Cinco nombres que están moldeando el futuro del interiorismo
Estos cinco interioristas despuntan en la escena nacional gracias a un ingenio innato para crear espacios elegantes, vanguardistas o influenciados por la estética pop. La creatividad se pone al servicio de la funcionalidad en los estudios de estos profesionales que lideran la nueva generación de talentos de la decoración. Erico Navazo Copenhague es la capital […]
Estos cinco interioristas despuntan en la escena nacional gracias a un ingenio innato para crear espacios elegantes, vanguardistas o influenciados por la estética pop. La creatividad se pone al servicio de la funcionalidad en los estudios de estos profesionales que lideran la nueva generación de talentos de la decoración.
Erico Navazo
Copenhague es la capital mundial del diseño, y Dinamarca el país donde surgió una industria en los años 50 del siglo pasado que aún hoy sigue impregnando el trabajo de todo decorador. Incluir un mueble danés en un proyecto de interiorismo avanza un buen trabajo. Erico Navazo (Burgos, 1971) lo sabe, y por segundo año consecutivo ha sido elegido para ambientar uno de los espacios más importantes de Casa Decor –la plataforma de interiorismo que se celebra anualmente en Madrid, hasta el 22 de mayo en esta ocasión–: el de la Embajada Danesa. El decorador español es uno de los nombres más relevantes de la última década en nuestro país; su depurado trabajo, que mezcla el midcentury con la artesanía y una cuidada selección de textiles, le ha llevado a firmar infinidad de proyectos residenciales o de ocio, como el Parador de Corias, firmado junto a Pepe Leal.
“Mi padre tenía una fábrica de muebles, desde pequeño le acompañaba a visitar a clientes, el gusto por este oficio me viene de familia”, explica Navazo sobre sus primeras inquietudes en esta profesión. Abrió estudio propio en el año 2000, pero antes ya se había formado con el pope del interiorismo español Pascua Ortega y con Duarte Pinto Coelho, también junto al anticuario Fernando Campo de Restelo, que le adoctrinó sobre el refinado gusto de escoger bien una antigüedad. “Siempre he apostado por piezas o elementos antiguos con carácter que cuenten historias; este tipo de piezas aportan a los espacios personalidad y un toque muy especial”, cuenta.
Conocedor de las tendencias en el hogar como pocos, y más aún, mago a la hora de integrarlas y mezclarlas, confirma lo que ya lleva viéndose los últimos dos años en materia decorativa: “El nuevo cálido minimalismo, espacios muy depurados ricos en texturas en tonos naturales, con formas amables pero también con algo de color”. Y aquí entra en juego, sin pedir permiso, el buen uso de la luz, algo que el burgalés considera “capaz de transformar un espacio y generar emociones; recomiendo –añade– diferentes fuentes de luz, no abusar de la iluminación técnica de focos en techo y pensar en una iluminación amable que nos haga sentir a gusto”.
Gran coleccionista de cerámicas de todo el país, desde la de talleres locales sin origen a las delicadas de Manises, Alcora, Úbeda o Almería, es un defensor de estas piezas artesanales que han vuelto a aparecer en paredes y alacenas de proyectos contemporáneos de interiorismo. “Tengo cientos de piezas en casa. Lo bueno de la cerámica es que ningún producto es igual, tienen unas texturas increíbles y en España existen muy buenos productores”, añade. En sus trabajos siempre incorpora la madera, su material fetiche, además de la piedra natural, los tejidos artesanos… “todo aquello que respire naturalidad; porque un buen interiorismo es siempre algo fluido y natural, ha de plasmar los gustos y personalidad de quien lo habita, sin dejar de lado los buenos acabados y las piezas bien escogidas”. Por eso en su dormitorio no faltan los algodones gruesos, los linos, las lanas y algo de terciopelo, y para dar personalidad a una estancia: una pieza de arte. “No olvidemos que el arte es cultura”.
