Glenfiddich, el 'quinto elemento'
Tierra, agua, aire, fuego y… Glenfiddich. Son muchas las destilerías que han abierto sus puertas para mostrar los pasos de sus maravillosas recetas. Pero nadie se había atrevido a desafiar las reglas básicas de la naturaleza para superarse a sí mismo. Y eso es lo que ha hecho Glenfiddich, el primer single malt del mundo, […]
Tierra, agua, aire, fuego y… Glenfiddich. Son muchas las destilerías que han abierto sus puertas para mostrar los pasos de sus maravillosas recetas. Pero nadie se había atrevido a desafiar las reglas básicas de la naturaleza para superarse a sí mismo. Y eso es lo que ha hecho Glenfiddich, el primer single malt del mundo, del que salió la primera gota en la Navidad de 1887.
Su búsqueda constante de innovación y el deseo de crear un factor sorpresa en los paladares de los amantes del whisky les ha llevado a crear unas catas irrepetibles, para un grupo de privilegiados, en lugares sorprendentes. ¿Para qué? Para mostrar su personalidad única, gracias a la impronta que tienen en su elaboración los cuatro elementos de la naturaleza: tierra, agua, aire y fuego.
Una de estas experiencias mágicas se desarrolló bajo tierra, en una joya del patrimonio geológico como las Cuevas del Águila (Ávila). Entre estalactitas y estalagmitas, y envueltos en la humedad de gruta, los matices más robustos de Glenfiddich salen a la luz en cada sorbo. Tierra y agua fundidos en un paraje mágico.
Luego vino la cata del aire y el fuego, presentes en el proceso de elaboración de la bebida. Y qué mejor lugar que la Real Fábrica de Cristales de La Granja (Segovia), donde los maestros sopladores sacan la cara más bella de estos elementos. ¿Podría existir, como dijo Aristóteles, un quinto elemento? Él lo llamó éter, la sustancia de la que están hechas las estrellas. Para los amantes del whisky, Glenfiddich estaría muy cerca.