Mary Quant, la diseñadora que hizo de la minifalda un símbolo de juventud y reivindicación

Mary Quant, la diseñadora que hizo de la minifalda un símbolo de juventud y reivindicación

La moda de mediados del siglo pasado le debe mucho a Mary Quant. La diseñadora británica no solo introdujo en el mercado de masas la minifalda, una de las prendas que mejor encarna el espíritu de juventud y desenfado; si no que también liberó a las adolescentes de la época de la obligación de vestir […]

La moda de mediados del siglo pasado le debe mucho a Mary Quant. La diseñadora británica no solo introdujo en el mercado de masas la minifalda, una de las prendas que mejor encarna el espíritu de juventud y desenfado; si no que también liberó a las adolescentes de la época de la obligación de vestir como sus madres. Si hasta entonces el adjetivo más apreciado en el periodismo de moda había sido 'elegante', con la irrupción de la minifalda, la palabra más utilizada comenzó a ser 'nuevo'.

Mary Quant popularizó la minifalda como un signo político, en representación de toda una generación de mujeres que lucharon por la igualdad de derechos con el hombre y por liberarse de las restricciones morales impuestas durante la posguerra. Esta sencilla prenda se convirtió en una herramienta de lucha social, cuya influencia trascendió el tiempo y el espacio, dotando a la mujer y a la moda de mediados de siglo de libertad, diversión e independencia.

Aunque André Courrèges presentó la minifalda en 1964 en la alta costura, dentro su colección Space Age, fue Mary Quant quien la comercializó a gran escala desde su boutique Bazaar, en King’s Road (Londres), convirtiéndola en una de las prendas fetiche de la generación del Swingin' London, junto con otras como delantales, medias y calcetines hasta la rodilla, bisutería funky y boinas de todos los colores. Esto sucedió en 1955, cuando Gran Bretaña comenzaba a dejar atrás la austeridad provocada por la posguerra; por ello, la minifalda no contó con la aprobación de los estratos sociales más tradicionales, generando críticas e indignación por parte de la comunidad masculina y de diseñadoras como Coco Chanel, que llegó a calificar la prenda de 'obscena' e 'inmoral'.

Desfile de Mary Quant en marzo de 1969.

El nuevo epicentro de la moda londinense

Bazaar se convirtió a principios de los sesenta en un referente de moda y de estilo de vida -allí se reunían importantes nombres de la escena cultural y social de la capital británica- gracias a una oferta original y accesible al gran público, entre ellas, prendas de algodón recubierto de PVC, chaquetas impermeables o botas de plástico en colores brillantes y con tacones transparentes, también llamados 'cubitos de hielo'. Una de las razones del éxito de la boutique fue su decisión por comenzar a confeccionar ella misma las prendas, provocada por los beneficios insuficientes que el negocio le proporcionaba vendiendo comprada al por mayor. Otro de los motivos fue la popularidad global del término ‘mini’, extendido por la propia diseñadora en honor a su coche preferido, el Mini Cooper: ambos compactos, nacidos en los años 60 y personificaban a la nueva generación de jóvenes emancipadas y ansiosas por diferenciarse de la estética arrastrada de la generación anterior. A partir de entonces y hasta la actualidad, el término 'mini' se utiliza para designar cualquier prenda que deje ver los muslos.

Hacia un nuevo canon de belleza

Con el triunfo de la minifalda Quant hizo evolucionar la figura de la mujer hacia un cuerpo estilizado, con poco pecho y mucha pierna a la vista, opuesto al look de busto y caderas realzadas que Christian Dior popularizó en la década anterior. Modelos como Twiggy o Jean Shrimpton personificaron este nuevo canon de modernidad gracias a sus cuerpos exentos de curvas, que evocaban una silueta infantilizada e incluso masculina. La juventud pasó entonces a ser el mayor referente de modernidad gracias a las prendas de patrones sencillos y tejidos brillantes y cómodos que la diseñadora creaba inspirándose en subculturas como los mods y en la estética de los uniformes escolares. Además de ser una de las diseñadoras más influyentes de los años 60, Mary Quant fue la imagen de su marca propia, desterrando la idea del diseñador de moda como una figura endiosada y alejada del cliente final. De hecho, la británica nunca llegó a reconocerse como la creadora de la minifalda; el mérito lo otorgó siempre a "las clientas adolescentes que comenzaron a visitar su tienda en busca de una moda que supusiera un desafío y una nueva forma de entender la modernidad", como explica en su autobiografía Quant by Quant.

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