Isern Serra
Diseñar una de las salas del Museo de la Ciencia de Barcelona (CosmoCaixa), junto a su socio Sylvain Carlet, ha sido una de las grandes alegrías en la carrera de Isern Serra (Barcelona, 1981). Y es que en el interiorismo también hay mucho de juegos de luz, de equilibrio de volúmenes o de luchas entre lo tangible y lo sensorial. Pero este hito no ha dejado de ser una interesante anécdota en el currículum de este arquitecto que comenzó su carrera en el estudio del genio Antoni Arola –“un mago de la luz con quien aprendí mucho del azar y de tratar los proyectos con muchos cariño”– y que terminó abriendo su propia oficina en 2008, “en plena crisis, fue muy duro, pero me fui abriendo camino y aprendí a hacer mucho con muy poco”.
Hoy, Serra es uno de los interioristas más nombrados de su generación, con un trabajo níveo y reconocible, más cercano a lo artístico que a lo puramente decorativo. “Siempre me fijé más en artistas que en diseñadores en mi carrera, como Olafur Eliasson, Anish Kapoor, James Turrell o Yayoi Kusama. El arte tendría que estar en todas partes y por supuesto en la casa también. Mis espacios intentan en cierto modo acercarse al mundo escultórico y a las instalaciones lumínicas”, explica el barcelonés, cuyo trabajo ha sido expuesto en ciudades como Milán, París, Düsseldorf, Ciudad de México o Beijing.
Con líneas puras, tonalidades neutras y discretos retazos decorativos de artesanía, los espacios que trabaja Serra, en sus propias palabras, son “serenos, acompañan a la persona, cálidos confortables y atemporales, con importancia a la luz y a los detalles”. Así son, por ejemplo, el estudio de la firma Six N. Five en Poblenou o del artista Andrés Reisinger, que llevan su firma y le han dado muchos titulares en la prensa especializada de todo el mundo. También ha trabajado para firmas como Enea, Expormim, Grupo Tragaluz o Rowse Beauty. “No me interesan mucho las tendencias, yo hago un poco mi estilo y doy la mejor solución a mis clientes, con un concepto de espacio donde ellos se vean reflejados”, explica.
Su casa en el barrio del Clot de Barcelona es un buen reflejo de la referencias mediterráneas que Serra siempre lleva a sus proyectos, con materiales naturales y el minimalismo marítimo como seña en paredes y suelos, y donde los textiles adquieren una importancia discreta pero reseñable: “Soy muy sobrio con el textil, pero las cortinas blancas de lino para las ventanas y un lino natural en el sofá fue nuestra elección para la casa. También decidimos usar cortinas para los armarios, le da una calidez muy especial”.
Microcemento blanco en el suelo que alargue la visión de los espacios o la incorporación de algún mueble icónico que eleve el proyecto son algunos recursos habituales en los trabajos de Serra: “Me gusta mucho hacer muebles de obra, mesas de hormigón, gradas, sofás…, todos recubiertos de microcemento; pero también me gusta el mármol, la madera o el inox (acero)”. Simplicidad pero también muebles con historia, como esa vieja mesa de carpintero de grandes dimensiones que tiene en el salón de su casa: “El contraste entre lo nuevo y lo viejo es interesante; creo que no hay que terminar la casa de una vez, sino poco a poco ir llenándola de objetos que realmente te gusten”.
Nuria Alía
Arrancar tu carrera como arquitecto en uno de los grandes estudios de nuestro país, en cierta manera marca la manera en la que te enfrentas a tus proyectos. Nuria Alía (Madrid, 1986) arrancó su formación con Rafael de la Hoz, trabajando en proyectos gigantes como la ciudad de Telefónica o la sede de Repsol en Madrid. Pero lo suyo era algo más intimista, más personal, y tras unos años compartiendo estudio junto a dos socias, ahora dirige su propia firma con proyectos de arquitectura de interiores, pero también como diseñadora de muebles y objetos con un marco estilo internacional. “Mi influencia ha sido y es Kelly Wearstler, con su estilo ecléctico en el que mezcla mobiliario de diferentes épocas y tiene una riqueza de texturas y materiales que me fascina; y Jonathan Adler, con sus espacios tan luminosos en los que aplica una base neutra y utiliza colores vivos y guiños divertidos”, explica Alía.
