Las ideas atemporales de Patek Philippe

Las ideas atemporales de Patek Philippe

La contribución de Patek Philippe a la historia de la relojería es tan trascendente como lo es su propia historia. Una de las virtudes de la firma ginebrina es que siempre ha marcado su propio destino relojero y ha abierto nuevas vías en la creatividad relojera. Un ejemplo lo marca el calibre 240, que tras […]

La contribución de Patek Philippe a la historia de la relojería es tan trascendente como lo es su propia historia. Una de las virtudes de la firma ginebrina es que siempre ha marcado su propio destino relojero y ha abierto nuevas vías en la creatividad relojera. Un ejemplo lo marca el calibre 240, que tras más de 40 años de existencia se mantiene como un movimiento de plena vigencia, actualizado por supuesto a los nuevos tiempos y también a la evolución de la manufactrua. Antes de nada, hay que ponerse en situación. En 1976, cuando la familia Stern planea la creación de un movimiento automático que destacara por su elegancia –lo que obligaba a que además fuera lo más plano posible–, la relojería suiza se había echado en brazos del cuarzo como medio para marcar la lectura del tiempo. Aunque Patek Philippe también participó, en los años 60, en la creación de algún proyecto movido por el cuarzo (el Beta 21), la apuesta por los calibres mecánicos nunca abandonó su ideario. Por eso no resultó extraño que optara por crear en esa fecha un nuevo calibre de cuerda automática. Eso sí, tuvo que superar una serie de dificultades. La más importante, debía encontrar la solución para incorporar el rotor con ese mandato ultraplano. Lo único que estaba claro es no se podía emplear el tradicional rotor central. Seis meses después de lanzar la idea, Philippe Stern tenía la solución: un mini rotor descentrado. Una idea rompedora pero todavía imperfecta, pues le faltaba peso. Por tamaño no podía ofrecer las mismas prestaciones que la masa oscilante central. La solución se encontró en una vertiente doble. Por un lado el material empleado, el oro de 22 quilates, que iba a dotar al mini rotor de una masa superior; por otro, en el sistema de remontaje unidireccional donde se suprimía el inversor (lo que rebajaba el rozamiento) y en un nuevo rodamiento con dientes de geometría optimizada. El resultado era una mejora de la transmisión de la energía desde el sistema de remontaje al barrilete y, después, al escape. Pero además, se redujo la frecuencia del volante a 3 Hzs (21.600 alt/h), lo que permitía ahorrar un 20% de energía. La idoneidad de este calibre ha quedado demostrada a lo largo de todos estos años desde que ocupó aquel Ellipse d’Or (Ref. 3738); luego lo hizo en el Calatrava Ref. 5120 o en el femenino Ref. 7200. Ha sido protagonista también del calendario perpetuo Ref. 3940 o en la mítica Ref. 5055, entre otras. El homenaje a esos 40 años es un nuevo Calatrava, la Ref 6006, que está acompañado por un reloj esqueleto y otro de alta joyería.

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