Rolex y el cine: una relación de película

Rolex y el cine: una relación de película

La relación de Rolex con el mundo de la cultura –además, por supuesto, de una intensa actividad alrededor del deporte y del apoyo permanente a la iniciativa y los nuevos proyectos– es de sobre conocida. Pero le quedaba una asignatura pendiente en ese extenso currículo creativo: el Cine, o lo que siempre se ha definido […]

La relación de Rolex con el mundo de la cultura –además, por supuesto, de una intensa actividad alrededor del deporte y del apoyo permanente a la iniciativa y los nuevos proyectos– es de sobre conocida. Pero le quedaba una asignatura pendiente en ese extenso currículo creativo: el Cine, o lo que siempre se ha definido como el ‘Séptimo Arte’. Cierto que había sido el objeto de deseo y la imagen real de mucha ficción cinematográfica, pero ahora ha desfilado por la ‘alfombra roja’ más famosa y aclamada, la de los Oscar en su calidad de patrocinador de los premios que la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas concede desde 1929. Rolex ya había apuntado hacia esta posibilidad cuando el pasado año patrocinó la Greenroom de los galardones, pero nada comparable con este primer ‘Oscar’ que reafirma la voluntad de la firma por estar presente y apoyar todo aquello que es reflejo de la excelencia. Y es que la historia de Rolex tiene muchas interpretaciones que también son acreedoras a la estatuilla. Una de las más famosas se produce en ‘La Gran Evasión’, que además responde a una realidad protagonizada por la firma relojera durante la Segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico, del que todo el mundo más o menos conoce los pormenores históricos, supuso también la confirmación de la importancia del reloj. De hecho, muchos de los pilotos de la Real Fuerza Aérea británica (la popular y afamada RAF), confiaron en los relojes Rolex, pues en su opinión eran muy precisos y fiables y mejoraban la medición de los tiempos como instrumento de navegación. Aunque eran más caros, el verdadero problema para sus compradores es que cuando eran hechos presos por las tropas alemanas. Ricardo Balbontín Una de las primeras cosas es que su reloj era incautado. La respuesta de Hans Wilsdorf fue ofrecer a los oficiales británicos una original solución: todos los Rolex confiscados serían reemplazados de forma gratuita durante el tiempo que siguiera la contienda y serían enviados a los campos de concentración donde eran retenidos. Wilsdorf obviamente confiaba en que a su finalización devolverían el preciado bien. Y aquí entra en escena el protagonista de esta historia, el que sirvió de inspiración para la novela y posterior adaptación cinematográfica de ‘La Gran Evasión’, el cabo Clive Nutting –aunque no fue su reloj el que utilizó Steve McQueen en la película, que perteneció a otro militar confinado, el teniente Gerald Imeson–. Era el año 1940, concretamente un 28 de Mayo cuando Nutting fue apresado en Dunkerque (Francia) y enviado a Stalag Luft III Bagan (actual Polonia), donde ejercía como zapatero. Al igual que al resto le quitaron su Rolex. Ricardo Balbontín Nutting, entonces, mando una carta a Wilsdorf para pedirle uno que lo remplazara. El Rolex fue encargado un 10 de marzo de 1943, pero desde la dirección de la marca ginebrina se le aviso de que era tal la demanda, que iba a producirse un retraso en su producción. Aquel crono, el 3525 en caja de acero de 35 mm de diámetro, llegaría cuatro meses más tarde a las instalaciones. Al reloj lo acompañaba una nota manuscrita del patrón de Rolex en la que le explicaba que la pieza que acaba de recibir “cuesta ahora 250 francos en Suiza, pero no se preocupe por pagar mientras la guerra”, Nutting, como el resto de sus compañeros de armas, recibió como pieza de sustitución un cronógrafo con esfera California y tenía su razón de ser. Era el mejor instrumento para medir los tiempos de cada guardia de los soldados alemanes, y preparar la gran evasión. Nutting no tomó parte en la famosa fuga –en la que se fugaron un total de 70 prisioneros, aunque 50 de ellos volvieron a ser capturados y ejecutados–, pero si participó en su plan de elaboración. Concluida la contienda, y su regreso a Gran Bretaña, el cabo Nutting se puso en contacto con Rolex para reclamar la factura y abonar la pieza, además de solicitar la dirección de un relojero que pudiera ajustar correctamente su reloj, que en aquel momento adelantaba una hora al día. Eso sí, en su mensaje dejaba claro que el reloj había resistido perfectamente el intenso frío que padecieron todos los prisioneros en aquel campo de concentración. Desde Rolex, en 1948, le fue enviada la correspondiente factura por un importe de 15 libras, 12 chelines y seis peniques. La relación de Clive Nutting con su Rolex, ya en libertad, se prolongo hasta su fallecimiento en Australia en 2001, cuando tenía 90 años. En los archivos de Rolex consta que la ultima revisión al reloj fue en 2003 y que dicha revisión costó 2.356 dólares australianos. Unos años después, en 2007, fue vendido por Antiquorum por 66.000 libras.
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