Los espacios que ella diseña son positivos, coloristas sin resultar estridentes y apoyados en tonalidades neutras: “No es momento de minimalismo, es la hora de tener casas confortables que nos aporten paz y serenidad. Paredes y elementos neutros y pequeños objetos de color que nos aporten alegría”. Y Alía lo consigue con guiños incluso de humor en sus estancias, como aquel comentado dormitorio en el que aparecían un par de ojos sobre el cabecero que se vio en Casa Decor en 2018 o los detalles arties de las tiendas Vilagallo que ha diseñado en Madrid y Bilbao. “Creo que un espacio debe ser rico; me gusta combinar materiales fríos como el cristal o la piedra natural con otros cálidos como la madera y las telas. Estas combinaciones aportan riqueza y contraste”, afirma.
En trabajos con estética pop, más desenfadados, como los que diseña Nuria Alía, la luz juega un importante papel. “Cuando no disponemos de luz natural, aconsejo crear ambientes con diferentes tipos de lámparas o de iluminación. La luz indirecta la consigo bajo dos premisas: primero, con iluminación que no se ve y que va dirigida a la arquitectura, por ejemplo, barriendo paredes y suelos con retranqueos en las estanterías, en las que utilizo tiras de led ocultas o candilejas para iluminar los diferentes paños o volúmenes. Y, por otro lado, con la iluminación decorativa con lámparas o apliques divertidos y diferentes que, además de iluminar, aportan diseño y personalidad”, cuenta la interiorista.
Explicados los trucos para magnificar un espacio, ahora toca trabajar el color. Alía parte de tonalidades básicas para el fondo, blancos y crudos, que después amplifica con piezas artesana, vintage o alguna pieza divertida. “Me gustan las estancias con ambientes naturales donde priman la artesanía y los elementos ecológicos, los colores neutros; diseños sostenibles con nuestro entorno”. Y el respeto hacia el medio ambiente también está en la elección de muebles duraderos, que no tengan que ser sustituidos cada poco, aunque sí sugiere hacer ciertos cambios sutiles en los dormitorios: “Son estancias donde queremos relajarnos, deben ser neutras, que nos aporten serenidad; no debemos poner objetos muy marcados, ya que queremos que sean espacios que se prolonguen en el tiempo, aunque podemos modificar ciertos elementos decorativos, como cortinas, cojines o alfombras”. Y, sobre todo, intentar que el descanso no lo rompa nunca una mala selección de tejidos.
Tristán Domecq
Como si fuese el lino de un lienzo –natural, en un color tostado y cálido al tacto–, los proyectos de Tristán Domecq (Vigo, 1982) parecen estar siempre dispuestos a recibir texturas, a provocar emociones en quienes los observan. El interiorista gallego dejó su posición como product manager en la firma de moda Uterqüe para tomar un respiro y reflexionar hacia dónde quería dirigir su carrera. En esos meses de cavilación, se puso a diseñar y decorar su casa y encontró no solo sus musas, también un oficio que se había estado fraguando desde niño, aunque él no lo supiera, en los pasillos de la tienda de decoración que tenía su madre. “No lo busqué, surgió sobre la marcha, aprendí el oficio y me empezaron a contratar”, explica el interiorista.
Con tienda propia en Madrid, la ciudad donde tiene su propio estudio con más de una decena de personas trabajando, Domecq es un admirador de clásicos del interiorismo internacional como Axel Vervoordt y Vincent Van Duysen; leyendas de la sobriedad, del gusto por los materiales orgánicos y las casas dinámicas, como sus propios proyectos. “Siempre sugiero que primero hay que fijarse en la estructura y los acabados; mi objetivo es hacer casas acogedoras, que no parezcan estáticas, que no sean demasiado perfectas. Me gusta que el espacio tenga movimiento”, cuenta.
En sus casas mezcla artesanía con objetos diseñados por su equipo o grandes antigüedades que aportan historia a una estancia. “Lo vintage llegó hace siglos y creo nunca se irá, por lo menos mientras nosotros sigamos decorando casas; estas piezas son fundamentales para dar carácter a cualquier espacio”. Y alrededor aparecen las maderas, las cerámicas, el hierro… Materiales que aportan solidez a una casa, la conectan con el origen y el pasado de sus dueños, del lugar donde se enclavan. Pero sobre todo, Tristán es un enamorado de la piedra: “La usamos para muchísimas cosas en interiorismo, pero también para la decoración; muchos muebles de nuestra colección están diseñados con piedra”. Nada como el valor que aporta una pieza de mármol a una sala y el intenso juego de sus vetas, aunque también trabaja con el yeso hidrofugado en ciertos muebles. Muchos de estos elementos se pudieron ver en su última colaboración con la casa Gancedo, donde enteló las paredes de oscuro para remarcar un contraste intencionado con la madera, los tapizados en crudo y una mesa escultórica de piedra natural de su firma.
