Los objetos con alma de Marin Montagut: tesoros atemporales en el corazón de París
Ilustrador, coleccionista y marchante, Marin Montagut imagina desde París bellas creaciones con impronta propia. Su tienda es todo un gabinete de curiosidades.
Nació en Toulouse (Francia), aunque lleva media vida radicado en París, que siente como suya. De aire bohemio y sin duda soñador, Marin Montagut (1984) ha puesto en pie un universo en el que los objetos que surgen de su imaginación cautivan a quienes buscan creaciones prácticas, decorativas y realizadas con mimo y en el que, en multitud de casos, se palpa el espíritu de la capital gala.
“Me gusta lo que destila la pátina del tiempo, lo artesano y trabajar con personas, no con máquinas”, cuenta a Gentleman quien diseña “creaciones que duren, únicas, pintadas a mano gran número de ellas”. Además de en talleres franceses, una parte importante de su producción se realiza en Portugal, y otra, pequeña, en Italia. La fase final de cada pieza, sobre todo cuando se trata de ilustraciones, se lleva a cabo en su atelier del distrito XX de París.
Nieto de pintora, enamorado de la obra del artista francés Douanier Rousseau (1844-1910) e hijo de anticuarios, es evidente que desde que vino al mundo el arte le ha acompañado. Rara avis en la escena de la ciudad del Sena, aparte de ilustrador se define como “coleccionista y marchante de objetos de todo tipo”. Eso sí, de los de impecable factura. Para poder desplegar su amplia producción, decidió abrir su propia tienda en 2021. Antes que por el Marais o la zona del Palais Royal, dos lugares en principio idóneos para su universo, se decantó por la rive gauche (orilla izquierda), por el enclave de Saint-Germain-des-Prés, el París más literario y artístico.
En el 48 de la rue Madame, muy próxima a los jardines de Luxemburgo que tanto le seducen, se halla esa dirección que visitan quienes buscan objetos especiales y diferentes. Desde una tarjeta postal o un cuaderno a un estuche de acuarelas, pasando por pañuelos, vasos, tazas, cojines, velas… y hasta colecciones antiguas que descubre en los anticuarios y almonedas que visita cada fin de semana. Uno de sus últimos hallazgos, “un lote de más de mil parches de tela, de 1930, de las diferentes regiones de Francia”. Productos de todo tipo para su diverso público, expuestos en una tienda cuyos muebles son fruto del reciclado de los de una antigua tienda de ultramarinos de una localidad del sur de Francia, que iba a ser derribado. Maravillosa idea la de Marin de salvarlos, trasladándolos al corazón de Saint-Germain, y servirle de perfecto soporte para mostrar su mundo. Con la ayuda de la arquitecta de interiores Giovanna de Bosredon, de Auguri Studio, logró crear de algún modo la extensión de su apartamento.
“Me encanta mezclar. En mi tienda pretendo que quien la visite no sepa qué es contemporáneo y qué es antiguo; que provoque interés”, explica Montagut. Y, sin duda, lo logra, llegando a cautivar, además, a sacrosantos establecimientos, como el Café de Flore o el Ritz de la place Vendôme, para los que ha imaginado propuestas: refinados souvenirs de la capital gala que aúnan originalidad y saber hacer.
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De la mano de la editorial Flammarion, y en gran formato, ha ideado tres libros hasta la fecha. El último de ellos se desveló a finales de septiembre: Collections extraordinaires (Colecciones extraordinarias) nos acerca un mundo real y, al mismo tiempo, fuera de lo común. Porque otra de las características de Montagut es su generosidad, el deseo de compartir sus direcciones fetiche, la de esos artesanos, coleccionistas y apasionados de lo bien hecho, como es el caso de Cyrille Fassier, Atelier Lorenzi o Maison Courtin, por mentar solo tres de los que aparecen en su última obra. “Quienes figuran en mi libro, mantienen viva esa alma de niño, como la curiosidad”, confiesa.
La primera de sus obras, realizada en colaboración con Ines de la Fressange en 2018, se publica ahora en español, bajo el título Diseño de interiores (editorial Hoaki), “el chic parisiense en tu hogar”, como anuncia la portada. Entre las ciudades que hace no mucho descubrió está Sevilla. “Me enamora por sus vírgenes, los relicarios y porque me inspira el arte popular de los siglos XVIII y XIX”. En ese campo, el de la inspiración, también se encuentran “los grabados antiguos y la obra de pintores anónimos que hallo en mercadillos”. No hay fin de semana que no busque, para ampliar el contenido de su mundo; para proponerlo en ese espacio parisino, el suyo, que es al mismo tiempo un delicioso viaje por lo bien hecho.