Terry Richardson: el arte de llevar toda la vida haciendo lo que le da la gana
Este volumen, con un precio de 122 euros, revela la enorme influencia e impacto de Richardson en la moda contemporánea, la cultura pop y la fotografía. Ha retratado a los más grandes, ha publicado en las revistas más prestigiosas y ha firmado las campañas de las marcas más reputadas. Su objetivo ha inmortalizado a Kate […]
Este volumen, con un precio de 122 euros, revela la enorme influencia e impacto de Richardson en la moda contemporánea, la cultura pop y la fotografía. Ha retratado a los más grandes, ha publicado en las revistas más prestigiosas y ha firmado las campañas de las marcas más reputadas. Su objetivo ha inmortalizado a Kate Moss, Charlize Theron, Gisele Bundchen, Barack Obama, Lady Gaga, Marc Jacobs, Catherine Deneuve... Gucci, Chanel, Yves Saint Laurent, Levi´s, Mango y un sinfín de firmas han confiado en él, al igual que las páginas de Vogue, Harper’s Bazaar, GQ, Sports Illustated. Con esta monografía de Rizzoli ha publicado ya 14 libros y nada hace presagiar que vaya a parar... a no ser que sus obligaciones como padre se lo impidan.
Su estilo es hipersexualizado, llamativo, ácido y en ocasiones grotesco.
Criticado e idolatrado a partes iguales, se rumorea que creció en un entorno rodeado de prostitución, en Hollywood, y se intuye que de ese ambiente se alimenta todo el universo que habita en sus imágenes. De padre esquizofrénico, drogadicto y célebre fotógrafo –al que dedico otro libro Mom&Dad–, su don estaba en los genes. De joven montó un grupo de punk rock, pero la cámara le llamó poderosamente y su madre le presentó al fotógrafo Tony Kent, que lo contrató como asistente. En la década de los 90 saltó a la fama, sorprendiendo e intrigando al mundo con su singular visión.
Un universo fotográfico dispar y versátil, que comenzó con el fondo blanco de un estudio para abarcar cualquier localización. Una iluminación audaz, un estilo hipersexualizado, llamativo, ácido y en ocasiones grotesco. Richardson capta la luz y la esencia como nadie, atrapa el carisma de sus retratados con un disparo. Los conceptos sobre los que siempre gira su trabajo, directa o indirectamente, son el humor y el sexo, los cuales utiliza como vehículo de comunicación de sus más íntimos anhelos.
El éxito y la originalidad siempre conllevan la crítica, y Richardson siempre ha tenido un tsunami de controversia a su alrededor. Sus sesiones de fotos se caracterizan por un ambiente subido de tono, y numerosas modelos le han acusado de abusar o excederse sexualmente. Él no hace declaraciones al respecto, ellas, anónimas, quizás quieran fama y dinero. Kate Upton se molestó porque Richardson filtró sin su autorización un vídeo en el que ella aparece bailando en bikini. Publicado en 2012 y con 25 millones de visitas, supuso el despegue definitivo de la carrera de la modelo. Finalmente todas las críticas se ven acalladas por el trabajo del fotógrafo. Barack Obama sonriendo o Kate Moss en la playa semidesnuda son ejemplos de ello. Incluso Helmut Newton le ha elogiado, y numerosas voces de personalidades se han alzado para defenderlo.
Por la mañana puede estar fotografiando a su madre, por la tarde a Kate Moss y por la noche una orgía.
Richardson no tiene miedo a nada, ni a jóvenes modelos que le acusan, ni a obscenidades, ni a celebridades. Por la mañana puede estar fotografiando a su madre y sus amigos, por la tarde a Kate Moss y por la noche una orgía. Transgrede todos los tabús, es gracioso a veces, sexy otras, pero obsceno siempre. Capaz de sacarle los colores al mismísimo Larry Flint, el fotógrafo coge la cámara sin pudor, sin miedo, sin límites. Con libertad absoluta.
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