Los padres del otro: esos seres raros
La primera: si vas a vivir con tu pareja, elige la casa que más lejos quede de los respectivos y el día que os veáis obligados a invitarles, recibidles con un felpudo que ponga “Bienvenido a Mi República Independiente”. Sutil y directo. Aún así, los hay que se resisten y no lo quieren captar. Incluso […]
La primera: si vas a vivir con tu pareja, elige la casa que más lejos quede de los respectivos y el día que os veáis obligados a invitarles, recibidles con un felpudo que ponga “Bienvenido a Mi República Independiente”. Sutil y directo. Aún así, los hay que se resisten y no lo quieren captar. Incluso suegras que se limpiarán de barro encima para marcar territorio. Entonces no tendrás más remedio que quemar el pollo y echarle sal al arroz con leche. No creo que repitan.
La segunda, que la carga el diablo: Si él te dice “mira, esta noche que hay fútbol, vamos a verlo con mi familia”… el plan te lo ha servido en bandeja. Ellos son acérrimos del Madrid, pero a ti el fútbol te importa un bledo. ¡No importa! Enfúndate una bufanda azulgrana justo antes de entrar y sin que la vea tu pareja y hazte el despistado. Es una buena razón para que no te inviten más. “¿Me dijiste que eran del Madrid? ¡Huy! No te entendí bien, cariño, perdona, como no me gusta el fútbol…”
La tercera y más geek: cuando llegas, tu suegra solo habla y habla y habla ¿Algo interesante? Claro que no. El arma secreta: llevar siempre encima una tablet, un smartphone o lo que sea para que te ayude a mantenerla alejada (también puedes llevar camuflada una pistola eléctrica antivioladores para los casos más recalcitrantes). Haz como que la escuchas pero tú lee en tu tablet y sonríe de vez en cuando, como si estuvieras viendo un striptease de Cristiano Ronaldo o el desfile de los ángeles de Victoria’s Secret. Seguro que llega un punto en que percibe tu desinterés y se calla. Y si no es así, siempre puedes fingir una llamada inoportuna y hacer mutis por el foro.
Aunque siempre puede pasar que tu suegra sea encantadora; tu suegro un amor y entonces… llega la cuñada y se acabó el fiestón. Y con esta no valen las mismas armas, no. Esta es atrevida, no se corta un pelo, se lleva fatal con tu pareja, que es su hermano/a, y opina mal de todo lo que haces… Aquí lo mejor es la excusa que no falla: “Me vais a perdonar, pero tengo que irme urgentemente a escabechar unas truchas” y si te miran raro puedes añadir “uf, y además se me acaban de hinchar los tobillos…” Huyes lejos ya con la etiqueta que te protegerá de por vida en las reuniones familiares y te permitirá grandes cotas de libertad ‘políticamente familiar’: “Está chinado/a”.