Marta Vidal, de la vid a la botella

Marta Vidal, de la vid a la botella

Un día, gracias a sus estudios en Administración y Dirección de Empresas, máster y programas de excelencia incluidos, se encontraba desempeñando una exitosa carrera profesional en el mundo de la banca con puestos directivos y perspectivas de mejora continua. Y casi de repente, otro día de 2017, con 33 años, se puso a pisar viñedos, […]

Un día, gracias a sus estudios en Administración y Dirección de Empresas, máster y programas de excelencia incluidos, se encontraba desempeñando una exitosa carrera profesional en el mundo de la banca con puestos directivos y perspectivas de mejora continua. Y casi de repente, otro día de 2017, con 33 años, se puso a pisar viñedos, a hablar con viticultores y a viajar por medio mundo para empaparse del amplio y complejo universo de los vinos y espumosos. Había aceptado dejar el mundo de las finanzas para convertirse en CEO de Vallformosa con el reto de transformar una bodega del Penedès con más de 150 años de historia “en un negocio profesionalizado, transparente y con capacidad para conectar con el consumidor actual –según sus propias palabras–, modernizando la compañía para liderar el sector, recogiendo la tradición y la vinculacion y la responsabilidad con el territorio como eje principal”.

Que lo ha logrado, lo atestiguan los numerosos reconocimientos recibidos desde su llegada a Vallformosa: entre otros, mejor bodega tres años consecutivos (de 2020 a 2022) en los Premios Vinari; Mejor Elaborador de espumosos (2022) en el certamen Berliner Wein Trophy o el premio de Pyme del Año 2023 por Foment del Treball.

Vallformosa no tiene finca propia. Por el contrario, ha establecido una gran alianza con 400 familias a las que adquiere una uva cuyo cultivo apoya y tutela, gracias a un experto equipo de viticultura, “que vela por obtener año tras año frutos de la mejor calidad”, y a una agricultura de precisión, basada en tecnología informática e imágenes de satélite, que “monitorizan el crecimiento y maduración de los frutos y permite conocer los mejores momentos para realizar tratamientos y cosechar la vida”. No son, por tanto, meros proveedores, y de hecho esas 400 familias forman parte del Club Yo Soy Vallformosa, por el que reciben servicios y productos diferenciados y, lo que más importa, sirve para “crear un vínculo emocional y personal que permite tejer una relación a largo plazo y asentar las bases de la calidad de los productos Vallformosa con garantías de futuro”.

Fruto de esta estrategia, la compañía cuenta actualmente con tres marcas de espumosos, Vallformosa, Mistinguett y Gran Barón, y los vinos Cultivare y Freyé. Y, además, con I’mperfect, un vino en lata; y un espumoso sin alcohol 0,0. “Hay muchos y diferentes momentos de consumo y la innovación forma parte de nuestro ADN”, explica Marta Vidal.

De hecho, uno de los objetivos que se ha impuesto al frente a la bodega es desmarcar el consumo de espumosos de la tradición convencional, sin el requisito de una celebración como excusa. “Nuestro enfoque es más profundo –explica Vidal–: deseamos transmitir que el verdadero propósito de nuestros productos es proporcionar las herramientas para crear conexiones significativas y fortalecer los lazos entre amigos, familiares y seres queridos. Disfrutar del día a día como algo extraordinario”.

¿Es competencia el cava, en este posicionamiento, del champán? “El champán –analiza Marta Vidal– se ha sabido posicionar en un segmento alto y crear una marca sólida y de prestigio internacional”. Y añade: “El cava tienen un gran camino por delante y si el sector es capaz de afrontar retos de forma valiente puede seguir dando mucho que hablar. Creemos que el sector necesita hacer una reflexión profunda de dónde estamos y qué queremos. Deseamos que así sea y poder sumar nuestros esfuerzos a ello”.

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