Y es que un espacio de Tristán Domecq se intuye de manera rápida cuando se descubren sus tonalidades neutras, atemporales, a las que añade después ciertos remilgos de color en el atrezo. Para conseguir esos efectos es muy importante el manejo de la luz, un mal de muchos hogares en España, la asignatura pendiente de tantos: “Me duele decirlo, pero creo que en manejar la luz de interiores nos queda un larguísimo camino; doy una recomendación, muy básica, que es utilizar siempre luz cálida; cuando veo en una vivienda una lámpara indirecta con una bombilla de bajo consumo de color blanco, me pongo malo… existen bombillas de este tipo también de color cálido”. No es una manía de interiorista, es un esencial para hacer de una casa un hogar.
Eli Gutiérrez
La carrera de Eli Gutiérrez (Valencia, 1980) quizá no debería ser lo discreta que parece, pues su formación en Product Design en la Royal College of Art de Londres y su paso por los estudios de Patricia Urquiola, Philippe Starck o India Mahdavi la confirman como uno de los nombres más prometedores del diseño de producto y del interiorismo en España. Desde su estudio en su ciudad, Capital Mundial del Diseño 2022, sigue la estela de otro valenciano internacional, Jaime Hayón, con un trabajo contemporáneo donde cada pieza tiene una historia, se resuelve elegante y remodela con otros códigos más universales el entorno. Y precisamente esa visión internacional de sus proyectos le da voz para afirmar: “En España estamos un poco detrás de otros países en los que cuidar los interiores es fundamental, como los franceses, italianos o nórdicos; pero estamos poco a poco entendiendo la necesidad de cuidar más nuestro hogar. Al ser un país mediterráneo con un clima estupendo, nuestra tendencia es vivir de puertas hacia fuera, pero estamos cambiando para intentar estar más confortables en el interior de nuestros hogares”.
Desde que abriera en 2016 su estudio, Eli Gutiérrez ya ha trabajado con firmas como Chevalier Edition, Gancedo, Geelli, Cartuja de Sevilla, Cimenterie de la Tour, Signorini Rubinetterie o NT Forest, entre otras; diseñando espacios u objetos con una marcada sensibilidad hacia la artesanía, el color, los materiales y las texturas. “Me gustan mucho los materiales naturales que viven y cambian con el paso del tiempo, le aportan calidez además de personalidad a cada hogar: las maderas, las piedras…”, explica la interiorista.
Con referencias claras que van de Osvaldo Borsani a Gio Ponti pasando por el decorador británico David Hicks, los trabajos de Gutiérrez siempre incorporan piezas atemporales que pueden formar parte de nuestro entorno durante mucho tiempo:“Una pieza vintage aporta la memoria; me gusta mucho utilizar clásicos del diseño atemporales que nos transportan a otro momento, mezclados con otras piezas más actuales”. Es decir, que podríamos encontrar, por ejemplo, la silla Barrel de su admirado Frank Lloyd Wright junto a la butaca Cotton que ella misma diseñó para Missana. “Creo que hay una mirada puesta al esencialismo, al confort, al kilómetro cero y al handmade, espacios híbridos que nos sirvan para varias funciones pero no cayendo en lo recargado”, cuenta la diseñadora. Y bajo esta premisa el presupuesto no siempre manda: “Hay muebles baratos que están muy bien; la cuestión es ver cómo están hechos y mezclar”.
A Eli Gutiérrez le gusta trabajar con la luz natural, pero también con las nuevas tecnologías, con los textiles, especialmente en las zonas de estar de una casa –“aquí puedes mezclar varias posibilidades, desde la cocina a la zona de comer, la de relax o área de lectura”–. De hecho, tiene un objetivo para su propio hogar: “Me encantaría poder incorporar a mi casa un chandelier de Astep de Gino Sarfatti”.