David Hockney en uno de los espacios de Lightroom.

David Hockney: la mirada incansable del arte contemporáneo

Una instalación inmersiva en Londres y una gran exposición en París coinciden en el tiempo para homenajear la figura inquieta y superlativa del pintor británico David Hockney.

Los superlativos acompañan las referencias a David Hockney (Bradford, Gran Bretaña, 1937): el pintor vivo más importante del mundo, por ejemplo, o el más caro, también de los que aún continúan entre nosotros, después de que su obra Retrato de un artista (piscina con dos figuras) alcanzara en una subasta en 2018 los 80 millones de euros. El primero de esos calificativos, como cualquiera de tan ambiciosa formulación, admite seguramente controversias; y el segundo, dado el demostrado carácter caprichoso del mercado del arte, puede cambiar en cualquier momento. Es el peligro de intentar resumir con criterios periodísticos una figura como la suya, hasta el punto de que ni siquiera el utilizado para encuadrarle entre los pioneros del arte pop en los años 60, calificativo con el que él mismo no se siente muy satisfecho, parece útil.

Baste decir que, desde que con apenas 10 o 11 años supo que quería dedicarse a pintar –“tengo que pintar. Siempre he querido pintar, hacer dibujos, desde que era un niño. Ese es mi trabajo y lo he estado haciendo durante 60 años. Sin la pintura, me volvería loco”, ha dicho en alguna ocasión–, Hockney ha acumulado una inmensa obra pictórica, con influencias sobre varias generaciones de artistas en los siglos XX y XXI, y que ha exhibido, además, una inquietud vital y artística que le ha llevado a transitar desde el óleo a la pintura acrílica, el uso de la fotografía –con collages de Polaroid como una de sus manifestaciones– o incluso a pintar en iPhone y iPad con una aplicación llamada Brushes que él mismo personalizó con la ayuda de un matemático cuando la empresa la renovó con mejoras que no le parecieron tales.

David Hockney: Más grande y más cerca (no más pequeño y más lejos)
Fotografía:Justin Sutcliffe
David Hockney: Más grande y más cerca (no más pequeño y más lejos) puede verse hasta el 29 de junio en Lightroom, en Londres.

Precisamente, su íntima relación con la tecnología es una de las razones que trae a David Hockney a estas páginas. Lightroom es una empresa dedicada a exposiciones de arte inmersivas que tiene su local insignia en Londres. Abrió sus puertas en febrero de 2023 con la instalación David Hockney: Más grande y más cerca (no más pequeño y más lejos), en cuya confección participó personalmente el propio artista, hasta el punto de que su voz acompañaba las imágenes explicando los diferentes procesos de creación en su obra mientras el espectador podía verle experimentando con la perspectiva, capturando el tiempo con cámaras Polaroid o, como hizo durante su confinamiento en su casa de Normandía en la pandemia, pintando el paso de la primavera en el iPad. Aquella exposición, ampliamente seguida en su momento, ha vuelto ahora a formar parte de la programación de Lightroom, donde puede verse hasta el próximo 29 de junio.

“El mundo es muy hermoso si lo miras, pero la mayoría de la gente no mira mucho –dice Hockney en una de las reflexiones que acompaña la presentación de la exposición–. Examinan el suelo para poder caminar; no miran las cosas con atención, con intensidad. Yo sí”, añade el pintor, a quien en otro momento se puede ver, sentado en su silla de ruedas, exclamar un admirado guau cuando las proyecciones a su alrededor se iluminan. “He podido ajustar cosas, hacer dibujos especialmente para esto”, comenta sobre su intervención en el proceso mientras da explicaciones a un grupo de técnicos.

La instalación en el Lightroom londinense coincide en el tiempo con otra gran exposición dedicada al artista británico, en este caso, en París. La Fundación Louis Vuitton acoge, hasta el 31 de agosto, David Hockney 25, una exposición excepcional por su escala y originalidad de más de 400 obras del artista, de diferente procedencia –colecciones internacionales, institucionales y privadas, obras de su propio estudio y de la Fundación de David Hockney– y formato, pues conviven óleo, acrílico, dibujo a tinta, lápiz y carboncillo, arte digital y hasta instalaciones de vídeo inmersivas. Hockney ha participado personalmente en cada aspecto de la exposición y la secuencia y distribución de espacios. “Esta exposición significa muchísimo –confiesa el artista–, porque es la más grande que he tenido: 11 salas en la Fundación Louis Vuitton”.

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