Nombres del año IX: Lázaro Rosa Violán, el diseñador que fusiona arte y arquitectura para crear espacios únicos
En el campo del diseño, nuestro nombre destacado es Lázaro Rosa Violán. Imposible seguir la pista de los innumerables proyectos liderados por este diseñador con una sensibilidad especial para crear atmósferas en las que las personas, simplemente, se sienten bien.
No haría falta que mirásemos lo que ocurrió en 2024 para celebrar el trabajo del arquitecto de interiores Lázaro Rosa Violán. Año tras año deja tras de sí un inabarcable reguero de proyectos (¡imposible seguir sus pasos!) que testimonian el alcance de su visión, repartida por el mundo en innumerables proyectos públicos y domésticos, desde hoteles, bares y restaurantes hasta viviendas privadas, cada uno de ellos con su propia historia y ADN que él adapta con innumerables recursos y diversidad de lenguajes, con mucho trabajo y esfuerzo de reflexión, de estudio, tanto de situación como de posibilidades, siempre de un modo eminentemente personal y ajeno a las tendencias que marcan las modas. Vocación atemporal de larga vida por encima de todo.
Pocos interioristas españoles tienen esa capacidad de trabajo, ese nutrido equipo (más de 200 arquitectos repartidos entre las oficinas de Barcelona, Madrid y Nueva York) y, sobre todo, esa aptitud para transformar un espacio y dotarlo de un alma que lo distingue y lo hace único, adaptando sin prejuicios todo lo que encuentra a su paso, lo que le viene dado en el lugar que va a intervenir, pero además infundiendo en ello el necesario aire de modernidad que lo destila en un sentir contemporáneo, en un modo de vivir que es, sin duda, un bien vivir.
Quizá su secreto sea esa base formativa que le aportaron sus estudios de Bellas Artes –nacido en Tánger, de padres y abuelos catalanes, criado entre Bilbao, Madrid y Barcelona–, una sensibilidad especial que le hace crear atmósferas equilibradas en colorido y proporción, unida a una persistente atención al detalle, un perfeccionismo subyacente, misterioso, que ayuda a que la gente se sienta intuitivamente cómoda, sin saber muy bien cómo ha ocurrido todo eso porque la impresión es la de que ha sucedido todo de un modo espontáneo y natural, con poco artificio.
Desde que abriera su estudio en Barcelona en 2002, su nombre no ha parado de crecer, hasta el punto de que cualquier intento de enumerar algunas de sus obras peca, por obligadamente corto, de aleatorio. Destaquemos, por figurar entre las más recientes, la ambiciosa reforma del emblemático Hotel Palace de Madrid –que prevé reabrir este año– o del recién estrenado restaurante Manero Marqués de Cubas, también en la capital. Pero en la interminable lista figuran desde el Hotel Only You de Madrid o el Cotton House de Barcelona hasta los restaurantes Colombo en Bilbao, Mango Tree en Washington o Amazónico, también en Madrid, la coctelería Nuts en Barcelona o la cafetería Les Chouettes, en París.
Una de las cosas que caracterizan su modo de diseñar es su pasión por las lámparas, que él trata como artilugios que, como bien dice, a veces son mejores iluminadas que iluminando, de modo que no duda en mantenerlas apagadas pero alumbradas por un secreto punto de luz. Le interesa la idea de usar la luz para aportar cierto dramatismo, es algo en lo que al contrario de muchos otros, arriesga sin miedo, y tiene una clara preferencia por los toques más o menos extensos de color azul Klein, un color para él fetiche, que considera casi como una firma propia. Si se escudriñan bien sus obras se observa que ese tono de azul aparece a veces de forma muy explícita y otras de manera más velada o encubierta, pero ahí está siempre, como una verdadera insinuación a su carácter mediterráneo que es para él central a su identidad.
Lázaro se reconoce también como un acumulador de muebles y objetos que compra y atesora compulsivamente y, sin embargo, cuenta que no tiene apego a las cosas, que estas pueden pasar por su casa una temporada para incorporarse después a otro proyecto sin dejar ningún dolor tras de sí, pues a él lo que de verdad le genera apego no es nada que tenga que ver con lo material.