Alain Delon: una estrella más para el cielo del cine francés

El mundo del cine se viste de negro para despedir al actor francés e icono del cine europeo Alain Delon. Con 88 años y 88 películas como intérprete a sus espaldas, su talento y belleza ha cautivado a generaciones enteras, que hoy reciben con tristeza la noticia de su fallecimiento. Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor y ganador de un Premio César a Mejor Actor en 1984, Delon era el último gran intérprete de la época dorada del cine galo.

Aunque su muerte no ha llegado por sorpresa, sus hijos han expresado su dolor a través de un comunicado conjunto: "Alain Fabien, Anouchka, Anthony, así como (su perro) Loubo, tienen la inmensa tristeza de anunciar la partida de su padre. Falleció pacíficamente en su casa de Douchy (Francia), rodeado de sus tres hijos y su familia. Su familia le pide amablemente que se respete su privacidad, en este momento de duelo extremadamente doloroso".

"Mi vida es un accidente. Mi carrera es un accidente"

En 2019 sufrió un derrame cerebral del que no pudo recuperarse y el pasado mes de enero fue puesto bajo tutela judicial por las altas probabilidades de que acometiera un suicidio. Sus hijos no eran capaces de llegar a un acuerdo sobre la atención médica ni sobre dónde debía pasar sus últimos días, en su finca de Douchy, el apartamento de Loiret al sur de París o en su casa de Suiza hogar de Anouchka; ya que de eso dependía la repartición de la herencia.

Pero la muerte no espera y, en palabras de sus descendientes, "el actor de A pleno sol y El silencio de un hombre ha ido a reunirse con [la Virgen] María entre las estrellas tan queridas para él". Delon ya es una estrella más del firmamento que sigue jugando como contó en su momento que hacía con su profesión: "Soy actor. Un actor juega, pasa años aprendiendo, mientras el actor vive. Siempre he vivido mis roles. Nunca he jugado. Un actor es un accidente. Soy un accidente. Mi vida es un accidente. Mi carrera es un accidente".

Su amor al cine y las mujeres

Saltó a la fama en 1960 y desde entonces su carrera no hizo más que ir hacia arriba, con papeles memorables (A pleno sol o El Gatopardo) que le catapultaron a ser uno de los actores más cotizados de su generación. No era solo una 'cara bonita' -aunque también- y lo demostró papel tras papel. Hasta que llegó su excelente interpretación en Notre histoire (1984) que le valió su único y prestigioso premio César al mejor actor.

Según el francés, su carrera cinematográfica se la debía a las mujeres. En una entrevista para Le Figaro Magazine declaró: "Ellas me lo enseñaron todo. Fueron las mujeres quienes me empujaron a hacer cine. No estaría aquí sin ellas". Pero él solo se enamoró perdidamente de una mujer: Romy Schneider, con quien mantuvo una relación de solo cuatro años (entre 1958 y 1962) pero de quien dijo que había sido el gran amor de su vida.

Adiós oficial en Cannes

La idea de ser actor no estuvo siempre en su cabeza, pues su complicada infancia marcada por el divorcio de sus padres a sus cuatro años y su crianza con una familia de adopción, le condujo a formarse como charcutero. A los 17 años lo dejó y adelantó el servicio militar para embarcar hacia la guerra de Indochina. A su regreso a Francia empezó a trabajar con pequeños papeles hasta que el actor Jean-Claude Brialy lo descubrió, sobre todo por su peculiar belleza, y lo llevó a Cannes.

Sus últimos años han estado más marcados por sus criticados comentarios inclinados hacia la extrema derecha. En aquella entrevista admitió que le causaron "algunos problemas", como la expulsión de la presidencia vitalicia del jurado de Miss Francia, ante lo que expresó su furia "porque pasaba un buen rato cada año". Fue entonces -antes de sufrir el derrame- cuando recibió la Palma de Oro en Cannes, que él denominó "homenaje póstumo" y con la que se despidió entre agradecimientos y aplausos, diciendo que el público del cine "es el que hace a las estrellas".