Louis Vuitton juega con las formas para dar vida a un Tambour con tourbillon volante
Si hay algo que no se le puede negar a Louis Vuitton es su capacidad para desarrollar su extraordinaria personallidad. Y los ha aplicado en todos sus campos de acción creativa, incluida la relojería. Postulados que no solo le sirven para abordar el presente sino también para encarar el futuro. Cuando Louis Vuitton llegó a […]
Si hay algo que no se le puede negar a Louis Vuitton es su capacidad para desarrollar su extraordinaria personallidad. Y los ha aplicado en todos sus campos de acción creativa, incluida la relojería. Postulados que no solo le sirven para abordar el presente sino también para encarar el futuro. Cuando Louis Vuitton llegó a la relojería aplicó ese principio de personalidad a una caja muy especial y a una línea que se ha convertido en su identidad: el Tambour.... y ha dado pie a distintas formas de entender la relojería. La que nos ocupa es una visión refinada y futurista con el Tambour Curve Flying Tourbillon Poinçon de Genève. Visualmente, lo más llamativo e impactante de esta pieza se halla en un diseño ligero y calado, donde sobresale el tourbillon volante. Pero lo más importante es que esta creación pertenece a una nueva generación que ha sido reinventada hasta el último detalle: desde el calibre y los materiales hasta la caja, la correa y el cierre desplegable. Ensamblado y terminado a mano, lleva además impreso el Sello de Ginebra.
Inspirada en la cinta de Möbius, la caja ahora tiene una forma alargada, con una estructura convexa. Con un diámetro de 46 mm en la base (que se convierte en 42 a la altura del bisel), el reloj es una deconstrucción del círculo para convertirse en una forma por derecho propio, como lo demuestra el lateral de la caja, que aparece como una curva permanente de formas redondeadas que encaja a la perfección en cualquier muñeca. Y por supuesto, de manera elegante.
Componentes exclusivos
Pero hay más detalles de los que hablar, como los materiales empleados. Este Tambour está revestido de materiales técnicos ultraligeros al tiempo que resistentes y que provienen de la aeronáutica. La parte exterior de la caja es de CarboStratum®, un material compuesto desarrollado en exclusiva para Louis Vuitton. Se consigue mediante la estratificación de más de 100 hojas de carbono que se mezclan al azar, lo que convierte a cada reloj en una pieza única. Esas capas se comprimen a una temperatura controlada y una vez estabilizadas y fresadas se ajustan sobre una base de titanio de grado 5.
Hay que hablar también de la mecánica, donde La Fabrique du Temps Louis Vuitton ha creado un movimiento mecánico de cuerda manual con 80 horas de reserva de marcha y un tourbillon volante alojado en jaula de titanio; esta se inspira en uno de los motivos del famoso Monogram de la firma. Otro de los detalles: las iniciales LV se integran perfectamente a través de un hábil juego de transparencias donde se convierte en el centro de esa arquitectura calada que es testimonio del arte del biselado.