Bárbara Lennie, portada de Gentleman verano

Bárbara Lennie, portada de Gentleman verano

Ella lo llama cine de resistencia: gente que lucha por sacar sus películas adelante y contar historias aunque sean difíciles de financiar porque, en principio, no son las que interesan a los espectadores. Sobre ese tipo de cine, con títulos como ‘Petra’, ‘El Reino’, ‘Todos los saben’, ‘La enfermedad del domingo’ y, especialmente, ‘Magical Girl’, […]

Ella lo llama cine de resistencia: gente que lucha por sacar sus películas adelante y contar historias aunque sean difíciles de financiar porque, en principio, no son las que interesan a los espectadores. Sobre ese tipo de cine, con títulos como 'Petra', 'El Reino', 'Todos los saben', 'La enfermedad del domingo' y, especialmente, 'Magical Girl', la película que le valió el Goya en 2015, Bárbara Lennie (Madrid, 1984) ha construido su figura. Un sello propio. Hasta el punto de que no resulta exagerado afirmar que su nombre en un reparto avanza qué tipo de película es. Y ese tipo, para muchos de nosotros, es sinónimo de calidad.Todo hace indicar que algo va a cambiar en la trayectoria profesional de Bárbara Lennie. Quizás demasiada intensidad en tan poco tiempo. Después de rodar sus películas más importantes, hasta siete u ocho, más alguna serie, en apenas dos años, Lennie lleva año y medio sin pisar un set de rodaje –aunque en ese tiempo se ha subido a los escenarios con 'Tratamiento y Hermanas'–; y ahora que la distancia le ha devuelto las ganas de regresar quiere probar otras cosas: una serie por ejemplo –aún sin firmar, cautela– que le permita llegar a más público, o a otro tipo de público, pensar en ambientes más abiertos, quizás no más grandes, pero sí más sonoros, con más presencia… Si le ofrecieran mañana hacer de superheroína, repartiendo mandobles a diestro y siniestro, se metería de cabeza. Eso sí, promete no abandonar ese cine de resistencia, o es quizás él el que se niega a abandonarla a ella; como tampoco abandona el teatro, al que vuelve ahora para homenajear, diez años después de su estreno y de su éxito, 'La función por hacer', el espectáculo que supuso el gran salto de Kamikaze Producciones y de Miguel del Arco como director. Con 35 años tiene ya un premio a la trayectoria, el Precious Gem de Miami, reservado para artistas cuya contribución al cine “es duradera e inolvidable”. ¿Suena fuerte, no?Sí, el año pasado. Entiendo que reconocen el trabajo de los últimos años, porque la trayectoria…, imagínate, me están sepultando en vida.Y hace solo cuatro o cinco años, antes de ‘Magical Girl’, peleaba usted por meter la cabeza en este mundillo. ¿Suerte o justicia?Una mezcla de las dos cosas, una mezcla de trabajo, de constancia, de búsqueda y, por otro lado, de suerte. Este oficio depende mucho de la suerte también, de conocer a la persona en el momento adecuado, de que alguien te dé la oportunidad. 'Magical Girl' me cambió, me posicionó en otro sitio, pero, seguramente, mucha gente ni siquiera se hubiera fijado en ella. A mí me había encantado 'Diamond Flash' (la anterior película de Carlos Vermut) y cuando me enteré de que estaba empezando su siguiente guion, dije “si hay pruebas yo quiero participar”. Y mucha gente me decía, “pero ¿quién es ese?”. Por eso digo que hay una parte de las dos cosas.¿Qué tienen en común esos directores con los que ha trabajado, como Carlos Vermut, Rodrigo Sorogoyen, Jaime Rosales…?Que son hombres, jaja. Menos Nely (Reguera, directora de 'María (y los demás)'. No lo sé. Quizás su pasión por el cine, tipos que se dejan ahí parte de su vida, que lo dan todo, que lo apuestan todo por lo que hacen. Y que son muy exigentes, muy neuróticos y muy absorbentes, como todos los directores buenos.