Bombardier vuela alto con una historia repleta de hitos
La historia de Bombardier es la de un mecánico que soñó con conquistar los elementos y acabó creando una empresa líder en jets privados que se ha propuesto reinventar la industria del lujo aeronáutico.
La tormenta de nieve que cayó en el invierno de 1934 sobre Valcourt, una localidad de la región canadiense de Quebec, resultó mortífera para la familia del mecánico Joseph-Armand Bombardier: su hijo tuvo un accidente y las malas condiciones meteorológicas impidieron llevarle al hospital más cercano, ya que los automóviles de la época no podían circular sobre la nieve. El infortunio resultaba casi una broma del destino porque Bombardier llevaba años trabajando en el prototipo de una motonieve. La máquina que quizás hubiera podido salvar la vida de su hijo. Aquella tragedia le impulsó a terminar su obra, a conseguir ensamblar el puzle de piezas inéditas –como la rueda de oruga, que patentó–, tubos, placas y tornillos que en 1937 presentó bajo el nombre de B7 Snowmobile.
Aquella máquina fue el origen indirecto de los aviones de negocios y jets privados que ahora surcan los cielos bajo el nombre de Bombardier. Una firma que se apoya en su larga historia y en una visión familiar de la empresa para conquistar el futuro, pero que navega en un mercado de gran competitividad en el que se mueven fortunas. El sector fue valorado en 2023 en casi 44.000 millones de dólares y se espera que crezca hasta los 67.000 en 2032. Hay unos 22.000 jets en activo –con una media de 21 años de antigüedad–, así que la necesidad de diferenciarse y hacer una apuesta de futuro es innegociable cuando, además, la clientela objetiva eleva las exigencias hasta límites insospechados. Las personas más ricas del mundo no se conforman con el segundo puesto.
Nadie sabe si Joseph-Armand Bombardier imaginó que la empresa que creó en 1942 acabaría volando tan alto. Sus modelos de motonieves fueron evolucionando y el negocio creciendo cuando, a finales de los años 50, empezaron a hacerse populares los deportes de invierno. Para ayudar a gestionar la parte financiera, decidió contar con el joven marido de su hija Claire, Laurent Beaudoin, un contable, también visionario, en quien Bombardier delegaría la gestión total en 1964. Será Beaudoin quien convierta la empresa en un actor de nivel internacional.
Las adquisiciones que realiza en los años 70 son clave para ello. Primero, la empresa austriaca Lohner, que fabrica tranvías. Para completar la producción, también se hace con Rotax, que construye motores. En poco tiempo, Bombardier está suministrando vehículos al metro de Montreal, la capital de Quebec. Y en 1982 se hace con un contrato mastodóntico de la Autoridad de Transito de la Ciudad de Nueva York.
Cuatro años después Beaudoin da un salto al vació y se hace con Canadair, la empresa aeronáutica de titularidad nacional conocida por crear el avión anfibio contra incendios que se usa en todo el mundo, así como el Challenger (1977), un magnífico avión de pequeño tamaño que fue originalmente diseñado por Bill Lear, a quien se le atribuye haber inventado el avión de negocios. Producido bajo el nombre LearStar, se convertiría en la joya de la corona de la empresa aeronáutica y en un icono de la cultura jet-set.
El siguiente avión privado que desarrolla la compañía, ya bajo responsabilidad total de Bombardier, es el Global Express, que redefine los viajes de negocios de larga distancia en 1999. Dos años más tarde, Pierre Beaudoin, nieto de Bombardier, es nombrado presidente de Bombardier Aerospace y en 2008, CEO.
En un momento en el que la denominada ‘emergencia climática’ está sirviendo para potenciar la economía verde y la transición energética y cuestionando los medios de transporte que usan carbones fósiles, el transporte aéreo ha iniciado una carrera por desarrollar sistemas menos polucionantes –a pesar de que la aportación aeronáutica suponga únicamente el 0,4% de las emisiones totales en el planeta–.
Las investigaciones que Bombardier está desarrollando en una localización secreta de Norteamérica –bajo el nombre de Proyecto EcoJet– buscan, mediante la incorporación de un diseño ancho de la cabina y alas más amplias, métodos de propulsión y aerodinámicos que permitan a sus aviones volar por encima de la altura tradicional del tráfico aéreo, entre otras aplicaciones que mejorarían su consumo.
Todas las compañías del sector buscan innovaciones que les puedan colocar a la cabeza de un mercado de por sí tremendamente exigente. Por el momento, Bombardier ha conseguido que el Global 8000 haya roto la barrera del sonido –es el único avión de pasajeros en haberlo logrado, a parte del Concorde– con el conocido como SAF (fuel de aviación sostenible). Se espera que este modelo entre en servicio en 2025 y, sin duda, logrará ponerse a la cabeza de los jets de larga distancia –podrá volar 14.000 kilómetros sin repostar– más deseados.