Espuma, color, sabor… En qué te tienes que fijar cuando bebes una cerveza
Estamos en la época dorada de la cerveza. En los últimos años, esta combinación de agua, malta, lúpulo y levadura ha conquistado al público, que la disfruta con una visión diferente y placentera. Cuatro ingredientes que en conjunción dan lugar a una explosión de aromas, sabores y sensaciones. El secreto está en el equilibrio y […]
Estamos en la época dorada de la cerveza. En los últimos años, esta combinación de agua, malta, lúpulo y levadura ha conquistado al público, que la disfruta con una visión diferente y placentera. Cuatro ingredientes que en conjunción dan lugar a una explosión de aromas, sabores y sensaciones. El secreto está en el equilibrio y en la capacidad para interpretar gustos y saber adaptarse a las nuevas tendencias, sin perder la identidad, manteniendo los valores que la han diferenciado. La malta aporta el ‘dulzor’ y la densidad; el lúpulo, el amargor; y la levadura, la acidez. El agua (un ingrediente clave) potencia los demás sabores con sus sales minerales.
A su lado, la innovación en el proceso de elaboración, que debe respetar, sin embargo, el carácter propio y el valor de la tradición, sin perder el barco de la modernidad. Si la interacción entre los elementos es el adecuado, sin duda, querrás repetir y volver a saborear otro trago.Flechazo instantáneo: cuál elegir
La primera impresión cuenta. Por eso, la apariencia (con la transparencia, el color y la espuma) nos da pistas de lo que encontraremos. Después vienen los aromas y sabores. Rubias, tostadas y negras son distintas, cada una es un verdadero descubrimiento sensorial. Sus colores son producto, principalmente, del tipo de maltas que se utilizan en su elaboración. La elección de una u otra depende de los gustos personales, del momento (el maridaje es importante) y de las sensaciones que quieras experimentar.
- Rubias: un clásico que funciona
- Tostadas: equilibrio sensorial
- Negras: cálidas e intensas