actual.

Al parecer, Jason Buxton le ofreció directamente el papel de Josh en La casa al final de la curva. ¿Qué fue lo que le atrajo de ese personaje al leerlo?

Lo que más me llamó fue que lo leí como una sátira de la masculinidad moderna. Me pareció que Josh era un personaje reconocible, pero increíblemente inquietante; un hombre casi invisible que va dormido por su vida y se despierta cuando empiezan a ocurrir esos accidentes delante de su casa. Josh es un hombre ordinario, el vecino de al lado, el que te encuentras en la iglesia, en el supermercado, en el trabajo.

Fotografía:Úrsula Coyote
Ben Foster posa para Gentleman pocos días antes del estreno en España, este 6 de junio, de la película La casa al final de la curva, dirigida por Jason Buxton.

Es usted conocido por sus métodos y procesos para convertirse en los personajes que interpreta. En este caso, ¿cuál fue la clave?

Leer las noticias. Aunque la historia está situada en Nueva Escocia, Canadá, es exactamente lo mismo que está pasando en EE. UU. hoy. No quiero ponerme dramático, pero las cifras de depresión y suicidio muestran que los hombres de mediana edad son los más afectados. Hay una ola de desesperación y soledad… Y explorar eso desde un personaje como Josh que, supuestamente ha alcanzado el éxito según marca la sociedad: tiene una bella esposa, una bonita casa nueva, un hijo, los quiere, tiene un buen trabajo… Pero falta algo dentro de él… Supongo que la pregunta clave era: si tengo el estilo de vida al que aspiraba, ¿por qué me siendo vacío por dentro? Creo que Josh está buscando un objetivo en su vida y con eso todos nos podemos relacionar. Quiere sentirse útil.

Como actor, ¿se siente útil? ¿Sigue siendo este un trabajo que le llena?

Yo creo que todos tenemos momentos en nuestra vida en los que nos preguntamos qué estamos haciendo, por qué hacemos esto. Pero en el lugar en el que me encuentro ahora mismo, después de 30 años de profesión, aún me emociona profundamente. Sí, egoístamente, me siento útil porque puedo hacer preguntas a través de una película y espero que después cree una conversación con amigos y familia, les permita reflexionar… que, por cierto, es algo que Josh no hace, autorreflexionar.

Es un personaje que no siempre cae bien, de hecho, porque no entendemos muy bien lo que hace.

[Se ríe] Desde luego no es un personaje diseñado como el clásico protagonista para gustar a las mujeres. Como decía antes, es casi invisible. Es un estudio de personaje y se ve en cómo peina su pelo, en su postura, en su barriguita, en su pequeño y perfilado bigote, viste todos los días prácticamente igual, es un hombre khaki, que lo tiene todo bajo control hasta que estos accidentes rompen eso y sacan lo peor de él. Él cree que está haciendo lo correcto. Todo eso hace que no sea un personaje con encanto, pero espero que el público quiera comprometerse con él. Eso es todo lo que busco con mi trabajo.

¿Cómo llegó a todos esos detalles que menciona y construyen al personaje?

Algo que hago por puro placer es fotografía analógica, y hay una analogía muy bonita: cuando vas revelando un carrete en cada fase van apareciendo nuevas capas… Pues lo mismo ocurre en la forma en que creo un personaje: empiezas en un punto y a cada paso algo nuevo se revela.

La película se cuestiona la idea del héroe moderno…

Creo que todos, en algún punto, queremos ser el más valiente, ser la mejor versión de nosotros mismos.

¿Cuál es la mejor versión de sí mismo?

Es una pregunta difícil. Creo que sale cuando estoy con mis hijos, creo que es importante estar bien rodeado, la honestidad es muy importante, tener una brújula moral, pero también algo de salvaje… Disfrutar los placeres de la vida. Pero no creo que tenga que ser yo quién defina lo mejor de mí, aunque sí puedo decir lo que pretendo ser.

Fotografía:Úrsula Coyote
El actor estadounidense recibió en 2017 el premio Film Independent Spirit por su papel en Comanchería.

¿Como actor se definiría como obsesivo? ¿Le gustar tener todo bajo control?

Sí, me puedo obsesionar con el trabajo, sueño con él, me despierto pensando en él. Pero tengo la suerte de que para mí es como una historia de amor. Normalmente te enamoras dos o tres meses, y se acabó, pero yo sigo enamorado.

¿Y en 30 años de relación nunca ha habido decepciones o desenamoramientos?

Por supuesto, momentos que esperas que hubiera salido mejor… Pero estoy en mis 40 y este trabajo aún me permite hacerme preguntas. La gente que me conoce dice que soy muy realista, pero creo que también soy optimista, soy una criatura curiosa, con curiosidad infinita por los seres humanos que es lo que me ha movido.

Quizá eso explica por qué su carrera no ha seguido los típicos pasos en la industria…

Hay gente que busca ser famosa, gente que quiere ser la más rica… cada uno tiene su objetivo. Para mí, se parece a la música, va sonando y vas moviéndote. Yo la sigo, no hay plan, nunca he tenido un plan. A veces lees un guion y se enciende algo en tu corazón, otras veces simplemente necesitas trabajo… Soy autónomo, esto es así. Pero sí, la oportunidad de seguir aprendiendo es lo que me mueve.

¿No hay planes de parar o de pasar al otro lado de la cámara?

Estoy produciendo y ha estado un par de veces cerca de dirigir, pero no ha ocurrido aún. No tengo intención de dejar la interpretación. En todo caso, mi trabajo soñado sería ser fotógrafo de conflictos, me gusta estar cerca de la acción.

¿Cuándo empezó con la fotografía?

Con 10 o 11 años, cuando no había cámaras digitales aún. El proceso de revelado ralentiza el tiempo, es como una meditación. Pero lo hago para mí, ni se me pasa por la cabeza compartirlo o exponer.

¿Ha llegado a ese punto en el que se siente a gusto con el éxito alcanzado?

Sí, he vivido 13 años en Los Ángeles, 14 en Nueva York y nos mudamos a Nashville para estar cerca de mis padres y criar a los niños, porque creo que las relaciones entre generaciones son importantes. No necesito estar en Los Ángeles para trabajar, no me gustan demasiado las fiestas y me gusta estar aquí y vivir el presente, puedes ser tú mismo. Aquí la gente no se preocupa tanto por las películas como por la música [risas] y eso está bien.

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