Casa Ojeda: otra forma de ir de compras
Sus malos pensamientos se desvanecieron cuando descubrió que gran parte de su “soldada” se gastaba en un lugar de buena reputación y mejor comer, Casa Ojeda. Esta marca, fundada en 1912, es la versión moderna de aquellas tiendas de ultramarinos de toda la vida, donde de cuidaba el noble oficio de buen comer, y mejor […]
Sus malos pensamientos se desvanecieron cuando descubrió que gran parte de su “soldada” se gastaba en un lugar de buena reputación y mejor comer, Casa Ojeda. Esta marca, fundada en 1912, es la versión moderna de aquellas tiendas de ultramarinos de toda la vida, donde de cuidaba el noble oficio de buen comer, y mejor beber, dentro de lo posible del presupuesto.Su ubicación es casi tan famosa como la escultura del Cid. En el número 5 de la calle de la Victoria se encuentra Ojeda Delicatessen, un rincón gastronómico en el que hacerse con un buen botín. Quesos, vinos, embutidos, aceites y vinagres, todo de primerísima calidad y mucha denominación de origen. Nada más bajar unos escalones, comienza el espectáculo. Al fondo una excelente colección de vinos, donde tienen esa etiqueta o añada que no encontrábamos en la tienda de nuestro barrio; y antes, una “dolorosa” sección de chocolates y bombones que es difícil evitar. Las chacinas y el fiambre demuestran lo sofisticado que pueden ser unos aperitivos bien preparado. Personalmente, no me gusta tanta etiqueta Ojeda, pero en la familia tienen buenos seleccionadores y eso hay que reconocerlo.Su crema de Queso con Trufa puede ser una perdición en las tardes de invierno con pan de pueblo calentado a las brasas de la chimenea. Y sí queremos algo más sofisticado, siempre podemos comprar el Vinagre de Frambuesa que da vida a la lechuga más triste… Para los más delicados, podemos optar por la infusión de jengibre que algunos usan para elaborar salsas que acompañan los mejores asados de la zona. Hay cosas que es mejor no saber cómo se hacen. No es fácil elegir con tanta variedad aunque algo que no puede faltar en la cesta es un buen queso de Burgos y unas morcillas de arroz o cebolla que nos recuerdan a nuestros bocadillos de infancia.Bajo el mismo techo, Casa Ojeda que guarda toda la esencia de una casa de comida burgalesa. Su situación es inmejorable, compartiendo plaza con la Casa del Cordón. Nada más entrar en el restaurante Ojeda, que tiene un siglo de antigüedad, se intuye que la comida va a ser abundante y el servicio delicado, pero con aires un tanto rancios. En fin, uno de esos sitios que existían cuando comer bien y fuera de casa era cosa de ricos.La comida es castellana y “sin dobleces”. Lo que se lee en la carta es lo que se pone en el plato. Contundencia, sin tonterías! Una buena morcilla de Burgos es el aperitivo obligado. De cuchara, las alubias rojas con chorizo y morcilla. Bien podemos pasar luego a los platos contundentes, como los lomitos de lechazo al brandy, el pichón estofado siguiendo la receta de la abuela o una paletilla de cordero, en el punto justo de horno. Pero antes de pagar un postre… helado de queso fresco... de Burgos.