¿Que´ tienen en comu´n un espejo, un reloj y una moneda?

¿Que´ tienen en comu´n un espejo, un reloj y una moneda?

El espejo te muestra una imagen invertida y parcial de las cosas, el reloj apunta a una cifra que es a la vez presente, pasado y futuro, la moneda contiene un valor que no deja de ser otorgado, simbo´lico. Jorge Diezma emplea te´cnicas y grama´ticas del arte barroco con las que representa al o´leo objetos […]

El espejo te muestra una imagen invertida y parcial de las cosas, el reloj apunta a una cifra que es a la vez presente, pasado y futuro, la moneda contiene un valor que no deja de ser otorgado, simbo´lico. Jorge Diezma emplea te´cnicas y grama´ticas del arte barroco con las que representa al o´leo objetos de dudosa procedencia y valor envolvie´ndolos en una profunda y trabajada oscuridad.

‘En el Museo del Reloj Antiguo’, rodeados de engranajes tan anacro´nicos como la propia pintura, Jorge Diezma nos anima a visitar alguno de los lugares comunes del arte para vislumbrar asi´ la sombra de nuestro tiempo y recordarnos que en cada objeto acecha un infinito, una riqueza insondable. Concebida y realizada especi´ficamente para ser expuesta en el Museo de Reloj Antiguo de Grassy, Diezma elabora una pintura que es a la vez espejo co´ncavo, reloj parado, y criptomoneda. El artista realiza una exposicio´n especialmente pensada para el Museo del Reloj Antiguo de Grassy, organizada por la Galeri´a Espacio Valverde, y que se podra´ visitar del 22 de febrero al 6 de abril.
«El truco picto´rico, como la condensacio´n de representacio´n que hay en las luces empastadas de un cuadro barroco, funciona porque hace referencia a un truco de orden superior que no es otro que la percepcio´n visual misma. Al centrar la atencio´n sobre el truco, al fijarnos detenidamente en e´l, en ese detalle, no podemos dejar de extran~arnos de su doble naturaleza. Sin embargo, en la coherencia del conjunto, el truco pasa desapercibido. La diferencia entre la concepcio´n identitaria de la pintura y la que conduce a la extran~eza ante lo que hay es, simplemente, cuestio´n de unos pasos: los que nos acercan a la tela, los que interrumpen la narracio´n», cuenta Jacobo Fitz-James Stuart, de la Galeri´a Espacio Valverde.

«La ventaja que tiene el espectador de un cuadro con respecto al espectador de todo lo que hay es que el truco picto´rico tiene focos que lo iluminan, flechas que lo sen~alan. Es ma´s fa´cil enfrentarse a lo convencional en un cuadro porque no estamos dentro de e´l; es una cosa extran~a que esta´ ahi´ fuera y se deja ver. No podri´amos decir lo mismo de todo lo que hay (evito decir lo real para no meterme en mucho li´o) porque nos rodea y atraviesa y, por el mismo motivo, localizar aqui´ el truco es ma´s complicado», señala el propio Diezma.
Sin embargo, continúa, «so´lo hay que seguir el ejemplo de lo que hemos hecho con el cuadro: fijarnos en el detalle. Cualquier cosa es extran~a en cuanto la miras fijamente. Cualquier objeto, incluso un jarro´n del Rastro, puede hacer las veces de pincelada empastada de tono claro sobre fondo oscuro. Cualquier palabra que repitas en voz alta durante unos minutos pierde su poder referencial y se convierte en una cosa rara».
Pero ¿por que´ necesitamos trucos? ¿no seri´a ma´s sencillo relacionarnos directamente con todo lo que hay? «Hay indicios como para pensar que no podri´amos aguantarlo, que nos paralizari´a, o nos aniquilari´a incluso, si algo no mediara. Recrearnos en el truco deja entornada la puerta», confirma Diezma.

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