¿Vale eso de ‘cine de autor’ para definirlos?He hecho películas muy populares que también tienen marca autoral. Por ejemplo, 'Contratiempo', que viajó por el mundo e hizo muchísima recaudación y es un superéxito en China, también tiene la marca, la mirada de Oriol Paulo (el director). Lo que hay es más bien un cine de resistencia, gente que a día de hoy sigue intentando sacar sus películas adelante, con historias que a veces son muy difíciles de financiar porque no interesan 'a priori'. Esos cinco años de vértigo, ¿lo han sido también en lo personal, le han cambiado?Uf, brutalmente. Mi vida ha cambiado por completo. Han sido años intensísimos, a todos los niveles. Esta profesión es un poco así, cuando tienes mucho nivel de trabajo, de exigencia, de viajes, de vivencias, de absorber, de dar, de entrega, en la vida de alguna manera también te metes en esos territorios. Ahora llevo un año y medio sin pisar un set de rodaje y ha sido maravilloso, poder poner un poco de distancia. He dicho que no a un montón de ofertas, pero más por supervivencia, por necesidad.¿Por alejarse de qué?Por alejarme de un set de rodaje. Para mí es un lugar muy importante, le tengo mucho respeto y mucha pasión. Y como he rodado mucho y muy seguido, ha habido un momento en que me estaba convirtiendo en una tía de estas que llega y dice, ‘bueno a ver cuándo acabo, porque me quiero ir a casa’. Y a mí esto me parece un horror. Así que paro un tiempo y ahora ya empiezo a decir, ‘venga, va’, he cogido energías.¿Y vuelve para una etapa muy diferente?Espero que sea diferente, sí, sí. Va a ser diferente. Voy a hacer, seguramente, una cosa que no tiene nada que ver con lo que hecho, una serie grande, un producto, y me apetece meterme en eso, salirme del lugar… de la experimentación, me apetece ponerme al servicio de este otro tipo de ficción, me apetece divertirme.¿Tiene algo que ver con buscar más reconocimiento de la gente, del público?No lo sé. Siento que han reconocido muchísimo mi trabajo y me encanta que haya algunos a los que le encanten mis películas, y seguramente yo sea ese tipo de espectadora. Pero también me apetece abrirme, llegar a públicos a los que no he llegado, que me vean en sus casas y sigan mi serie como yo sigo la de otros. Vamos, que le apetece hacer de superheroína rodeada de efectos especiales, ¿no?Es lo que más. Me encantaría. Además yo lo haría de puta madre, porque yo soy física. Sí, sí, sí. A mí me gusta mucho la acción, he sido una niña de subirme a todos lados, de trepar. Me apetece mucho hacer una de esas, hay que encontrar cuál. Pero me apetece mucho.Dijo, hace unos dos años: “No sé qué es el éxito, pero sí que dura un segundo. Lo seguro es que el tiempo apremia, vas cumpliendo años y tienes que alcanzar ciertas metas y llegar a ciertos sitios”. Ya sabe qué es el éxito y que dura más de un segundo. ¿Se le han acabado las urgencias por llegar a algún sitio?Sí, la urgencia se me ha acabado. A veces sí me gustaría que me ocurrieran cosas; digo "ojalá nuestra industria fuera diferente y haciendo las películas que he hecho me ocurriera como a muchas actrices francesas, que de pronto las llama un director taiwanés o uno independiente de Estados Unidos..". Digo "joder, me encantaría". Pero no tengo prisa, por casi nada. Disculpe los tópicos, pero es usted de ascendencia argentina, hija de psicoanalista y va al psicólogo. ¿Nos iría mejor a todos y a todas un poco de psicoanálisis?Totalmente. Para mí es una herramienta muy natural y necesaria, y siento que es un espacio de libertad, de poder pensar y contrastar con alguien cosas que en ningún otro ámbito puedo hacer, y con un vínculo que no tienen nada que ver con los vínculos normales que tenemos en la vida, sino con una persona profesional que te echa una mano para gestionarte, que a veces no es fácil. Sí, sí, estoy muy a favor, y soy muy pesada con amigos, amigas, mi pareja…Quizás sirviera para mejorar esta sociedad. ¿Qué le inspira lo que ve a su alrededor?Ahora mismo estamos en un momento…, estoy como en 'shock'. Siento que el mundo se va muy al carajo y que no sé muy bien qué podemos hacer. Siento que hay una gran irresponsabilidad a mi alrededor, y en la clase política en particular, de no poner freno a ciertas cosas que son básicas para que podamos seguir viviendo aquí. Si no se hace caso a que el planeta se está yendo a la mierda, como primera línea de todos los programas políticos, me