'Les Exclusifs de Chanel' se amplía con '1957', un perfume de piel

'Les Exclusifs de Chanel' se amplía con '1957', un perfume de piel

‘1957’ ilustra el enigma de esa falsa sencillez del estilo de Chanel. Un equilibrio de suavidad, confort envolvente y una luminosidad con un poder discreto. Un perfume que se asimila al olor limpio de la piel y se vuelve único, profundamente personal. “Para cada creación de la colección ‘Les Exclusifs de Chanel’, exploramos un camino […]

‘1957’ ilustra el enigma de esa falsa sencillez del estilo de Chanel. Un equilibrio de suavidad, confort envolvente y una luminosidad con un poder discreto.
Un perfume que se asimila al olor limpio de la piel y se vuelve único, profundamente personal. “Para cada creación de la colección ‘Les Exclusifs de Chanel’, exploramos un camino que nunca antes habíamos recorrido ”, explica Olivier Polge. “En esta ocasión, elegí trabajar el almizcle. Concretamente, los almizcles blancos. Su pureza esconde una inmensa complejidad: envolventes, difunden una luminosidad más o menos marcada, y varían en sus efectos suaves y sensuales. 1957 es un perfume de piel que, más que otros, se revela acertadamente sobre ella, ya que cada piel reacciona de una manera única ”.
‘1957’
¿Es un año? ¿Una dirección? ¿La combinación de dos números? ‘1957’ es la unión de todos y firma el vínculo de Chanel con Estados Unidos. Un continente cautivado por Gabrielle Chanel, bajo el encanto de sus creaciones desde sus comienzos en 1912 y, después, por su personalidad, la de una mujer libre e independiente que sólo debe su éxito a sí misma. La fascinación fue recíproca: la atracción de Chanel por América tuvo sin duda su origen en su pasado familiar y en la partida imaginaria de su padre al Nuevo Continente. El deseo de vivir este sueño, ella también, para ser conocida y atemporal, se hizo realidad: “Admiro y amo América. Es el lugar donde hice fortuna”, confió la diseñadora a Paul Morand. Y también es aquí donde en 1957 será homenajeada como la diseñadora más influyente del siglo XX.

ADMIRO Y AMO AMÉRICA
La historia de amor entre Chanel y Estados Unidos comienza con una historia de moda. Los sombreros de la joven diseñadora se distribuyen en los grandes almacenes de Nueva York. Y la prensa se queda prendada del estilo vanguardista de la diseñadora: ya en su aparición en 1913, el ‘Women’s Wear Daily’ predice un gran futuro para los famosos jerséis creados en Deauville y los bocetos de Chanel proliferan desde entonces en las páginas de ‘Vogue’, ‘Harper’s Bazaar’ o ‘Vanity Fair’ cada temporada.

