‘El Hobbit’: 87 años desde que Tolkien demostró que la fantasía es cosa de adultos
Lo que comenzó siendo un cuento para sus propios hijos ha acabado convirtiéndose en un hito en la literatura de fantasía
Hace casi 90 años, el afamado J. R. R. Tolkien, quiso inventar una historia para sus hijos, un cuento con el que pudieran dejar volar la imaginación. Corría el 21 de septiembre de 1937 y la literatura de fantasía no estaba preparada para el cambio que iba a suponer esta saga mundialmente conocida. Se trata de El Hobbit, una novela en la que se narran las aventuras de Bilbo Bolsón que, junto a Gandalf y Thorin, trata de llegar a la Montaña Solitaria y recuperar el reino de Erebor.
Ese tono infantil que adquiere el libro se percibe también a la hora de entrever los valores que pretende transmitir: amistad y familia como lo más importante para lograr todo lo que uno se proponga. La vigencia de esta obra es tal que incluso existen videojuegos, cómics o películas. Aunque para poder adaptar una historia tan completa y larga a la gran pantalla se tuvieron que rodar tres filmes: Un viaje inesperado, La desolación de Smaug y La batalla de los cinco ejércitos.
Una guerra e idiomas inventados
Las vivencias de Tolkien durante la Primera Guerra Mundial, donde luchó como soldado en el norte de Francia, combatiendo en la sangrienta Batalla del Somme, marcaron la historia de El Hobbit y, por consiguiente, la de El señor de los anillos. En aquella primera novela presenta la Tierra Media y sus habitantes, mostrando solo una pequeña parte de un universo que encuentra aficionados aún hoy a lo largo y ancho del mundo.
Aunque realmente la inspiración le llegó por sorpresa. Impartía clases en la Universidad de Oxford cuando un día encontró un papel en blanco y escribió, sin saber muy bien por qué: "En un agujero en el suelo vivía un hobbit". Era la primera vez que veía esa palabra y no sabía que marcaría la vida de muchas personas. Antes de escribir historias, el filólogo sudafricano inventaba palabras y hasta idiomas y, solo después, imaginaba los pueblos que las hablaban.
La fantasía es la mejor arma
También era especialista en literatura medieval y en varios idiomas extraños como el anglosajón, el gótico, el teutón, el finés medieval o el noruego antiguo. Adoraba la mitología y crear lenguas desde que era pequeño. Con solo ocho años ya había desarrollado el animálico, el novbosh y el naffarin. "La fantasía es una actividad natural en el hombre, que no destruye ni agrede a la razón y a la verdad", decía Tolkien.
Aquella frase la llevaba al pie de la letra, sobre todo con sus hijos, a quienes cada Navidad les llegaba una carta del mismísimo Polo Norte firmada por Papá Noel, que contaba cómo era la vida allí. La caligrafía era temblorosa y grande, pues era la de un hombre viejo, y los sobres estaban decorados con todo tipo de detalle. Hay a quien le parecerá absurdo, pero la fantasía no hace daño a nadie y menos aún a los niños. Es por ello que escribió el que se conoce como "el mejor cuento infantil de todos los tiempos".
Un cuento que se convirtió en saga
Tardó años en decidirse a publicar El Hobbit, pues temía que se viera como un cuento para niños; pero sus amigos lo animaron y, tras varios intentos, la editorial George Allen & Unwin lo hizo. Tanto gustó y tan bien se vendió, que su editor le pidió una secuela. Sin embargo, Tolkien envió una historia mucho más oscura, también ambientada en la Tierra Media, pero que nada tenía que ver con una segunda parte. Le pidieron que la reinventara y eso hizo.
En esta segunda entrega el objetivo era destruir el anillo que había encontrado Bilbo para salvar a la Tierra Media de las garras del malvado Sauron. Efectivamente, se trataba de El señor de los anillos, el inicio de lo que doce años más tarde se convertiría en una de las trilogías más leídas de todos los tiempos. Las historias que un profesor y filólogo de lenguas antiguas contaba a sus hijos se convirtieron en un fenómeno de masas, y, gracias a ellas, se alzó como una auténtica leyenda literaria.