siento bastante defraudada.A veces tenemos la tendencia de obligar a los personajes públicos a posicionarse. ¿Usted siente alguna necesidad, algún miedo?Miedo respecto a algún tipo de represalia profesional o algo así, ninguno. Es verdad que España no es, por ejemplo, como Estados Unidos, donde Scarlett Johansson puede hace una campaña a favor de Obama y después un tipo de Texas que vota a Trump la seguirá yendo a ver; en ese sentido son mucho más saludables. Aquí parece que posicionarte políticamente te encasilla a muchos otros niveles, y eso me da un poco de pereza. Y por otro lado, cuando uno es un personaje público y habla de ciertas cosas, tiene que saber hablar de ciertas cosas. Si le tengo algo es respeto, porque me gusta mucho la gente que piensa bien, que explica bien y me hacen pensar. No me gustaría caer en lugares absurdos que no vayan a ningún lado. Pero sí que siento que tengo una responsabilidad, y hay parte de mi vida que quiero dedicar no solo a ser actriz y a pensar en mis cosas, sino a inmiscuirme de una manera más real en la sociedad en la que vivo. No sé de qué manera, estoy viendo varias…Ahora se encuentra en plenos ensayos de la obra de teatro ‘La función por hacer’ (una adaptación libre de ‘Seis personajes en busca de autor’, de Pirandello), diez años después de lo que supuso un éxito rotundo. ¿Una vuelta a los orígenes?Me apetece todo. Me parece que sigue siendo una función muy interesante, que sigue remitiendo a cosas que hoy son importantes y que tiene algo de una humanidad que me encanta. Y me apetece mucho juntarme con todos. Sí, vuelta a los orígenes. E igual que 'Magical Girl' fue muy importante, también 'La función por hacer' de repente me dio la posibilidad de trabajar en teatro por primera vez durante mucho tiempo sostenido, con mucha gente que vino a vernos y, además, creo que abrió en el escenario teatral de Madrid un espacio que no existía y que rompía un poco con el teatro institucional que se hacía entonces.Dice Pirandello que cada uno de nosotros somos muchos yoes. ¿Cuál es el yo que domina ahora en Bárbara Lennie?Joder, qué difícil esta pregunta. Últimamente estoy pensando mucho que en los próximos meses lo que más me apetece es que el sentimiento de libertad lo imprima casi todo. Poder hacer lo que a uno le pide el cuerpo de verdad; si estoy, estoy; si no estoy, no estoy; si puedo, puedo; si no puedo, no puedo… y disfrutar de eso, que a veces no es tan fácil. ¿Y algún yo que no quiera que vuelva a salir?Unos cuantos. Por decir alguno: como he sido muy tímida, he sido muy exigente conmigo y con los demás, autopresionada, y, al final, cuando uno se autopresiona mucho, como que lo extiende. Esto no me apetece.Hace poco le preguntaron al escultor Jaume Plensa si a una obra de arte se le podía pedir algo más que ser bella. Y, tras advertir de lo difícil que es conseguir la belleza, afirmaba que su búsqueda es el motor para que el mundo evolucione. ¿Qué se le puede pedir a una película o una obra de teatro?Para mí tiene algo que ver con una cosa intangible, que es que tengan alma. Hay películas y funciones con alma, y películas y funciones sin alma. A mí me gusta mucho tipo de cine y de teatro, pero hay algo que no sabes muy bien qué pasa, un pulso, una emoción que da vueltas. Puedes estar hablando de unos marcianos en el siglo XLII, pero hay vida.Y si de repente todo el mundo se olvidara de usted y tuviera que presentar un trabajo para mostrar lo que hace, ¿qué elegiría?Tendría que hacer un montaje. 'Magical Girl' la veo ahora y me parece que está muy bien, pero… Y Petra me cuesta verla, me veo yo mucho, porque improvisábamos todo. Pondría también algo de 'María (y los demás)', para una medio comedia que he hecho; algo de 'La enfermedad del domingo'; alguna secuencia con Javier (Bardem) en 'Todos lo saben'; 'El reino' tiene cosas que también me interesan, como 'Una especie de familia'... Pero llevaría eso y diría, "pues la cara B de todo eso, también puedo hacerlo". En realidad, es lo que me apetece hacer.
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