EL PRIMERO DE LOS LUJOS ES EL PERFUME
Y después, por supuesto, está el perfume. Francia descubre el perfume ‘N°5’ en 1921, los estadounidenses sucumben tres años más tarde, al mismo tiempo que la primera colección de maquillaje lanzada en 1924. “Los estadounidenses compran todo el lujo, y el primero de los lujos es el perfume”: la intuición de Gabrielle Chanel es, una vez más, la acertada. En 1928, ‘Vogue USA’ se cuela en el salón de belleza de los grandes almacenes Jay-Thorpe, donde es recibido por una persona formada en París por Chanel quien, además de realizar tratamientos con los productos de la Maison, acompaña a las mujeres en la elección de su perfume, «una de las cosas más difíciles del mundo cuando se han probado tres o cuatro». Las campañas publicitarias de perfumes, en las revistas estadounidenses desde 1934, descubrieron a las mujeres norteamericanas nuevas estelas, inéditas en su diseño (‘N°5’ es el primer perfume de lujo en utilizar los aldehídos) y revolucionarias por su composición olfativa, rica y floral.
El nombre Chanel está en boca de todos, su estilo en todas las siluetas. Su icónico ‘petite robe noire’ es alabado en el Vogue americano en octubre de 1926. Al rebautizar el modelo de Chanel como ‘Ford dress’, en un guiño al Ford T, un automóvil que el país había estado esperando desde 1908, la revista incluye el ‘petite robe noire’ en la historia de la moda. En Broadway, las actrices Katharine Cornell y Gertrude Lawrence pisan las tablas del teatro con un Chanel. Hollywood también reclama a Gabrielle Chanel, que viaja a Los Ángeles a petición de Samuel Goldwyn en 1931 para vestir a las actrices de la MGM, incluyendo a Gloria Swanson, que se convertirá en una de sus amigas.
Feliz por descubrir finalmente Estados Unidos en esta ocasión, la diseñadora hace su primera escala en Nueva York en compañía de Misia Sert, donde es recibida a lo grande. Y, a su regreso de California, las dos amigas visitan Chicago y San Francisco antes de volver a Nueva York. El viaje dura un mes, y la prensa estadounidense aprovecha para tratar de desvelar al fin los secretos de Gabrielle Chanel, una mujer de negocios adelantada a su tiempo, a la que nada parece poder detener. Coco está en todas partes, desde el ‘New York Times’ al ‘New York Herald Tribune’, pasando por ‘The New Yorker’, ‘Vogue’ o ‘Harper’s Bazaar’, encadenando entrevistas en su suite del Hotel Pierre. Cada uno de sus atuendos son observados con lupa, sus collares de perlas y su estilo suscitan admiración. Ahora, en Estados Unidos, Chanel representa la elegancia francesa, sinónimo de moda, a la que hay que seguir imperativamente.
Después de este viaje, un artículo de ‘Vanity Fair’ en junio de 1931 incluye a la diseñadora en el salón de la fama. «We nominate for the Hall of Fame: Gabrielle Chanel fue la primera en aplicar los principios de modernidad a la alta costura. Entre sus amistades se encuentran los hombres más influyentes de Francia, combinando un gran sentido de los negocios con una enorme capacidad creativa y un verdadero entusiasmo por las artes y, por último, porque vino a Estados Unidos para tratar de introducir la sofisticación en Hollywood ”. La Exposición Universal de Nueva York en 1939 confirma de nuevo el entusiasmo por Chanel: las urnas de cristal con bustos esculpidos que exhiben los objetos y accesorios que evocan la personalidad de Mademoiselle Chanel, se encuentran entre los más admirados por 44 millones de visitantes.
Después de pasar una temporada en Estados Unidos en compañía de sus amigos o fotógrafos como Horst P. Horst, Gabrielle Chanel hace su gran regreso en 1957. Tres años antes, Chanel había vuelto al mundo de la moda con una colección totalmente a contracorriente del estilo de la época. Si París la recibe con frialdad, Estados Unidos la elogia de nuevo. La revista ‘Life’ la ovaciona : “A sus 71 años, Gabrielle Chanel no es la inspiración de una nueva moda, sino de una revolución”. El propio Truman Capote se refiere a ella como una ‘visionaria de la moda’. Pero, ¿cómo el país donde todo es posible podría haberla olvidado cuando, en 1952, Marilyn Monroe inmortalizó el perfume ‘N°5’ al declarar que era lo único que llevaba al acostarse ?

