Chateau d’Ecrainville, la espectacular construcción de Normandí donde habita la libertad
Diseñadores de moda e interiores, asesores de grandes firmas de lujo, Arnold van Geuns y Clemens Ramecker –reunidos en la marca RAVAGE– han convertido un castillo en Normandía en su refugio de vida y trabajo.
Esos cinematográficos acantilados blancos de la costa oeste francesa se encuentran en Normandía, en el departamento de Seine-Maritime, junto a la pequeña ciudad de Etretat. Muy cerca, en una vasta finca de ocho hectáreas, rodeado de verdes colinas, bosques y pueblos pintorescos, se encuentra el Chateau d’Ecrainville, una espectacular edificación del siglo XIX que dos holandeses han convertido en el refugio donde viven y trabajan y también en el escaparate de lo que son capaces de hacer. Ellos son Arnold van Geuns y Clemens Rameckers, unidos empresarialmente bajo la firma RAVAGE y dedicados a múltiples actividades creativas: fundamentalmente, diseñar moda e interiores y ayudar a otros, en especial marcas de lujo aunque también minoristas, a hacerlo, compartiendo su talento para descubrir, cuando no crear, tendencias.
París fue, cómo no, el lugar elegido cuando, después de estudiar en la Arnhem Fashion Academy, renunciaron a dar clases y optaron por “desplegar sus alas creativas”. Y, claro, la capital de la “moda y la alta costura internacional” y su “deliciosa forma de decorar” ha dejado su sello en la forma que tiene RAVAGE de entender el diseño, moviéndose entre las dos culturas de sus creadores: “La holandesa, donde se encuentran nuestras raíces, a menudo muy poco convencionales e inconformistas; y la francesa, nuestro día a día, donde casi todo se debe a la historia y la cultura. Casi se podría decir que RAVAGE es una mezcla creativa de sobriedad holandesa y savoir vivre francés”, resumen.
¿En qué se traduce eso? Pues en una apuesta sin complejos por los excesos que poco tiene que ver con el diseño “severo y serio”, impregnado de “minimalismo”, imperante en los años 90 y algunos más. “Pero la marea ha cambiado –dicen–. Vivimos una época de libertad, llena de variedad e imaginación”. El recorrido por el Chateau d’Ecrainville lo atestigua: desde las impresionantes pinturas que adornan las paredes del gran salón, hasta la mesa de madera pintada a mano con arabescos blancos y negros, los grandes jarrones que adornan el vestíbulo de entrada o la pequeña capilla, Petite Chapelle, en que convirtieron el anterior pequeño salón. Todo, o prácticamente todo, es obra de RAVAGE, que tiene a Van Geuns como principal alma creativa –de hecho, es el ocupante habitual del estudio-taller situado en el ático– y a Rameckers más centrado en los viajes y la atención a clientes. Pero el lenguaje es único, aunque, como ellos mismo dicen, siempre en progreso. Así es la libertad creativa.