Missoni: la vida en zigzag

Missoni: la vida en zigzag

Rayas, estampados geométricos, abstractos y caleidoscópicos han sido seña de identidad de la casa Missoni desde que abriera sus puertas en 1958. Las prendas de lana y seda de la firma italiana han variado poco en los últimos 50 años (desde luego son fieles a su esencia) y, aun así, cada temporada se las sigue […]

Rayas, estampados geométricos, abstractos y caleidoscópicos han sido seña de identidad de la casa Missoni desde que abriera sus puertas en 1958. Las prendas de lana y seda de la firma italiana han variado poco en los últimos 50 años (desde luego son fieles a su esencia) y, aun así, cada temporada se las sigue considerando a la vanguardia de las pasarelas. ¿Pero cuál es el secreto que encierra su éxito? ¿Por qué siguen siendo, año tras año, referencia en el mundo de la moda? Algunos dicen que su secreto está en la familia. Ya son tres generaciones de Missonis los que se dedican en cuerpo y alma al negocio familiar y siguen la impronta de los patriarcas. Y es que la familia es la familia, y lo que consigue el amor, no lo consigue nada. Debe ser que en la familia Missoni, ha habido mucho amor.

Hijo de un Capitán de barco italiano y de una Condesa croata, Ottavio Missoni tuvo muy claro desde su juventud su amor por la moda. Nada más acabar la Segunda Guerra Mundial, y con 25 años, creó su primera colección de trajes junto a su socio y amigo Giorgo Oberweger. Trajes que vistieron al equipo olímpico italiano en las Olimpiadas de 1948 y  en las que participó el propio Missoni en la modalidad de los 400 metros lisos.

Pero fue en la década de los 50 cuando conoce a Rosita, su amor durante más de 60 años, y entre los dos crean su primera colección, Milano-Simpathy, las primeras prendas que llevarían la etiqueta Missoni.

Los años 60 y 70 fueron la época dorada para la firma. La psicodelia y el estilo hippie encajaron a la perfección con el universo Missoni. En 1967 presentaron su colección en el Palacio Pitti de Florencia y, la ocurrencia de Rosita de quitar los sujetadores a las modelos que lucían sus blusas de lamé por no conjuntar bien los colores, les sirvió de catapulta a la fama y a no ser invitados nunca más a dicha pasarela por provocadores.

Desde entonces la familia no ha dejado de crear, no solo estilo, sino también estilo de vida. En los 80 el matrimonio empieza a perder el interés en el pret a porter de lujo que ellos mismos inventaran y comienzan a poner su atención en crear un estilo de vida acorde con su filosofía. Hoteles de lujo alternativo en destinos como Edimburgo, Kuwait o Mauricio; muebles y colecciones Home llenas de ese chic desenfadado que tanto gusta a cierta aristocracia y escenografías para La Scala de Milán llenaron las necesidades creativas de los patriarcas Missoni, delegando el mundo de la moda en su hija Ángela y la dirección de los hoteles en su hijo Vittorio.

Pero tras 60 años de fructífera y saludable vida, la saga de los Missoni ha vivido en 2013 su anno horribilis. En enero el avión que llevaba a Vittorio y su compañera del archipiélago de Los Roques a Caracas desapareció en extrañas circunstancias, sin una señal de socorro ni explosión visible. El hecho de no haber ni rastro de accidente alguno en la zona hizo albergar la esperanza a la familia de que se tratase de un secuestro por parte de algún grupo narco y que, en algún momento, pedirían su rescate. El patriarca Ottavio murió en el mes de mayo, tras no superar la desaparición de su primogénito, y el pasado mes de junio se encontraron los restos del bimotor de Vittorio a 70 metros de profundidad en aguas venezolanas.

Quizá por esta razón, la moda les rinde un tributo que no veían desde sus dorados años 70.  El total print en zigzag se apodera de vestidos, bikinis e incuso abrigos. Las rayas y el punto serán un must cuando llegue el otoño, y en eso los Missoni son los maestros. Larga vida a Missoni.

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