Ewan Mcgregor, su gran momento

Ewan Mcgregor, su gran momento

Ewan Mcgregor, su gran momento

“¿Al hacer esta película sintió que como actor y cineasta escocés estaba de alguna forma violando un material tan americano?”. Esta es la pregunta que Ewan McGregor (Escocia, 1971) ha escuchado demasiadas veces desde que estrenara la que es su primera película como director, American Pastoral. El filme adapta la novela homónima escrita por Philip Roth en 1997, ganadora del Pulitzer y protagonizada por un padre de familia americano aparentemente feliz y de éxito cuya hija se convierte en una terrorista. Cada vez que escucha la pregunta, McGregor no puede ocultar un cierto enfado. “No creo que nunca me hayan preguntado algo así como actor. De todos los personajes que he interpretado, ¿cuántos eran escoceses?”, protesta ante la idea de que la nacionalidad tenga que ser importante en sus elecciones artísticas.

“Somos parte de la industria creativa –continúa–. Estamos en el negocio de la imaginación y de contar historias. Nuestra nacionalidad no tiene nada que ver con eso. Si tú te enfrentas a una historia de la que no entiendes algo, tendrás que aprenderlo. Ese es tu trabajo y tu responsabilidad”. Antes de iniciar la producción de American Pastoral, McGregor –que también interpreta al padre protagonista– investigó sobre las revueltas en Newark de 1967 y los múltiples atentados ocurridos en Estados Unidos durante aquellas, una parte sustancial en la novela de Roth. Pero, además, había otra razón por la que esta historia le llamó la atención para debutar tras las cámaras.

Gentleman

“Estoy muy orgulloso de que sea mi primera historia judía –añade el actor–. Estoy casado con una mujer judía (la directora de arte Eve Mavrakis). Mis hijas son judías. Para mí, era una parte especialmente bonita de hacer esta película: por fin podía trasladar toda mi experiencia de esa fe en la pantalla”. Ewan McGregor concede esta entrevista unos días después de una proyección especial de American Pastoral en Londres después de la cual protagonizó un coloquio junto al director británico Danny Boyle, con quien acaba de reencontrarse 20 años después para la secuela posiblemente más esperada de la historia del cine: T2 Trainspotting.

Irene Crespo

La relación con Boyle

Actor y director se profesaron una admiración mutua durante el coloquio. Algo sorprendente si pensamos un poco en la historia que han tenido. Después de trabajar juntos en Tumba abierta (1994) –la primera película importante del actor tras su debut, bien acogido, en Un hombre perdido en el tiempo, protagonizada por Robin Williams–, la Trainspotting original (1996) y Una historia diferente (1997), McGregor creía que formaba parte de un pequeño equipo creativo junto a Boyle, el productor Andrew Macdonald y el guionista John Hodge, que estaba revolucionando el cine británico. Sin embargo, cuando llegó el salto a una gran producción con Hollywood gracias a La playa (2000), en el último momento, Boyle cambió a Ewan McGregor por Leonardo DiCaprio.

«A Danny Boyle y a mi nos costó hacer las paces 20 años. Es una pena que no hayamos podido trabajar juntos en todo este tiempo»

Al actor escocés no le sentó bien, sobre todo por la forma en que lo hicieron, y su enfado se hizo público. También las consecuencias: a raíz de lo ocurrido, Boyle y él dejaron de hablarse durante años. “Nos costó mucho tiempo olvidarnos de aquello. No fue solo por La playa. Fue algo más profundo”, reflexiona McGregor ahora que ya están totalmente reconciliados. “Yo sentía que era su actor y me sentía muy involucrado en todo: era parte de este nuevo cine británico. Creía que era parte de algo más grande que mi propia carrera como actor, parte de algo importante. Pensaba que lo que Tumba abierta y Trainspotting hicieron por el cine británico había sido algo grande y que había dejado una marca –continúa el actor–. Lo de La playa fue mucho más que perder un papel. La forma en la que lo hizo nos costó nuestra amistad durante años. Nos costó mucho olvidarlo. ¡Nos ha costado 20 años! Es una pena inmensa que no hayamos podido trabajar juntos todos estos años”.

