Vinos Fondillón, un tesoro recuperado
No abundan los vinos con nombre propio, y solo cinco están reconocidos por la Unión Europea como ‘vinos de lujo’. Cuatro de ellos quizás nos resulten más comunes: Jerez, Burdeos, Oporto y Champagne. Pero el quinto es el más exclusivo. Se llama Fondillón, y una bodega de Alicante, Monóvar, de MG Wines Group, conserva aproximadamente […]
No abundan los vinos con nombre propio, y solo cinco están reconocidos por la Unión Europea como ‘vinos de lujo’. Cuatro de ellos quizás nos resulten más comunes: Jerez, Burdeos, Oporto y Champagne. Pero el quinto es el más exclusivo. Se llama Fondillón, y una bodega de Alicante, Monóvar, de MG Wines Group, conserva aproximadamente el 85% del vino de este tipo que hay en el mundo. Y no es fácil que eso cambie: su proceso de elaboración requiere de al menos 10 años en barricas, y algunas de las joyas ahora a la venta han madurado durante más de medio siglo. Sus precios, claro, están en consonancia: si los de la cosecha de 1996 rondan los 75 euros, los de 1958 se acercan a los 200, y alguna exclusiva edición especial supera los 800.El Fondillón es un vino perteneciente a la Denominación de Origen Alicante, elaborado con uvas Monastrell que se dejan sobremadurar en la propia cepa para conseguir una mayor concentración de azúcares y unas propiedades organolépticas únicas, lo que es posible en las condiciones climáticas de largos veranos, escasa humedad y limpieza ambiental de algunas zonas del interior de la provincia. Tras la vendimia, estos rasgos naturales tan especiales se combinan con uno de los procesos de maduración más laboriosos del mundo: un vino Fondillón solo puede recibir ese nombre si ha envejecido un mínimo de 10 años en toneles de roble que, a su vez, deben tener al menos 50 años de antigüedad y haber albergado anteriores añadas de este vino. En su fermentación solo se usan levaduras autóctonas y su grado alcohólico, mínimo del 16%, es de origen natural.Sus orígenes se remontan a varios siglos atrás, cuando se convirtió en un habitual de las cortes europeas desde el siglo XV y hasta finales del XIX: monarcas como Fernando el Católico o Luis XIV llenaron las bodegas de sus palacios con este vino citado en obras como El Conde de Montecristo o Robinson Crusoe. La llegada del siglo XX, sin embargo, produjo su caída en el olvido. Por un lado, porque la llegada de la filoxera a Francia generó una demanda de vino alicantino que acabó degradando su calidad; y por otro, porque la filoxera alcanzó también a Alicante en 1904, parando en seco la producción de Fondillón.
El Fondillón moderno
Desde entonces, el Fondillón estuvo desaparecido durante décadas, hasta que, medio siglo después, el viticultor y enólogo Salvador Poveda comenzó a reunir los escasos toneles de este vino que aún quedaban en la localidad alicantina de Monóvar y pueblos cercanos. Tiempo después, consiguió que el primer Fondillón moderno viera la luz, embotellando una solera de 1959 que fue presentada en 1976. Desde entonces, los hijos y nietos de Poveda han seguido elaborando Fondillón y rescatando del olvido los tradicionales toneles que permiten su proceso de crianza único, muchos de ellos con más de cien años de antigüedad y aún con reservas en su interior. En 2015, MGWines, una firma familiar marcada por la búsqueda de vinos singulares, el cultivo de variedades autóctonas y la conservación del patrimonio enológico de cada región, adquirió todas las reservas de Fondillón de la familia Poveda, integrando a algunos de sus miembros en su equipo de enólogos, encabezado por Raúl Pérez, una de las figuras actuales más importantes del mundo del vino. La dedicación al Fondillón de MGWines y Bodegas Monóvar ha sido desde entonces absoluta, haciendo inventario de los toneles, lanzando al mercado tres Fondillones en apenas tres años y preparando la primera cosecha, la de 2016, para la elaboración de Fondillón, que no podrá ver la luz hasta 2026.