Algas, la huerta del mar
1. Hijiki, Wakame, Nori, Kombu, Arame… La lectura de una relación de algas comestibles puede semejar a un haiku japonés. Aunque en realidad no se trata de un alimento tan exótico como la mayoría supone: incluso los más reticentes ingieren algas sin siquiera enterarse, porque son muchísimos los productos de la industria alimentaria contemporánea que […]
1. Hijiki, Wakame, Nori, Kombu, Arame...
La lectura de una relación de algas comestibles puede semejar a un haiku japonés. Aunque en realidad no se trata de un alimento tan exótico como la mayoría supone: incluso los más reticentes ingieren algas sin siquiera enterarse, porque son muchísimos los productos de la industria alimentaria contemporánea que las incorporan: desde gelatinas y salsas hasta el tan extendido glutamato monosódico, recurrente potenciador de sabor que el químico Kikunae Ikeda supo extraer del alga laminaria japónica en 1908. Hay que decir, eso sí, que la nomenclatura nipona de la mayoría de los protistas fotótrofos –así llaman los científicos a las plantas de agua– que podemos encontrar en un plato tiene su razón de ser: si entre los occidentales el consumo de algas es relativamente reciente, para los japoneses representa una costumbre ancestral, sanísima y cotidiana, que acapara un 25% de su alimentación.
2. Azules, pardas y rojas
Tal como sucede con las plantas terrestres –y con una buena parte de los humanos– las algas tienen un ciclo vital sencillo e inevitable: crecen, se reproducen y mueren (la ventaja es que no hay que regarlas). Aun cuando su oferta en tiendas de delicatessen, herbolarios y establecimientos consagrados a la alimentación saludable es cada vez más amplia, lo cierto es que no todas las algas se comen: entre las 25.000 especies conocidas, solo pueden ingerirse unas 50. Quien quiera emular a los japoneses y zamparse un alga a diario, debe saber que las que son comestibles se dividen en tres grupos: azules pardas y rojas. Todas ellas son, como ya dijimos, sanísimas: un maná de vitaminas –A, C y las del grupo B– y minerales –algunas especies acumulan todo el hierro, fósforo, potasio y yodo que los nutricionistas recomiendan ingerir diariamente–; muchas de ellas son también un portento proteínico, amén de paupérrimas en grasas. ¡El bocado soñado por los adalides de la vida saludable
3. Vegetación subacuática
Hoy ya no es necesario apoltronarse en una barra de sushi o sumarse a una cruzada dietética para disfrutar de las diversas texturas –tersas, mórbidas, suaves...- y múltiples sabores –yodados, dulzones, salinos...– que ofrecen las algas. Porque la vegetación subacuática se ha convertido en un ingrediente cada vez más habitual también en las cocinas de Occidente. Y España, desde luego, no es ajena a esta fuerte tendencia: tanto las mesas de alta gastronomía como las tabernas de nuevo cuño, los restaurantes consagrados a las fusiones mestizas y las barras de tapeo multicultural se nutren de un amplio catálogo de algas. Las que aparecen con mayor frecuencia son la nori –la que envuelve los sushis, aunque también se tuesta para aderezar multitud de platos–, la kombu –carnosa y de sabor ligeramente ahumado–, la wakame –que aporta ricos matices marinos a sopas, ensaladas, verduras…–, la mastocarpus –también conocida como “musgo estrellado” por su textura cartilaginosa–, o la codium o ramallo de mar, cuyo intenso sabor puede recordar al del percebe.
4. Hierbas marineras
Para aportar matices marinos a sus platos, hoy los cocineros no sólo sacan partido de estas (y otras) algas; también es cada vez más habitual el uso de los vegetales que integran el llamado “huerto del litoral”, y que crecen de forma silvestre en dunas, salinas, zonas rocosas y acantilados próximos al mar. La salicornia es probablemente la más conocida de estas raras especies, que deparan sensaciones sorprendentes: pronunciados recuerdos yodados (verdolaga marina), finos matices acidulados (acedera), notas de cebolla y ajo (chalotiña de costa), complejos sabores balsámicos (hinojo de mar), insólitos trampantojos (la mertensia marítima es conocida como “hoja de ostra” por su semejanza sápida al del molusco)... Apuntamos algunas direcciones para disfrutar de estos pequeños tesoros del mar y su litoral.