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El único miedo de Chuck Norris: la afición de Bruce Lee por los coches deportivos

Artes marciales, interpretación y velocidad, esas eran las tres grandes pasiones de Bruce Lee

El frenetismo de las películas protagonizadas por Bruce Lee salía de la pantalla para traspasarse a su vida personal. Además de actor y director de cine era un maestro de las artes marciales y así lo demostraba con sus papeles en la ficción. La velocidad era su otra gran pasión y, aunque falleció en 1973, todavía hay datos sobre él que salen a la luz poco a poco, como su adicción por los coches deportivos.

Aquella pasión desconocida hasta ahora podría estar ligada a su primer papel importante en televisión, en la serie The Green Hornet, cuando se puso al volante del The Black Beauty. Con el poco dinero que pudo ganar, pues la serie en la que participaba pagaba 400 dólares por episodio, se compró un Chevy Nova que nunca llevaba demasiado limpio. Aun así, lo conducía con orgullo.

The Black Beauty de la serie The Green Hornet

Pero tampoco le hacía falta, pues con el vehículo con el que realmente presumía era con el Shelby Cobra de su amigo Jay Sebring, el peluquero de Sebring International que revolucionó los cortes de pelo masculinos de los años 60. Con su Chevy Nova conducía por la ciudad y con el Cobra corría por Los Ángeles. Pero el coche que verdaderamente le obsesionaba era el Porsche 911S Targa que tenía Steve McQueen.

La carrera para comprarse un Porsche

"Steve, voy a comprarme un Porsche como el tuyo", llegó a decirle Lee al actor estadounidense. Se acercaba una nueva década y su fama no paraba de crecer. McQueen le advirtió de que "podía meterse en un buen lío" si no sabía cómo manejarlo correctamente. La amistad de ambos intérpretes podía basarse en la pasión por los coches, pues McQueen también era un excelente conductor, aunque Lee lo describía como "una amenaza en la carretera".

Porsche 911S Targa

Pese a que el estadounidense trató de quitarle la idea de la cabeza dándole una vuelta por Mulholland Drive y las montañas de Santa Mónica. Su habilidad quedó al descubierto y Bruce Lee no pudo pasar más miedo, tanto que, cuando McQueen se colocó al borde de un precipicio, el asiático se escondió en el hueco para los pies con las manos rodeando su cabeza. Aun así, Bruce Lee se compró uno.

Quien no salió tan bien parado fue Chuck Norris, su compañero de batallas en la gran pantalla y quien también sufrió uno de aquellos paseos pero de la mano de Lee y, como no quería arriesgar su vida y le daba un horror terrible, se negó. Simplemente las malas lenguas -o las verdaderas- crearon en Norris su único miedo: montar en el Porsche de Bruce Lee.

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