El director Danny Boyle lo siente igual. Es el primer arrepentido de cómo llevó aquel cambio de protagonista para su incursión en Hollywood y también por no haberle pedido disculpas al que fuera su amigo y actor fetiche mucho antes. Quién sabe si sin ese desencuentro Trainspotting 2 habría llegado antes. Pero ambos quieren dejar claro que aquello ya es historia. Como si fuera una señal, el mismo día en que Boyle viajaba a Edimburgo a encontrarse con Macdonald y Hodge para volver a retomar los planes de la secuela, se encontró a McGregor en el aeropuerto y se lo contó. El actor le dijo que le mantuviera informado. Meses después tenían el guión. Y todos estaban de nuevo a bordo. Un día después de acabar la mezcla de sonido de American Pastoral, McGregor voló a Escocia para convertirse de nuevo en Renton.

Susan Albright

“¡Me encantó!”, dice entusiasmado sobre T2. “Después de haberme estrenado como director, fue genial volver a trabajar con uno de mis directores favoritos. Y fue maravilloso reencontrarme con todos, con Kelly (Macdonald), Jonny Lee Miller, Bobby Carlyle y Ewen Bremner (todos repiten en el cartel 20 años después); y volver a interpretar las palabras de John Hodge (el guionista)”. Según Danny Boyle, McGregor volvió a demostrar en el set “su capacidad de líder y su sensibilidad artística. La confianza tranquila que tiene en todo lo que hace –señala– anima al buen trabajo en todo el equipo”.

Irene Crespo

Un arriesgado debut

McGregor habla de T2 como el rodaje perfecto después de American Pastoral, y en parte lo fue porque en su adaptación de Philip Roth la responsabilidad y presión se multipliaron por cien. No solo aparece en casi cada escena de la película, sino que además, como director, tenía muchas tareas que atender al mismo tiempo. “Conlleva una responsabilidad que no me tomé a la ligera. Me tomé muy en serio dirigir American Pastoral. Había mucho dinero en riesgo. Mi reputación estaba en juego. Yo era quien tenía que ponerme delante de todo un equipo de técnicos y un reparto de actores profesionales, por los que sentía una gran admiración. No quería fallarles, liarla y hacer una película mala. Me despertaba con el peso de esa responsabilidad cada mañana”, admite.

Sabe que American Pastoral tenía que haber sido su segunda película como director: por el presupuesto y las estrellas en el reparto (además de Connelly, Dakota Fanning, Rupert Evans o Molly Parker), lo normal en estas lides es que llegue cuando ya se ha demostrado algo en el debut. Así que McGregor empezó a lo grande en su faceta de directdor y, aunque haya recibido críticas variadas en festivales, quiere volver a dirigir y, tal vez ahora, hacer la película que tenía que haber sido su ópera primera: de bajo presupuesto, con actores desconocidos y rodada en Escocia. “Me gustaría encontrar una historia contemporánea con gente joven. No me gustaría salir como actor. No sé, pienso por ejemplo en un romance urbano y joven”, dice. Pero por ahora, tendrá que esperar.

Después de ponerle la voz a Lumière (el candelabro) en la nueva versión de ‘La Bella y la Bestia’, McGregor está en pleno rodaje de la tercera temporada de la serie televisiva ‘Fargo’

Lo que desde luego está claro es que McGregor se toma muy en serio su origen y, sin dejar de trabajar por todo el mundo, ha luchado siempre por apoyar el cine escocés. “Tenemos muy buenos técnicos en Escocia que están al mismo nivel que los de cualquier otra parte del mundo. Además, tenemos ciudades y paisajes alucinantes –explica–. Solo veo cosas buenas en construir un estudio de cine en Escocia, porque ahora acabamos trabajando en antiguas fábricas y no es lo ideal. Si llueve, tienes que dejar de rodar. Si pasa un avión o un camión, tienes que parar”.

Por eso insiste en que su siguiente película sea cien por cien escocesa, y explica que, aunque por la naturaleza del proyecto, tuviera que rodar American Pastoral en EE UU, la ve como una película muy personal. “Tengo cuatro hijas. En seguida supe de qué hablaba la historia. Sé lo que significa ser padre de una niña”, explica. Su mujer, Eve, con la que lleva 21 años casado, fue quien le animó a ofrecerse como director del proyecto cuando el director original abandonó. Dos de sus hijas han visto ya la película y le han dado su aprobación. Y, para su alivio, Philip Roth también se la ha dado. “Envió un email muy amable a su agente y le pidió que nos lo enviara a todo el equipo de la película”, cuenta McGregor. “Nos compartía sus pensamientos sobre la película: muy positivos. Significó mucho para mí… Porque si no le hubiera gustado, habría sentido que había fracasado un poco”.

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