Alberto Morillas, el aroma de una vida a través de uno de los mejores perfumistas del mundo
Creador de perfumes, gentleman y una eminencia en su sector. El olfato acompaña a Alberto Morillas allá donde vaya. Una de sus más famosas creaciones acaba de cumplir 30 años y sigue siendo un éxito.
Perfumista español (Morón de la Frontera, Sevilla, 1950), se trasladó a Suiza con diez años y estudió en la École des Beaux Arts de Ginebra. Desde 1970 trabaja como maestro perfumista para la empresa suiza de fragancias y esencias Firmenich y es considerado como uno de los mejores perfumistas del mundo. Conocido por sus aproximadamente 7.000 creaciones, destaca entre ellas CK One de Calvin Klein, fragancia unisex que, al cumplir ahora tres exitosas décadas, Alberto Morillas formula con el doble de concentración para garantizar un frescor más duradero, potente y sensual. “Con CK One Essence –como se ha bautizado este nuevo perfume– he desafiado las notas del jugo original para crear un nuevo símbolo olfativo atemporal y moderno sin perder su originalidad. En su salida, destaca la bergamota procedente de una granja familiar en Calabria y la naranja sanguina para conseguir ser una fragancia explosiva desde la primera pulverización. En su corazón, un té verde ecológico y vigorizante, y en la base, un almizcle reciclado de la industria papelera que aporta una calidez rica y sensual”, explica a GENTLEMAN el maestro para presentar este nuevo lanzamiento de Calvin Klein.
Alberto Morillas, creador de perfumes o nariz (como se denomina habitualmente a los profesionales del sector), vive en una preciosa casa con un gran jardín en Zúrich rodeado de todas sus familias olfativas y de sus innumerables frascos de colección, que ha ido recopilando a través de los años. “En casa están acostumbrados que los aromas estén presenten en cualquier lugar; vivo ¡dentro de un perfume! Tengo mouillettes (tiras de papel secante para probar las fragancias) por doquier, velas aromáticas… ¡hasta mis perros huelen bien! Pero mis tres hijos no quieren dedicarse a esta profesión (aunque dos han estudiado para ello); quizás, saben que no pueden competir con su padre”, añade riendo con ese su humor sevillano que no ha perdido después de tantos años fuera de su tierra natal.
Materia natural y moléculas científicas
¿Queda algo por descubrir en el mundo de la perfumería?, nos atrevemos a preguntar. “Cada día se puede encontrar algo nuevo porque la perfumería es como la vida, cambia cada instante, y podemos descubrir un detalle o una emoción en cualquier lugar –contesta–. Es cierto que las materias naturales, como por ejemplo la bergamota, serán siempre las mismas, pero, las moléculas científicas son un campo importante donde se están descubriendo notas sorprendentes. En el último congreso de la perfumería celebrado en Ginebra (Word Perfumery Congress, en junio pasado), se han expuesto moléculas limpias, biodegradables y seguras cien por cien. Por aquí discurre la nueva perfumería”, apunta Morillas, quien destaca, en este sentido, el potencial que puede tener hoy en día la posibilidad de extraer, con gas y técnicas de biotecnología, las moléculas que identifican un olor o, dicho de otro modo, la capacidad de capturar el olor de una rosa sin tener que cortarla. “Son avances que merece la pena destacar”, añade demostrando una evolución constante que explica gran parte de su trayectoria.
Los perfumes de Alberto Morillas tienen su propio sello de autor. Sus compañeros-narices analizan y tratan de diseccionar esa escritura transparente y con luz, como si de la obra de un pintor se tratase. Hasta sus fragancias más empolvadas tienen esa alegría y energía que, no parece casualidad, caracteriza también su personalidad, de la que el sentido del humor es característica destacada. Seguramente, valga el tópico en esta ocasión, tiene que ver con su ascendencia sureña, la luz del sur y ese saber disfrutar de la vida de tan propio de su Sevilla natal y que, esta conversación lo demuestra, no han sido empañadas por el frío de los Alpes junto al que, al fin y al cabo, ha pasado gran parte de su vida.
Y es que, Morillas, se sigue emocionando al hablar de sus fragancias. “Hace 30 años no se hacían test o estudios de marketing, los perfumistas trabajábamos con la emoción y el corazón y esa es la magia de la perfumería –confiesa–. Hoy vivimos en un mundo global, ya no existe la perfumería francesa, inglesa o italiana con sus características específicas, ahora hueles igual si vas a Alemania o a Estados Unidos, pasa también con la música o la moda. Me cuesta comprenderlo, pero es que se copia tan rápido y todo es tan efímero… Además, el mundo floral puro y el romanticismo se han perdido. Hoy gusta lo intenso, que se note que te has perfumado. Te encuentras vainilla potente y sintética en cada fragancia; es barata y fácil de llegar a los no entendidos”, dice mientras vuelve a reír.
La costumbre de oler bien
Siguiendo la charla, Morillas quiere recalcar que en España existe esa tradición de perfumarse ligeramente cada mañana al salir de la ducha; los hombres y los niños van bien peinados al trabajo y al colegio y huelen bien, en cualquier clase social. “Eso me encanta y no ocurre en otros países, pero, también debo decir que, para mí, Italia es el país que mejor huele en general; ese olor sofisticado mezclado con aromas de albahaca, tomillo, orégano o tomates de gran calidad. Por el contrario, en Norteamérica, algunas personas no han olido un perfume en su vida, no hay tradición. Y en los países árabes triunfa la perfumaría por capas, utilizando aromas intensos uno detrás de otro, pero en el fondo, no se puede distinguir a qué huele…”.
El creador de perfumes finaliza esta entrevista lanzando un mensaje contundente: “Los perfumes masculinos que más éxito han tenido son aquellos que han sido utilizados también por mujeres (al contrario, no suele ocurrir)”. Y, en cuanto a los perfumes que más gustan entre los gentlemen lo tiene claro: los hombres compran perfumes atrayentes que permanezcan en su piel, aquellos con los que una mujer les diga “qué bien hueles”. Y quieren que sean diferentes, que no sea el mismo que utiliza su amigo o su hermano. Ellos, añade, son más sofisticados que las mujeres y se gastan más dinero en una buena fragancia de calidad.