La pandemia marcó el inicio de una transformación en los objetivos vitales de Diego Villalba; eso sí, dejando claro que sus orígenes iban a estar presentes en su primera colección, donde los patrones de la alta costura se convertían en protagonistas de unos lienzos que recorrían la historia de la firma familiar con personalidad propia. Porque Villalba tiene claro que “la alta costura, como el arte, es libertad. Algo común en ambas, como en todo proyecto creativo, es que desde el principio hago lo que me da la gana. Si luego gusta, genial; que no, mala suerte. Creo que hay público para todo”.
El creador defiende que “no me alejo de la costura, de hacer una costura creativa, paso a hacer algo más artístico”. Una transición que se convierte en lógica cuando el artista esgrime las razones: “Siempre he tenido la idea de que si dejaba la moda me dedicaría a pintar, a hacer algo relacionado con el arte”. Una inquietud que se plasmaba en dibujos y pinturas “que siempre es bueno para la moda”, y que se intensificó en los últimos años.
Diego Villalba se define como muy creativo, pero también tiene claro que no hay proyecto sin trabajo: “La verdad es que en mi casa he mamado unas ideas, pero sobre todo la ética del trabajo, de levantarse cada día y trabajar, y de un determinado ideario. En mi etapa en la moda me inspiraba en los 80, eso no me venía por mí, sino por la marca que era ochentera. Uno tiene un pasado y al final aflora en todo lo que haces”. Y esa constancia sigue presente en su nueva actividad: “Mínimo le echo 8 o 9 horas diarias al dibujo”.
Una demostración de que es feliz con lo que hace, “antes lo era y ahora también. Debo decir que tenía un proyecto muy bonito que era, además, muy ambicioso, y ahora tengo este otro que no sé dónde llegará, pero en el que confío. He pasado de vender vestidos a 30.000 euros a empezar desde cero. Es apasionante comenzar un nuevo proyecto, pero sobre todo hay que tener ilusión en lo que haces”. Y también deja una reflexión más sobre la razón de dejar la alta costura: “Todos estos oficios se están perdiendo –explica–. Y al no encontrar a las personas que pudieran confeccionar lo que yo quiero, me hizo replantearme el futuro”.
Antiguos clientes y amigos han sido los primeros que han comprado sus obras, y ahora inicia esa segunda parte de su proyecto en el que ha encontrado dificultades “porque el mundo del arte no es fácil. Aunque no tengo necesidad de ir rápido; tengo mi espacio y sigo teniendo clientes. He vendido el 50% de la colección; he ganado dinero, y me ayuda a avanzar”.
Como cualquier artista, Villalba lo que quiere “es emocionar, transmitir, contar una historia que a la vez sea creativa e innovadora. Necesitaré años para llevar a cabo todo este proceso. En esta segunda serie que estoy preparando se irán viendo cosas, y luego en la tercera aparecerán otras…”. Lo que está claro es que tiene un plan, “una estrategia sin fecha. Llego con humildad y sabiendo que necesito tiempo, pero estoy acostumbrado. Para que los clientes supieran que los diseños en la moda eran míos, tarde años, pero luego eran perfectamente reconocidos porque tenían detalles personales que los distinguían. Esos detalles son los que yo tengo que encontrar en el mundo del arte y eso lleva un tiempo”. Eso sí, también tiene claro que “no voy a romper nunca con mi pasado; he sido diseñador de moda y ese componente se seguirá viendo. Pero mi método por ahora será el dibujo”.