El dulce placer de comer en la Casa de Campo
Desde lo que ahora llaman Ifema, hasta los viejos quioscos del lago, cualquier sitio puede darnos alguna sorpresa. Siempre es agradable recordar tiempos aquellos cuando papá nos compraba una entrada y paseábamos horas y horas por los pabellones de las provincias y por el Madrid más agrícola. La Feria del Campo era un paseo por […]
Desde lo que ahora llaman Ifema, hasta los viejos quioscos del lago, cualquier sitio puede darnos alguna sorpresa. Siempre es agradable recordar tiempos aquellos cuando papá nos compraba una entrada y paseábamos horas y horas por los pabellones de las provincias y por el Madrid más agrícola. La Feria del Campo era un paseo por el mundo más rural: vacas lecheras de alta producción, cerdas de cria con aristocrática presencia y corderos dignos de una campaña publicitaria.
La España provincial, preautonómica tenía una colección de pabellones que servía para disfrutar de los productos de una España tardofranquista. Aquellos pabellones se transformaron con suerte desigual. Algo parecido pasó con los quioscos del lago. Algunos, los más afortunados, se han transformado en restaurantes que nos llevan a una teatrillo gastronómico. Son escenarios perfectos para un viaje imaginario a ninguna parte, ¡es mi barrio!
Currito
Las brasas de Currito son famosas en Bilbao y aquí no lo podían ser menos. Toda la magia de la cocina vizcaína con platos tan sencillos como efectivos. Desde unas simples sardinas hasta un buen cogote de merluza tienen el éxito garantizado porque en Currito se trata el pescado con la misma elegancia que un bilbaíno se coloca la chapela o boina cuando manda la ocasión.
José Miguel Muñoz y Marta , yerno e hija de Currito, se prepara para celebrar el 40 aniversario del restaurante en Madrid. Sus cocochas, sus bacalaos, sus chipirones y su forma de entender la cocina le convierte en una dirección obligada. No es raro que la cantera vizcaína de nuestros políticos tengan en este local casi su segunda sede. Pabellón de Vizcaya.
Que si quieres arroz Catalina
En la Albufera valenciana hay muchas cosas. Hay pato, conejo, garrofón, alcachofas, pimientos, caracoles, bachoqueta y arroz. Mucho arroz, ¡por eso aquí se viene a comer arroz!
“Que si quieres arroz Catalina” es una frase hecha; pero a su vez transmite mucho mimo. Y lo mismo sucede con los arroces. Todo el mundo lo prepara, pero no todo el mundo lo hace como Rafa Morales. Si queremos comer una buena paella este es nuestro sitio.
Los amantes de la huerta van a ver como alcachofas, tomates, espárragos o pimientos sirven para dar color a un arroz con verdura. Los fanáticos de los sabores intensos saben que tienen el de pulpitos como gran referencia y los más ‘señoritos’ tienen el arroz madrileño con calamares, gambitas, y algún pescado sorpresa. Por supuesto que no falta el a banda, sin tropezones, solo arroz.
Como complemento, tenemos una colección de delicados encurtidos, unos boquerones en vinagre deliciosos y una ensaladilla digna de dioses. Si dejamos hueco, la tarta de manzana solo tiene un rival, las fresas y naranjas con anís. Menú desde 25 euros. Calle Principal de provincias, 9.
La pesquera
Desde que se descuelga el teléfono en el restaurante La Pesquera de la Casa de Campo, se nota que estamos en un lugar de profundas raíces andaluzas. El señor Barragán tiene acento del sur, ¡muy del sur! Y eso se nota también en la cocina con esas gambas, ese adobo, esas pijotas, y esa manera de entender la fritura muy especial. Por eso aquí no nos sorprende que la entrada sea una réplica a de la Puerta de la Bisagra de Toledo.
El Lago
Uno para por primera vez por su menú de 12 euros y luego todo es más fácil, porque siempre es agradable poder comer o cenar en el restaurante con la mejor vista de Madrid al atardecer, cuando Argüelles, el Palacio Real y la Almudena toman un tono dorado.
Su ensaladilla rusa ha tenido momentos mejores, pero sigue siendo muy aceptable. De todos modos, si tenemos suerte y podemos disfrutar de sus salchichas encebolladas o de su bacalao en cualquiera de sus formas, la elección es perfecta. Lástima que las bebidas sean un poco caras, para alejar los moscones que se pasan toda la tarde con una cervecita sentado a la sombra de los castaños. Glorieta de los Patines s/n.
La parrillada del embarcadero
Pueden presumir de tener el menú con mejor vistas sobre el Lago. Sobre los almacenes del club de Kayak del Alberche, en la entrada de la curva del embarcadero aparece este restaurante que siempre ha sido lugar conocido para algún que otro amor furtivo.
Solo cuesta 10 euros comer en su maravillosa balconada, con una magnífica luz de atardecer y un buen servicio. Muy buen sitio para tapear boquerones, callos y tortillas como platos estrella. El menú es siempre una sorpresa. Solo la cocinera lo sabe de antemano, aunque muchas veces improvisa. ¡Gloria bendita!
La Manzana
Con diferencia, es la mejor opción por su relación precio calidad. La Manzana es la herencia gastronómica del antiguo Casa Marcial. Luego cambió el nombre, se cortó la carretera y los caballos de El Trebol fueron cambiados por las bicicletas y los runners…
La Manzana apuesta por la cocina asturiana con la fabada como gran protagonista. Su menú de 12 euros es una opción muy agradable todo el año, y en verano es casi un lugar de encuentro social. Los ricos de Somosaguas y los vecinos de Aluche se acercan a tomar una buena cervecita. Siempre es agradable un posible paseo por la carretera cortada al tráfico con el saborcito delicioso de un buen gazpacho, una delicioso tomate en ensalada, sus albóndigas y unos calamares a la romana, que superan con creces las expectativas. Lorenzo Aparicio sabe hacer las cosas, y eso se nota.