¿POR QUÉ ESA FECHA?
Aquel año, Stanley Marcus organiza en Dallas la primera ‘Quincena Neiman Marcus’ para celebrar el 50 aniversario de los grandes almacenes. Fueron invitados 300 diseñadores de moda, pero solo una fue recibida como una estrella: Gabrielle Chanel llegó en el primer avión extranjero que aterrizó en el aeropuerto Love Field de Dallas y se subió al único Rolls Royce blanco de la comitiva, que estaba exclusivamente reservado para ella. ¿Su destino? El escenario en el que recibe el premio ‘Neiman Marcus Award for Distinguished Service in the Field of Fashion’, que la declara la diseñadora de moda más influyente del siglo XX. A su lado, la modelo Suzy Parker: la primera top model de la historia de la moda. La bella estadounidense se convierte en la imagen de ‘N°5’ en una campaña realizada por Richard Avedon en 1959. La seguirán las actrices Candice Bergen y Ali McGraw en 1965 y 1966.
LA HISTORIA DE AMOR ENTRE CHANEL Y ESTADOS UNIDOS
La historia de amor entre Chanel y Estados Unidos se estrecha aún más gracias al mundo de las artes: en 1959, el Museo de Arte Moderno de Nueva York expone el frasco del perfume, que se presenta como un ejemplo de la elegancia minimalista. Más tarde, Andy Warhol lo reinterpretará. En 1969 la comedia musical ‘Coco’ le rinde homenaje en Broadway. Katharine Hepburn encarnará a la diseñadora durante más de 300 representaciones.
Única, audaz, apasionada, rebelde, incapaz de retroceder ante ningún obstáculo, independiente, con gusto por el trabajo y con ganas de triunfar, Gabrielle Chanel se convierte en la hija adoptiva de Estados Unidos. Una mujer a la que el país rindió un sincero homenaje en su muerte el 10 de enero de 1971: después de haberla seguido y apoyado desde sus comienzos, el ‘New York Times’ le dedica tres columnas en portada, afirmando que su influencia en la moda y su evolución fueron ‘incalculables’. Incluso hoy, la historia le da la razón.
Cuando Chanel reabre su boutique de Nueva York en la calle 57, la maison celebra el año 1957 con un nuevo ‘eau de parfum’ en la colección ‘Les Exclusifs de Chanel’. 1957: el año de la consagración estadounidense para Gabrielle Chanel, pero también 19, como su día de nacimiento, y 57, como el número de la calle que alberga la mayor boutique de Chanel en Estados Unidos. Una creación que establece un puente olfativo entre Francia y Estados Unidos, y que tiene como punto de encuentro este estilo icónico. Una elegancia eterna, la de Chanel.
“Su particular estilo se compone de tres ingredientes: la feminidad juvenil, el confort y una generosa dosis de perlas. En un país en el que se destaca la juventud, la libertad y el placer de vivir, sus creaciones estaban destinadas a tener éxito”. Con esta definición del estilo de Chanel, el ‘New York Times’ lo resume todo.
Un estilo, el de una modernidad vanguardista y liberadora de los movimientos de las mujeres. Un carácter, eternamente joven y moderno, que rompe con los códigos y cambia las convenciones de la sofisticación. Un estilo de vida en el que la sencillez oculta una complejidad minuciosamente elaborada, donde el lujo respira sin necesidad de mostrarse ni justificarse.

UN EQUILIBRIO DE SUAVIDAD Y CONFORT
Una composición de ocho almizcles blancos, ‘1957’ se articula como una composición de capas transparentes, translúcidas y opacas. Una superposición inmaculada, confortable, envolvente y suave. Imaginamos el diseño de una perla fetiche de Chanel, sus contornos delicados casi inapreciables por sus reflejos cambiantes: la pureza mate de algunos almizcles se funde con los nácares irisados de los demás. En este juego de profundidades, las vibraciones amaderadas, meladas, especiadas y florales aportan un valor luminoso, poderoso y sensual. Así, en los almizcles blancos se deslizan las notas avainilladas, dulces, unos toques de cedro y otros de pimienta rosa, semillas de cilantro y flor de naranjo. La falsa sencillez de la pureza, revelada y magnificada… La precisión de una estela controlada y, sin embargo, abstracta y libre para sublimar la piel difundiendo sobre ella un aroma único y singular.
‘1957’, UNA CIERTA NOSTALGIA DE ESTADOS UNIDOS
«‘1957’ también refleja una cierta nostalgia de Estados Unidos”, según Olivier Polge. “La que este país tiene del perfume, y especialmente por la aportación de Chanel y su ‘N°5’, que se ha convertido en un modelo de inspiración olfativa, incluso en los jabones. Pero también la que ha instaurado la perfumería estadounidense: la de un ‘buen perfume’, un término que me transmite puesto que era apreciado por Gabrielle Chanel. ‘1957’ es un vínculo: reinterpreta la perfumería estadounidense con la idea del perfume francés hecha por Estados Unidos desde este camino abierto por ‘N°5’ ”. Y reúne en su estela toda la esencia de Chanel, llena de confort y elegancia natural, una presencia discreta sofisticada, refinada, personal e inolvidable.

ETIQUETAS:
  • Perfume