Turnbull & Asser, el poder de la camisa

Turnbull & Asser, el poder de la camisa

“Una buena camisa a medida lucirá perfecta durante todo el día, se adaptará como un guante y le hará sentirse cómodo y lleno de seguridad en sí mismo a quien la lleve”. Steven Quin, director de retail de la tienda de Turnbull & Asser, resume así los preceptos que debe cumplir toda camisa bespoke que […]

“Una buena camisa a medida lucirá perfecta durante todo el día, se adaptará como un guante y le hará sentirse cómodo y lleno de seguridad en sí mismo a quien la lleve”. Steven Quin, director de retail de la tienda de Turnbull & Asser, resume así los preceptos que debe cumplir toda camisa bespoke que se precie. Con más de treinta años de experiencia en esta legendaria casa, en la que entró como un simple aprendiz, a esta alturas conoce como nadie el mundo de la alta sastrería inglesa. Durante sus primeros seis meses ni siquiera le estaba permitido interactuar con los clientes. Su función era colocar y organizar estanterías y expositores. Sin más. Así que difícilmente podría imaginar aquel joven que llegó allí por casualidad que tres décadas después, y una vez asimilados todos los conocimientos necesarios, sería él el encargado de atender y tomar medidas a personajes tan ilustres como el mismísimo príncipe de Gales, quien en 1999 le concedió el reconocimiento de Royal Warrant Holder, que se otorga a los proveedores oficiales de la Casa Real Británica.En el 23 de Bury Street, una de las calles más selectas del ya de por sí exclusivo barrio londinense de Sant James, Steven Quin parece haber nacido para dirigir lo que más bien es un templo de la elegancia y el buen gusto. Entre robustos paneles y estanterías de maderas nobles y mullidas alfombras, Quin se mueve con esa soltura de la que solo son capaces los auténticos gentlemen ingleses. De su trabajo diario, lo que más valora es la relación de confianza basada en la honestidad que se establece con algunos clientes al cabo del tiempo y lo divertido que es que, como por política de la casa no se reservan citas con antelación, nunca se sabe quién puede cruzar la puerta en cualquier momento, aunque la probabilidad de que sea un personaje interesante es definitivamente muy alta. Basta echar un vistazo a la colección de fotos dedicadas de personalidades de todos los ámbitos que adornan una pared entera para hacerse una idea. Desde Winston Churchill hasta Picasso, pasando por Charles Chaplin, James Dean, Michael Caine o Sean Penn, la galería de retratos de hombres de éxito que sonríen desde la perfección de las camisas que visten impresiona. Todos ellos, y muchos más, han estado allí pasando fase por fase el idéntico proceso de toma de medidas, elección de tejidos, colores, estampados, largura, corte de hombros, tipo de cuello, de puños, ojales, botonaduras y demás. Lo mismo que de todos se guardan con máxima discreción sus patrones personalizados para cuando toca renovar pedidos, siempre y cuando sus fisonomías no hayan variado un ápice, claro está.  Sin embargo, el taller propiamente dicho no está en Londres, sino en la localidad de Gloucester, y además existe una fábrica de corbatas en Kent. En ambos lugares, un equipo de profesionales expertos confecciona las piezas a medida y también otras que forman parte de colecciones puntuales, además de pijamas, boxers y otras prendas siempre masculinas y con el inconfundible sello de identidad de la casa. Hay mujeres también, pocas pero las hay, que encargan camisas a medida, como es el caso de Gwyneth Paltrow, incluyendo, por supuesto, algunas modificaciones respecto a sus homólogas para hombres. Detrás de una marca que el año pasado celebró su 130 aniversario, hay muchas historias y anécdotas, pero también grandes dosis de discreción, y aunque no hay problema en mencionar a algunos de los clientes más famosos precisamente porque ellos mismos actúan como embajadores luciendo sus camisas en la gran pantalla o en la vida real, no se da a conocer ningún detalle más allá de los nombres. La empresa fue fundada en 1885 por John Arthur Turnbull y Ernest Asser. El primero falleció una década después, con lo que fue Ernest quien se hizo cargo de todo desde entonces. Gracias a su buen hacer, a la atención a los detalles, a los valores con los que impregnó su marca y al exquisito trato dispensado a los clientes, poco a poco el mito se fue fraguando hasta ser lo que es hoy en día: un icono de renombre internacional que acompaña y nutre los armarios de grandes hombres de todos los sectores. El pequeño emporio se compone así de los talleres de Gloucester y Kent, unas oficinas centrales y tres establecimientos en Londres (el de Jermyn Street más el adyacente de Bury Street y el de Davies Street, en Mayfair) más otro más en Nueva York, en la 57 entre Park y Madison Avenue. O sea, en el puro corazón del Upper East Side. Aunque también disponen de una red de distribuidores repartidos también por los cinco continentes, para los pedidos a medida hay que venir a Londres, lo cual es en sí mismo una experiencia que forma parte de la rutina habitual de muchos fans de la casa, como Paul Allen, el cofundador de Microsoft, que se cuenta entre los clientes más fieles y los que más valoran la exclusividad de una camisa única precisamente por el mero hecho de haber sido diseñada a medida. Además, y tal y como apunta Quin haciendo gala de la prototípica flema británica, “si has invertido tres o cuatro mil euros en un traje a medida, ¿por qué arruinarlo con una camisa que realmente no te sienta bien?” En lo relativo a la nacionalidad de los clientes, desde Turnbull & Asser no se reseñan diferencias significativas en cuanto a los encargos que, por cierto, deben incluir un mínimo de seis camisas en un primer pedido a razón de entre 245 y 495 libras cada una (entre 320 y 645 € aprox.) y que se entregan en la propia tienda o a domicilio en un plazo de entre dos y tres semanas. A medida que Londres como destino de compras de lujo se posiciona cada vez con más fuerza, a sus tiendas llegan señores alemanes, italianos, franceses y españoles sobre todo, que, en realidad, buscan prácticamente lo mismo que los británicos, aunque lo que sí es norma es que la mayoría vienen recomendados por un amigo o colega o a colación de una conversación que haya surgido en algún almuerzo de negocios.  En cuanto a las tendencias, Quin ha observado una evolución en los últimos años hacia la utilización de camisas formales de vestir que antes solo se llevaban con traje y que ahora se llevan en modo casual con jeans los fines de semana. También en lo relativo a la globalización y a los viajes constantes de hombres de negocios de medio mundo, que piden de vez en cuando detalles funcionales como un bolsillo especial para guardar dinero en efectivo cuando viajan o a medida para que quepa el Ipod.Otra cosa interesante es que la moda global de mantenerse en forma y de lucir una silueta envidiable deriva en un cierto exhibicionismo que también llega al universo de las camisas. “Normalmente, quien trabaja duro en el gimnasio quiere que se note y prefiere camisas a medida que lo demuestren. Pero para todos los demás, una camisa a medida también es la clave precisamente para lo contrario: para disimular y optimizar la silueta de manera que te puedas sentir bien con o sin chaqueta”.

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