Bárbara Hannigan en el edificio Harpa, en Reikiavik, sede de la Orquesta Sinfónica de Islandia.

Cuando la soprano dirige: Bárbara Hannigan llega a España

La soprano y directora de orquesta canadiense Bárbara Hanningan, protagonista de conciertos inéditos en los que hace ambas cosas a la vez, debuta en España dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.

La canadiense Barbara Hannigan podría ser considerada, por alguien ajeno al mundo de la música, como una extraterrestre, por la versatilidad de sus funciones en el ámbito musical. Pero si nos fiamos de la opinión del director austriaco de orquesta Franz Welser-Möst, actual director musical de la Orquesta de Cleveland y director del famoso Concierto de Año Nuevo en tres ocasiones, la última de ellas el 1 de enero de 2023, este la ha definido, sencillamente, como “el ser más musical que he conocido”.

Nacida en 1971 en la pequeña localidad de Waverly, en Nueva Escocia, vio por primera vez a un pianista clásico en Barrio Sésamo, y su madre contó en un documental de la SFR cómo la niña se quedó mirando la pantalla como hipnotizada. A los 5 años ya quería ser músico. A los 15, quería ser cantante. Y a los 17 comenzó su aventura como estudiante en Toronto. Hannigan es soprano desde hace más de treinta años y desde 2010 también es directora de orquesta. No son tareas que se compatibilicen con frecuencia, aunque sí hay casos notables: sin ir más lejos, nuestro propio Plácido Domingo, por no hablar del argentino José Cura o el belga René Jacobs… Lo sorprendente, lo que es absolutamente excepcional es que esas dos cosas se hagan a la vez. Es entonces cuando Hannigan deja con la boca abierta al público, cuando se da la vuelta en el estrado, da la espalda a la orquesta y, mirando al auditorio, se lanza a la interpretación, sin que la orquesta deje de sonar.

“Efectivamente, no hay muchos cantantes líricos que dirijan, y mucho menos al mismo tiempo –explica por correo electrónico–. Cuando debuté oficialmente como directora de orquesta en el Teatro Chatelet de París en 2011, lo hice con dos piezas. Una en la que ‘solo’ dirigí, y otra en la que canté y dirigí una pieza muy teatral, de una ópera de Ligeti, que trata de un controlador paranoico. Así que, aunque en la pieza de Stravinski podía ‘demostrar’ mis habilidades como directora, en esta otra también podía, de forma cómica, encontrar momentos para burlarme un poco de la dirección y de los directores”.

“Ahora suelo separar más estas dos facetas –añade–. O bien canto, y esto puede ser en forma de recitales con piano (esta temporada tengo una gira con el increíble concertista Bertrand Chamayou), óperas escénicas (la temporada pasada canté en el increíble Teatro San Carlo de Nápoles), u obras de concierto con otros directores (esta temporada estoy de gira con la Orquesta Sinfónica de Londres y Sir Simon Rattle) o ‘sólo’ dirijo orquestas. Pero a veces hay piezas vocales que se prestan, por una razón dramática, a ser cantadas y dirigidas por la misma persona y tiene sentido ‘sostener’ todas las cuerdas en una sola mano. Cuando hago las dos cosas –concluye–, siempre se trata de un acontecimiento ‘especial’, y se exige a la orquesta que contribuya de una forma mucho más colaborativa, porque no quiero agitar los brazos más de lo absolutamente necesario. De hecho, nos embarcamos juntos en una aventura maravillosa y desafiante que reclama nuestro más alto nivel de musicalidad”.

Aunque su presencia en los escenarios españoles ha sido escasa hasta el momento, su debut se produce esta misma semana. El 20 de junio estará en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, al frente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, con un programa que incluye a Prokofiev, Haydn y Stravinsky. Además, el 10 de noviembre prevé cantar en el Auditorio Nacional de Madrid en un recital aún sin concretar. Luego, en 2026, le espera la Orquesta Sinfónica de Islandia donde se incorporará como directora titular y artística.

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